Reyes para Reyes Magos...

Un jueves por la mañana
se encontraba el rey Melchor
escribiéndoles la carta
a los Reyes del Amor.
Y decía:
Oh mi amado Rey Gaspar,
tú que eres mi preferido
¿Me traerás cura de amor
para un mundo tan herido?

Luego, un viernes por la noche,
tras la hora de cenar,
escribió su carta nueva
al rey Melchor, Baltasar.
Y le pedía, amoroso,
que trajera, por favor,
una cura milagrosa
para sanar el dolor.

Y el rey Baltasar, pensando
qué le podía pedir,
escribía a su rey mago
diciéndole algo así:


Oh, mi amado rey Melchor,
tú sabes cómo te quiero
¿podrías traerme, porfa,
unas ramas de romero,
unos libros de colores,
un globo con corazón
y una caja de semillas,
semillas de nueva flor?

Han de ser de flor de sueños.
Han de ser de flor de amor.
Han de ser de flor de vida,
De flor de sueños en flor.
Y respondieron felices
en su día los Reyes Magos
y los tres Reyes, los tres,
todos tuvieron regalos.
La magia no se entretiene.
Tú la llamas y ella viene.


María Rosa Alonso

Romancillo de la señorita de los caramelos...

La maestrita es hermosa, 
pizpireta, de ojos bellos 
y tiene varias docenas 
de enamorados risueños 
que le estiran de la falda 
y se le cuelgan al cuello, 
¡Señorita! la requieren, 
¡Señorita! van diciendo, 
yendo su vivaz mirada 
de verde relampagueo 
alumbrando toda el aula 
de esclarecidos destellos.
Un ángel con guardapolvo 
que ha bajado de los cielos, 
va repartiendo a los niños 
de un cajón que está repleto 
de dulces y golosinas, 
peladillas y consejos, 
regalices y lecciones 
mezclando cuentas y cuentos.

Qué bullicio son sus clases, 
cuánto estudiantillo inquieto 
ha aprendido las verdades 
de la ciencia con sus juegos 
y, al corro, sin darse cuenta, 
la vida en su fundamento.
Cuántos se han inoculado 
raciocinio sin saberlo.

Y con un beso en la frente 
y un revolverles el pelo, 
les da enseñanza y cariño 
todo con el mismo gesto. 
Pero suena la campana, 
porque siempre queda un pero, 
y estalla en mitad del aula 
como un silencioso trueno, 
llevándose los muchachos 
consigo un revoloteo 
de libros y de carteras, 
de risas y lapiceros.

Cuando la clase se acaba 
se le cae el mundo al suelo.
Cuando la clase se acaba
es como aquellos muñecos
de resorte que se quedan
sin cuerda, en medio
de un redoble de silencio.

Si suspendida en el tiempo
pudiera quedarse el alma
hasta oír sonar riendo
la campanita que llama
a los niños al colegio. 
Cuál será su desventura, 
qué doloroso secreto, 
el agüita de qué fuente 
se le escapó entre los dedos, 
el tiempo de qué reloj 
hace tictac en su seno. 

Si pudiera no volver 
a su casa, a ser de nuevo 
el fantasma de sí misma, 
el encadenado espectro, 
el rosal cuyas raíces 
pugnan por romper el tiesto. 

Si pudiera enajenarse 
el espíritu del cuerpo. 
Cuando la clase se acaba 
y el aula queda en silencio, 
perdiéndose en los pasillos 
tantos bulliciosos ecos, 
ella borra la pizarra 
y recoge los cuadernos. 

El sol que se va descubre 
en sus dorados cabellos 
finas hebras de metal 
que son un chisporroteo. 

Y cuando nadie la ve 
y está el pasillo desierto, 
en la mitad de la frente 
rompen de pronto sus sueños, 
inundando sus mejillas 
unos lagrimones tiernos. 

La maestrita es que tiene 
una colmena en el pecho 
que le bulle y que le zumba 
y no la deja en sosiego, 
pero convierte en azúcar 
sus amargos sentimientos. 

Le vuelve el dolor en miel, 
en canela los recuerdos, 
en aromas de limón 
y menta los pensamientos. 
Y cuando nadie la ve, 
tan dulce es su sufrimiento 
que va metiendo al cajón, 
para sus niños pequeños, 
sus lagrimitas envueltas 
en papel de caramelo

No conozco el autor de este tierno romance,
lo tenia en mis archivos y hoy día de reyes se lo quiero dedicar a crayolita que tantos años dedicó a su colegio y a sus niños...
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