Dos sonetos de Edgar Allan Garcia.

Nada detiene tu claridad oscura,
sitiado estoy en esta amanecida,
obligada a ceder va la vencida
calma a sucumbir en la llama pura.

En tu mirada descubro la estatura
del animal atroz que no me esquiva
pues, en esos ojos negros está viva
el alma que atrona en la espesura.

Ahora sé que tu pleamar puede
desgarrar estos muros calcinados
hasta que de la nada, nada quede.

Ahora sé que dormiremos lado a lado
hasta que la luz me rompa las sienes
y, loco de amor, afirme lo negado.
Te amaré para siempre, dije un día,
te amaré porque existo al amarte,
no vivirte sería igual que matarte
o vagar por una tierra que no es mía.

En este amor despliego toda mi porfía,
por esta locura arriaré mi estandarte;
gozaré, sufriré, hasta aprender el arte
de estar entero y ser feliz en la agonía.

Esta sinrazón mía por la que enhiesto
sobre tu duro vientre naufrago y ardo,
es vértigo voraz en el que presto
me deshago de mí como de un dardo.

En tu cuerpo me hundo con tal exceso,
que no sé, en morir, por qué tanto tardo.




















Edgar Allan Garcia, Algunas de sus obras han sido publicadas en España, Perú, México y Argentina. Su libro Leyendas del Ecuador se ha convertido en un clásico de la literatura nacional en escuelas y colegios, en tanto que su novela juvenil El rey del mundo, fue escogida como parte del programa nacional de lectura de Argentina. Para saber más pulse aquí.

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