El ocaso de la libertad...profecía.

Yo vi a Herodes bajando de las alturas de su templo de oro acompañado de los cuervos de su propia sangre, bajó prepotente, no porque en su ático se volviera así, se convirtió en el transcurso de sus muchos años aplastando cabezas mientras perdía la poca humanidad que tenia...

Se perdió entre sus orígenes de inmigrante para alejar distancia de su propia vergüenza y con un coro de trompetas, anunciar la expulsión de aquellos hombres de otras tierras de los que se había aprovechado tantos años para fortalecer su imperio y de los que ahora reniega...

Su nuevo templo fratricida, será el origen del fin de la nación que acogió a su padre y que matará a sus hijos de vergüenza y con ellos morirán cientos de miles a los que ha despojado y despojará de su necesario chaleco salvavidas, a unos en plena mar y a otros en su propio origen, porque su mano es todopoderosa. Y el muro de esa nación, se volverá definitivamente opaco.

Ese símbolo de libertad que tantos veían al llegar a la tierra prometida, perderá su valor, sumirá a todos los que con ilusión veían un futuro prometedor en esas tierras, en un llanto amargo por haber perdido la antorcha que los alumbraba  cuando desechos y fatigados dejaban sus buques para besar el nuevo suelo extranjero que los hacia soñar de nuevo...

Son días aciagos para la humanidad, el ruido de sables aumenta, la fragua está incandescente para hacer mas armas, la tensión se hace cada vez más insoportable y hay menos naciones amigas que estén a su lado, porque de su boca solo salen salamandras de rencor que en su propia boca se revuelven unas contra otras.

Y veré en un futuro próximo, nacer muchos soles que brillaran por un momento en el cielo para sembrar de cadáveres calcinados la tierra y no habrá un lugar para esconderse. Pero Herodes estará escondido muy profundamente y a través de las ventanas de su profundo bunker, verá lo que sus ojos de halcones del espacio le transmite y sentirá el poder de Nerón cuando su pueblo arda por los cuatro costados y reinará sobre un mundo devastado echo a su medida, lo aclamaran los supervivientes poderosos que querían una reducción drástica del superpoblado planeta... 

La libertad tiene fecha de caducidad porque el hombre olvida su historia y ya no recuerda el Herodes de Alemania o todos estos Herodes que la humanidad ha tenido, Adolf Hitler, Joseph Stalin, Hailé Mariam Mengistu, Hissène Habré, Augusto Pinochet, Idi Amin Dada, Pol Pot (Saloth Sar), Jorge Rafael Videla, Kim Jong-un, Mobutu Sese Seko, Francois Duvalier, Muamar el Gadafi, Rafael Trujillo, Nicolae Ceausescu...en una interminable lista que aquí no cabria...Pero este Herodes no se manchará las manos de sangre directamente, el solo será el instrumento para que eso ocurra...

Lo peor, es un Herodes disfrazado de hombre de negocios, manipulador que engaña al cincuenta por ciento de su castillo, que no se dá cuenta que está llevando a la nación a perder su libertad y al resto a comprender que su emblemática libertad está moribunda...pero cuando quieran reaccionar, será tarde. 

Sinfonía de colores...

Sobre un prado de color
con ocres hojas de otoño,
lluvias de gotas de amor
te están mojando los ojos.

O quizás no sea la lluvia,
será la belleza reinante
que se refleja en tu alma
y en tu rostro esta radiante.

Y tu contemplas la luna
y yo te contemplo absorto
mientras los chopos y encinas
murmullos cantan gloriosos.
Que sinfonía de colores
mientras aves peregrinas
se están prodigando amores
volando entre serpentinas..

Y el prado se está llenando
de los cantos de mi tierra
tientos, soleas y fandangos
y coros de panderetas.

Ya el prado se esta bañando
con la luz de la luna clara
y ante esas luz nuestros besos
reciben la madrugada..
















Ángel Reyes Burgos
Que tengas un lunes colorido crayolita

Poemas de Juan Ramón Jiménez

En el balcón, un instante 
nos quedamos los dos solos. 
Desde la dulce mañana 
de aquel día, éramos novios. 

El paisaje soñoliento 
dormía sus vagos tonos, 
bajo el cielo gris y rosa 
del crepúsculo de otoño. 

Le dije que iba a besarla; 
bajó, serena, los ojos 
y me ofreció sus mejillas, 
como quien pierde un tesoro. 

Caían las hojas muertas, 
en el jardín silencioso, 
y en el aire erraba aún 
un perfume de heliotropos.

No se atrevía a mirarme; 
le dije que éramos novios, 
y las lágrimas rodaron 
de sus ojos melancólicos.
Llueve sobre el campo verde
¡Qué paz! El agua se abre
y la hierba de Noviembre
es de pálidos diamantes.

Se apaga el sol; de la choza
de la huerta se ve el valle
más verde, más oloroso
más idílico que antes.

Llueve; los álamos blancos
se ennegrecen; los pinares
se alejan; todo está gris
melancólico y fragante.

Y en el ocaso doliente
surgen vagas claridades
malvas, rosas, amarillas
de sedas y de cristales...

¡Oh la lluvia sobre el campo
verde! ¡Qué paz! En el aire
vienen aromas mojados
de violetas otoñales.


























Juan Ramón Jiménez Mantecón (Moguer, Huelva, 23 de diciembre de 1881-San Juan, Puerto Rico, 29 de mayo de 1958) fue un poeta español, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1956, por el conjunto de su obra, designándose como trabajo destacado de la misma la narración lírica Platero y yo...Para saber más pulse aquí.
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