Carta, declaración de amor...


Hoy a ti y sin rodeos, quiero decirte que te amo.
Hoy y sin rodeos, me desnudo ante ti y sin miedo al rechazo te
digo que te amo desde que conocí tu corazón y ya no me preocupé que envase
lo ocupaba, por que lo que llego desde tan lejos día a día, fue lo que me
hizo separarme de la idea siempre inmediata y acuciante que provoca el
amar a una mujer.
Sufrí tus amores en silencio a tu lado deseándote lo mejor
por mucho que mi corazón sangrara, la alegría de saberte feliz la
amortiguaba y sufrí y llore por ti y por tu dolor en tu separación.

Se que nunca estaremos unidos físicamente, pero eso no me impidió
seguir deseándote y amándote cada día mas,
 ¿que por que nunca te lo dije?,...
por que siento tanto amor por ti, que al no poder ocupar una parcela física 
que tan necesaria es en el amor, no quise ocupar un territorio que jamás será mío,
salvo en mi sueños de cada día...
Para mi es muy importante pensar en tenerte en mis brazos, pero lo es
mas, mi deseo que este amor nunca termine y en la unión física el
mayor porcentaje de parejas fracasan...
.
Ya me dijeron que soy un cobarde por no arriesgar...
puede que sea cierto, pero mi verdadero miedo esta en perderte algún día
y aunque tenga que privarme de lo que para mi seria lo mas
deseable del mundo, besar cada centímetro de tu piel, fundirme contigo
y que me sientas dentro mientras te hablo de verdadero amor, entrega ,
de vivir por el otro dejando que viva su vida, en definitiva de mi amor....

Formas mas parte de mi vida, que mi propia sangre, la sangre fluye sin
que yo pueda evitarlo o controlarlo, pero mi alma se paraliza cuando
no se de ti. te convertiste en parte del motor de mi vida y sin tu cariño y
dulces palabras diarias, mi alma queda fría y no dejaría de sufrir mi corazón..

 Estos son mis sentimientos desnudos, no una petición de replica a que tu
también me ames, no es escoger entre amor y amistad por tu parte.
El que estoy enamorado de ti lo sabes, aunque nunca te lo dijera,
por que te lo exprese de mil maneras diferentes y no necesito
posicionamientos en uno u otro sentido. Tu cariño es parte esencial de mi
alegría y quiero que siga siendo así, independientemente que me ames o
no....solo era esto, nada importante ¿verdad?

Esta carta, la escribí hace cuatro años y si fue entregada...


Un instante llamado deseo...

Poco a poco me desnuda
tu mirada con deseo
tus manos surcan mi tierra
hacen camino en mi cuerpo.

Mis dedos son alas mágicas
que vuelan en tu silencio,
tu boca busca mi boca
muero de sed por tus besos.

Y se enlazan nuestras lenguas
dos brasas son ya de fuego
que hacen temblar cuerpos vivos
que mueren de amor y de anhelo.

Y van sembrando tus labios
por mi piel todos tus besos
mientras mi lengua dibuja
cada poro de tu cuerpo.

Asi hasta alcanzar la luna,
viajar por el universo,
llegar hasta el infinito
donde habita el mismo cielo.


Carmen Diez Torio
http://www.carmendieztorio.com/





Le dijo el río a Sevilla, yo soy tu amante rendido...


Le dijo el río a Sevilla,
yo soy tu amante rendido,
pero Sevilla le dice
no quiero amores de un río

Y el rió guadalquivir
que no quiere renunciar,
con llantos de caracolas,
se va a triana a llorar.

La esperanza trianera
que tanto ama a su río
bate palmas por fandangos
condenando el desafío.

Sevilla ya complacida
por la velá de Santa Ana
le jura amor eterno
bajo el puente de triana.
Las orillas va besando
el río guadalquivir
y canta las  sevillanas
que en Sevilla hay que morir.

El río  se pavonea
junto a la torre del oro,
recordando la hermosura
que nos legaron los moros.

Regando y cantando va
a claveles y buganvillas
que adornan con todo amor
a la ciudad de Sevilla.

Y se amaron para siempre
Sevilla y el guadalquivir
y bailan por sevillanas
en Sevilla hay que vivir.





El niño yuntero, Miguél Hernández...


Carne de yugo, ha nacido
más humillado que bello,
con el cuello perseguido
por el yugo para el cuello.

Nace, como la herramienta,
a los golpes destinado,
de una tierra descontenta
y un insatisfecho arado.

Entre estiércol puro y vivo
de vacas, trae a la vida
un alma color de olivo
vieja ya y encallecida.

Empieza a vivir, y empieza
a morir de punta a punta
levantando la corteza
de su madre con la yunta.

Empieza a sentir, y siente
la vida como una guerra,
y a dar fatigosamente
en los huesos de la tierra.

Contar sus años no sabe,
y ya sabe que el sudor
es una corona grave
de sal para el labrador.

Trabaja, y mientras trabaja
masculinamente serio,
se unge de lluvia y se alhaja
de carne de cementerio.

A fuerza de golpes, fuerte,
y a fuerza de sol, bruñido,
con una ambición de muerte
despedaza un pan reñido.
Cada nuevo día es
más raíz, menos criatura,
que escucha bajo sus pies
la voz de la sepultura.

Y como raíz se hunde
en la tierra lentamente
para que la tierra inunde
de paz y panes su frente.

Me duele este niño hambriento
como una grandiosa espina,
y su vivir ceniciento
revuelve mi alma de encina.

Lo veo arar los rastrojos,
y devorar un mendrugo,
y declarar con los ojos
que por qué es carne de yugo.

Me da su arado en el pecho,
y su vida en la garganta,
y sufro viendo el barbecho
tan grande bajo su planta.

¿Quién salvará este chiquillo
menor que un grano de avena?
¿De dónde saldrá el martillo
verdugo de esta cadena?

Que salga del corazón
de los hombre jornaleros,
que antes de ser hombres son
y han sido niños yunteros.



Miguél Hernández




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