Voy a extrañar esos ojos...feliz crucero...

Voy a extrañar esos ojos
que de tan negros parecen
dos perlas que están mirando
para en mi alma meterse.

Yo aquí me quedo celoso
de no tener la fortuna
de estar mirando ese cielo
cuando te mire la luna...

Y también del rey neptuno
cuando te asomes a sus aguas
al ver que yo no te tengo
y se fije en tu mirada.

Quiero mecerme en las olas
en ese tranquilo mar
y en tus brazos vida mía
yo quisiera navegar...
Yo seré tu capitán
grumete y timonel
para dejarte rendida
de amores y de placer.

Por las noches abrazarte
en la cubierta serena
y poder acariciarte
con la sangre de mis venas.

Que de sangre y fuego vivo
cuando te beso y te abrazo
y ahora que te vas suspiro
por tenerte en mi regazo.

Quiero que disfrutes amor
de ese crucero tranquilo,
llévate de mi alma ese sol
que siempre viaja contigo.


La dulce boca que a gustar convida, sonetos Gongora.

Ya besando unas manos cristalinas,
ya anudándome a un blanco y liso cuello,
ya esparciendo por él aquel cabello
que Amor sacó entre el oro de sus minas,

ya quebrando en aquellas perlas finas
palabras dulces mil sin merecerlo,
ya cogiendo de cada labio bello
purpúreas rosas sin temor de espinas,

estaba, oh claro Sol envidioso,
cuando tu luz, hiriéndome los ojos,
mató mi gloria, y acabó mi suerte.

Si el cielo ya no es menos poderoso,
por que no den los tuyos más enojos,
rayos, como a tu hijo, te den muerte.
La dulce boca que a gustar convida
un humor entre perlas destilado,
y a no invidiar aquel licor sagrado
que a Júpiter ministra el garzón de Ida,

amantes, no toquéis, si queréis vida,
porque entre un labio y otro colorado
Amor está, de su veneno armado,
cual entre flor y flor sierpe escondida.

No os engañen las rosas, que a la Aurora
diréis que, aljofaradas y olorosas,
se le cayeron del purpúreo seno:

manzanas son de Tántalo, y no rosas,
que después huyen del que incitan ahora,
y solo del Amor queda el veneno.



















Se suele agrupar su poesía en dos bloques, poemas menores y mayores, correspondientes más o menos a dos etapas poéticas sucesivas. En su juventud, Góngora compuso numerosos romances, de inspiración literaria, como el de Angélica y Medoro, de cautivos, de tema pícaro o de tono más personal y lírico, algunos de ellos de carácter autobiográfico...Para saber más, pulse aquí.

Mis manos serán tu alberca...

Mis manos serán tu alberca
donde tus labios se bañan
para que deposites las rosas
mientras mi corazón te habla.

Los pétalos uno a uno
con mi boca he de coger
esos que están protegidos
y sepas lo que es querer.

Sobre la flor de tus labios
te plantaré mil te quiero
mientras te digo al oído
que sin tus besos me muero.
Báñate entre mis manos
y con mis manos temblando
siente como te acaricio
si me estás acariciando.

Refresca tu dulce boca
con el agua de mis deseos
que se te prenda en el alma
un arcoiris de besos.

Ahora mírame a la cara
y dime lo que tu ves
si no es amor en mi mirada
y un exquisito placer...



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