Prostitución infantil, cáncer social. Reflexión y poema..

Yo no voy a inventar la pólvora con esta reflexión, hay mucho material sobre este espinoso y doloroso asunto, pero creo que nunca será suficiente, para intentar llegar a las mentes de los sesudos todo poderoso que gobiernan las leyes y el planeta...

Desgraciadamente, los intentos que se hacen al respecto en los gobiernos y en las mismas Naciones Unidas, solo son parches apenas perceptible para amortiguar este cáncer social que nos corroe y en consecuencia, al unirse a otras lacras y enfermedades sociales, el monstruo que estamos creando terminará por devorarnos...

Los factores que intervienen en la nula resolución de estos problemas, son tan antiguos como el hombre, el enriquecimiento personal de muchos desaprensivos que comercian con la vida humana, serpientes devoradoras de ilusiones y comedoras de almas indefensas, que carentes de todo vestigio de moral y humanidad, comercian con la carne, cuerpos inmaduros que son sometidos, antes de haber vivido...

Olor a sexo de viejos
y de joven proxeneta
obligándote a los vicios
los viciosos del planeta.

Alma y cuerpo mutilados
y tus sueños destrozados
los puños apretando dentro
de tu vientre masacrado.

De tu carne hacen dinero
de tu dolor un estandarte
tu corazón prisionero
de tu alma han de arrancarte.
Ya no te queda ni llanto
los ojos se te secaron
y tus débiles lamentos
hasta el cielo se marcharon.

No te preocupes chiquita
tu dolor no durará
que joven enferma y cansada
la muerte te librará.

Los ángeles no son sordos
y con tanto sufrimiento
alguno escuchará tu llanto
y acabarán tus lamentos...


Cuarenta grados a la sombra y dentro de mi el infierno...

Sevilla y Ecija, sartén hirviente
cuarenta grados a la sombra
que aumentan sobre tu vientre
cuando mis labios te nombran
y a tus pechos lo someten.

Besos que son enredaderas
que atrapan tu cuerpo hermoso
y se ciñen a tus caderas
trepando hasta tus ojos.

Volcanes que rugen y exhalan
del calor de un sentimiento
son nuestros cuerpos que emanan
lava de un volcán hambriento.

Los cuarenta grados a la sombra
los convertimos tu y yo
en un ciclón que se enciende
muy dentro del corazón.

Y aunque no fuera verano
cubierto de nieve de invierno
las caricias de tus manos
me hunden en el infierno...

Ángel Reyes Burgos
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