Suaves caricias, poema de amor.

De lluvia son tus te quiero
que a mi piel calma las ansias
de poro en poro besando
cada rincón de mi alma.

Ya al despertarme en el alba
tus besos son como sueños
que acompañan con tu mirada
caricias suaves en mi pecho.

Y me quedo a ti mirando
sin saber si sigo soñando
y para recibir mas besos
cierro los ojos esperando.
Tus dedos rozan de nuevo
la piel que en mi pecho arde,
ya parece tener fuego
que no quiero que se apague.

Abro los ojos y mirando
la miel de tus labios rojos
con mi corazón temblando
gota a gota, yo te sorbo.

Suaves caricias en tu cara
pasión en tu piel desmedida
son besos de las mañanas
para dejarte rendida...

















Ángel Reyes Burgos
Suaves caricias crayolita.

Credo, León Felipe


Aquí estoy...En este mundo todavía... Viejo y cansado... Esperando a que me llamen...

Muchas veces he querido escaparme por la puerta maldita y condenada y siempre un ángel invisible me ha tocado en el hombro y me ha dicho severo: No, no es la hora todavía... hay que esperar...

Y aquí estoy esperando...con el mismo traje viejo de ayer, haciendo recuentos y memoria, haciendo examen de conciencia, escudriñando agudamente mi vida...

¡Qué desastre!... ¡Ni un talento!... Todo lo perdí. Sólo mis ojos saben aún llorar. Esto es lo que me queda...Y mi esperanza se levanta para decir acongojada: Otra vez lo haré mejor, Señor, porque... ¿no es cierto que volvemos a nacer?, ¿No es cierto que de alguna manera volvemos a nacer?

Creo que Dios nos da siempre otra vida, otras vidas nuevas, otros cuerpos con otras herramientas, con otros instrumentos... Otras cajas sonoras donde el alma inmortal y viajera se mueva mejor para ir corrigiendo lentamente, muy lentamente, a través de los siglos, nuestros viejos pecados, nuestros tercos pecados... para ir eliminando poco a poco el veneno original de nuestra sangre que viene de muy lejos.

Corre el tiempo y lo derrumba todo, lo transforma todo. Sin embargo pasan los siglos y el alma está, en otro sitio...¡pero está!

Creo que tenemos muchas vidas, que todas son purgatorios sucesivos, y que esos purgatorios sucesivos, todos juntos, constituyen el infierno, el infierno purificador, al final del cual está la Luz, el Gran Dios, esperándonos. Ni el infierno... ni el fuego y el dolor son eternos. Sólo la Luz brilla sin tregua, diamantina, infinita, misericordiosa, perdurable por los siglos de los siglos...

Ahí está siempre con sus divinos atributos. Sólo mis ojos hoy son incapaces de verla...estos pobres ojos que no saben aún más que llorar.
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