Muere sin rendirte...

Que efímera resulta la vida
y la perdemos luchando
por caprichos y aventuras
aunque a ti te estén matando.

Mueren reyes y faraones
el pobre, el rico y el avaro
y antes mueren sus corazones
sin amar a sus hermanos.

La vida no da concesiones
mueren víctimas y verdugos
y a la tumba han de llevarte
con los gusanos por yugo.
¿De qué sirven tus quebrantos
ni tus lágrimas saladas?
¿de que sirve llorar tanto
en las frías madrugadas?...

Los huesos pobres humanos
cuando la vida se acaba
solo serán los despojos
de tu vida atormentada.

Por eso no esperes a morirte
que hay mucho aquí por hacer
haz camino sin rendirte
en un nuevo amanecer...


La belleza y la muerte.

La belleza y la muerte son dos cosas profundas,
con tal parte de sombra y de azul que diríase
dos hermanas terribles a la par que fecundas,
con el mismo secreto, con idéntico enigma.

Oh, mujeres, oh voces, oh miradas, cabellos,
trenzas rubias, brillad, yo me muero, tened
luz, amor, sed las perlas que el mar mezcla a sus aguas,
aves hechas de luz en los bosques sombríos.

Más cercanos, Judith, están nuestros destinos
de lo que se supone al ver nuestros dos rostros;
el abismo divino aparece en tus ojos,

Y yo siento la sima estrellada en el alma;
mas del cielo los dos sé que estamos muy cerca,
tú porque eres hermosa, yo porque soy muy viejo.


Víctor Hugo. Ocupa un puesto notable en la historia de las letras francesas del siglo XIX en una gran variedad de géneros y ámbitos. Fue un poeta lírico, con obras como Odas y baladas (1826), Las hojas de otoño (1832) o Las contemplaciones (1856). Para saber más pulse aquí.
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