Oda a la belleza varonil.

La rosada alborada naciente
da a tus ojos luz con dulzura
y el bucle rizado de tu frente,
da gracia, a tu rostro de hermosura.

Tu boca, rosáceo bocado ardiente
que muerde la mía en calentura
tu cuerpo, traspasa equivalente
al David de "Miguel Ángel" en escultura.
¡Bendito, quien te hizo hermoso,
manojo de alhelíes con viento!
El néctar más dulce y oloroso
lo desprende tu cuerpo en movimiento.

Dios Eros, del amor grandioso
que vienes del Olimpo a mi tiempo
para dejar el jugo más sabroso
e intentar que arda, a fuego lento.

Clotilde Roman
Derechos reservados.

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