Un tórrido verano. Poema de amor.

Aún me estremezco recordando los veranos
cuando a hurtadillas me asomaba a tu cuarto
el calor era tan justiciero y tan espeso
que hacía temblar tus labios rotos.

Yo era un fugitivo entre tus sombras
tu mi pasión entre las sabanas
y tu piel era mi fuego y mi caldero
donde quería morir entre tus ganas.

Bendita esas siestas de verano
que te hacia dormir a ti desnuda
y en tus brazos me veía un soberano
soñando en besarte la cintura.
Tu ajena al deseo que me provocas
acelerabas los latidos de mis sienes
deseando poder besar tu boca
contemplando cada rincón y tus relieves.

Hasta las cigarras guardaban silencio
al escuchar los gemidos de mis ansias
y tu con los ojos cerrados, en mi pecho
te me crecías sin poder tocar tu cama.

Y allí me quedaba yo absorto
con mi alma y tus piernas acariciando
sin atreverme a besar tus labios rojos
mientras tus sueños lo seguía profanando.

























La jura de Santa Gadea, romancero.

En Santa Gadea de Burgos 
do juran los hijosdalgo, 
allí toma juramento 
el Cid al rey castellano, 
sobre un cerrojo de hierro 
y una ballesta de palo. 
Las juras eran tan recias 
que al buen rey ponen espanto.

Villanos te maten, rey, 
villanos, que no hidalgos; 
abarcas traigan calzadas, 
que no zapatos con lazo; 
traigan capas aguaderas, 
no capuces ni tabardos; 
con camisones de estopa, 
no de holanda ni labrados; 
cabalguen en sendas burras, 
que no en mulas ni en caballos, 
las riendas traigan de cuerda, 
no de cueros fogueados; 
mátente por las aradas, 
no en camino ni en poblado; 
con cuchillos cachicuernos, 
no con puñales dorados; 
sáquente el corazón vivo, 
por el derecho costado, 
si no dices la verdad 
de lo que te es preguntado: 
si tú fuiste o consentiste 
en la muerte de tu hermano.

Las juras eran tan fuertes
que el rey no las ha otorgado.
Allí habló un caballero
de los suyos más privado:
Haced la jura, buen rey,
no tengáis de eso cuidado,
que nunca fue rey traidor,
ni Papa descomulgado.
Jura entonces el buen rey
que en tal nunca se ha hallado.
Después habla contra el Cid
malamente y enojado: 
Mucho me aprietas, Rodrigo, 
Cid, muy mal me has conjurado, 
mas si hoy me tomas la jura, 
después besarás mi mano. 
Aqueso será, buen rey, 
como fuer galardonado, 
porque allá en cualquier tierra 
dan sueldo a los hijosdalgo. 

¡Vete de mis tierras, Cid, 
mal caballero probado, 
y no me entres más en ellas, 
desde este día en un año! 
Que me place dijo el Cid. 
que me place de buen grado, 
por ser la primera cosa 
que mandas en tu reinado. 
Tú me destierras por uno 
yo me destierro por cuatro.

Ya se partía el buen Cid 
sin al rey besar la mano; 
ya se parte de sus tierras, 
de Vivar y sus palacios: 
las puertas deja cerradas, 
los alamudes echados, 
las cadenas deja llenas 
de podencos y de galgos; 
sólo lleva sus halcones, 
los pollos y los mudados.

Con el iban los trescientos 
caballeros hijosdalgo; 
los unos iban a mula 
y los otros a caballo; 
todos llevan lanza en puño, 
con el hierro acicalado, 
y llevan sendas adargas 
con borlas de colorado. 

Por una ribera arriba 
al Cid van acompañando; 
acompañándolo iban 
mientras él iba cazando.














































La Jura de Santa Gadea es una leyenda medieval transmitida por el Romance de la Jura de Santa Gadea, en la que se narra el juramento que supuestamente hubo de prestar el rey Alfonso VI de León en la iglesia de Santa Gadea de Burgos, a finales del año 1072, a fin de demostrar que no había tomado parte en el asesinato de su propio hermano, el rey Sancho II de Castilla, quien había sido asesinado durante el Cerco de Zamora, que se hallaba en manos de su hermana, la infanta Urraca. Este hecho no se produjo históricamente...Para saber más pulse aquí.
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