El mal de amor, Pastora.

El mal de amor, Pastora,
voluntad lo ha de causar;
de lo que el querer se duele,
ni el querer lo dejará.

Tan pronto te descubrí,
del Amor supe la maña;
turbóme el corazón,
en viéndote en la montaña.
Y, queriendo, no hubo tiempo
de poderme retirar:
de lo que el querer se duele 
ni el querer lo dejará.

Bien sabe Dios que yo quise
poder aquello rehuir,
mas la voluntad primera
no lo quiso consentir.
Amar la hiciera traidora
pero no hará desamar:
de lo que el querer se duele,
ni el querer lo dejará.
Cuanto tengo ya te he dado,
pues voluntad ha vencido;
ya no está en mi libertad
no querer lo que he querido.

Si más pudiese, Pastora,
cómo te lo iba a negar:
de lo que el querer se duele
ni el querer lo dejará.

Aunque ingrata tú me fueras,
no podría desamarte,
que no quiere mi querer
sino poder contentarte.

Descontento yo estuviera
si no viniera a pensar:
de lo que el querer se duele,
ni el querer la dejará.

Poema anónimo de la segunda mitad 
del siglo XVI

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