Sonetos Inés de la Cruz y Cervantes

Cuando me paro a contemplar mi vida
Y echo los ojos con mi pensamiento
A ver los lasos miembros sin aliento
Y la robusta edad enflaquecida,

Y aquella juventud rica y florida
Cual llama de candela presto viento,
Batida con tan recio movimiento
Que a pique estuvo ya de ser perdida,

Condeno de mi vida la tibieza
el grande desconcierto que he andado
Que a tal peligro puesto me tuvieron.

Y con velocidad y ligereza
Determino de huir de aqueste estado
Do mis continuas culpas me pusieron.

Ines de la Cruz
Maestro era de esgrima Campuzano,
de espada y daga diestro a maravilla,
rebanaba narices en Castilla
y siempre le quedaba el brazo sano.

Quiso pasarse a Indias un verano,
y vino con Montalvo el de Sevilla;
cojo quedó de un pie de la rencilla,
tuerto de un ojo, manco de una mano.

Vínose a recoger aquesta ermita
con su palo en la mano, y su rosario,
y su ballesta de matar pardales.

Y con su Magdalena, que le quita
mil canas, está hecho un San Hilario.
Ved cómo nacen bienes de los males.

Cervantes 

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