Paloma, mi blanca paloma.

Quisiera ser ese macaco
para abrazarte, paloma
besar en tu tu pecho blanco
y oler de tu suave aroma.

Ya que tan lejos mi amor
no disfruto esa aventura
de rozarte con mis besos
sintiendo tus suaves plumas.

Tu, conviértete en ese ave
cruza mares y montañas
y por fin ya vente, vente
que yo te espero en España.
Que todo en amor es posible,
que la vida pronto acaba
si los sueños no se cumplen
con la mujer que uno ama...

Yo ya me siento impaciente
porque se cumpla este sueño
y aunque seamos diferente
quiero sentirte en mi cuerpo.

Paloma, mi hermosa paloma,
que tus plumas a mi me cubran,
y cobija toda mi alma
para no seguir en penumbra.
















Mi crayolita emplumada.

Inmortalidad...


A la luz de la tarde moribunda
recorro el olvidado cementerio,
y una dulce piedad mi pecho inunda
al pensar de la muerte en el misterio.

Del occidente a las postreras luces
mi errabunda mirada sólo advierte
los toscos leños de torcidas cruces,
despojos en la playa de la muerte.

De madreselvas que el abril enflora,
cercado humilde en torno se levanta,
donde vierte sus lágrimas la aurora,
y donde el ave, por las tardes, canta.

Corre cerca un arroyo en hondo cauce
que a trechos lama verdinegra viste,
y de la orilla se levanta un sauce,
cual de la muerte centinela triste.
Y al oír el rumor en la maleza,
mi mente inquiere, de la sombra esclava,
si es rumor de la vida que ya empieza,
o rumor de la vida que se acaba.

¿Muere todo?, me digo. en el instante
alzarse veo de las verdes lomas,
para perderse en el azul radiante,
una blanca bandada de palomas.

Y del bardo sajón el hondo verso,
verso consolador, mi oído hiere:
no hay muerte porque es vida el universo;
los muertos no están muertos...¡nada muere!




Ismael Enrique Arciniegas





















En su juventud Arciniegas inició, sin terminarlos, estudios de Humanidades en Duitama y de Jurisprudencia en la Universidad Católica en Bogotá. Creyendo que su vocación sería la del sacerdocio, ingresó en el Seminario Conciliar de Bogotá, que también abandonó; pero allí fue alumno de José Joaquín Ortiz, escritor, quien tuvo una gran influencia en su carrera literaria...Para saber más pulse aquí.

Congo Libre...

¡Ay Congo, 
Cuánto rezongo!

Yo he visto blancos nacer 
en condiciones iguales, 
y sus tropiezos de ayer 
se consideran normales.

Mi Congo, congolesito 
que Congo tiene por nombre, 
hoy día es sólo un negrito 
mañana será un gran hombre: 
A las Montañas Mitumba 
llegará su altiva frente, 
Y el caudaloso Luaba 
Tendrá en sanguíneo torrente.
¡Sí Congo, 
Y no supongo!

África ha sido la madre 
que pariera en un camastro 
Al niño Congo, sin padre, 
Que no desea padrastro.

¡África, tierra sin frío, 
madre de mi obscuridad; 
cada amanecer ansío, 
cada amanecer ansío, 
cada amanecer ansío 
tu completa libertad!


















Nicomedes Santa Cruz. Debutó en 1958, en el Teatro Municipal de Buenos Aires en Argentina, con la Compañía "Estampas de Pancho Fierro", dentro de un espectáculo denominado Ritmos Negros de Perú. También incursionó en el periodismo, en la radio y la televisión...Para saber mas pulse aquí.
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