Los hijos olvidarán...


El tiempo es un animal extraño. Se parece a un gato, hace lo que le da la gana. Te mira astuto e indiferente, se marcha cuando le suplicas que se quede y se queda inmóvil cuando le pides por favor que se vaya. A veces te muerde mientras ronronea o te araña mientras te besa.
El tiempo, poco a poco, me liberará de la extenuante fatiga de tener hijos pequeños. De las noches sin dormir y de los días sin reposo.
De las manos gorditas que sin parar me agarran, me escalan por mi espalda, me cogen, me rebuscan sin restricciones ni vacilaciones. Del peso que llena mis brazos y dobla mi espalda. De las voces que me llaman y no permiten retrasos, esperas, ni vacilaciones.
El tiempo me devolverá el ocio vacío de los domingos y las llamadas sin interrupciones, el privilegio y el miedo a la soledad. Aligerará, tal vez, el peso de la responsabilidad que a veces me oprime el diafragma.
El tiempo, sin embargo, inexorablemente enfriará otra vez mi cama, que ahora está cálida de cuerpos pequeños y respiros rápidos. Vaciará los ojos de mis hijos, que ahora desbordan un amor poderoso e incontenible.
Quitará desde sus labios mi nombre gritado y cantado, llorado y pronunciado cien, mil veces al día. Cancelará, poco a poco o de repente, la familiaridad de su piel con la mía, la confianza absoluta que nos hace un cuerpo único. Con el mismo olor, acostumbrados a mezclar nuestros estados de ánimo, el espacio, el aire que respiramos. Llegarán a separarnos para siempre el pudor, la vergüenza y el prejuicio. La conciencia adulta de nuestras diferencias.

Como un río qué excava su cauce, el tiempo peligrará la confianza que sus ojos tienen ante mi, como ser omnipotente. Capaz de parar el viento y calmar el mar. Arreglar lo inarreglable y sanar lo insanable.
Dejarán de pedirme ayuda, porque ya no creerán que yo pueda en ningún caso salvarlos.
Pararán de imitarme, porque no querrán parecerse demasiado a mi. Dejarán de preferir mi compañía respecto a la de los demás ( ¡y ojo, esto tiene que suceder! )

Se difuminarán las pasiones, las rabietas y los celos, el amor y el miedo. Se apagarán los ecos de las risas y de las canciones, las nanas y los “Había una vez” acabarán de resonar en la oscuridad.
Con el pasar del tiempo, mis hijos descubrirán que tengo muchos defectos y, si tengo suerte, me perdonarán alguno. Sabio y cínico, el tiempo traerá consigo el olvido.

Olvidarán, aunque yo no lo haré. Las cosquillas y los “corre corre”, los besos en los párpados y los llantos que de repente paran con un abrazo. Los viajes y los juegos, las caminatas y la fiebre alta. Los bailes, las tartas, las caricias mientras nos dormimos despacio.

Mis hijos olvidarán que les he amamantado, mecidos durante horas, llevado en brazos y de la mano. Que les he dado de comer y consolado, levantado después de cien caídas. Olvidarán que han dormido sobre mi pecho de día y de noche, que hubo un tiempo en que me han necesitado tanto, como el aire que respiran.
Olvidarán, porque esto es lo que hacen los hijos, porque ésto es lo que el tiempo elige.
Y yo, yo tendré que aprender a recordarlo todo también para ellos, con ternura y sin arrepentimiento, ¡gratuitamente! y que el tiempo, astuto e indiferente, sea amable con esta madre que no quiere olvidar...Conchis

Soneto del amor victorioso...

Ni el tiempo que al pasar me repetía
que no tendría fin mi desventura
será capaz con su palabra obscura
de resistir la luz de mi alegría,

Ni el espacio que un día y otro día
convertía distancia en amargura
me apartará de la persona pura
que se confunde con mi poesía.

Porque para el Amor que se prolonga
por encima de cada sepultura
no existe tiempo donde el sol se ponga.

Porque para el Amor omnipotente,
que todo lo transforma y transfigura,
no existe espacio que no esté presente.




Francisco Luis Bernárdez nació en Buenos Aires. Era hijo de padres españoles, y a los veinte años viajó a la patria de sus ancestros. Vivió en España desde 1920 hasta 1924, donde leía a los poetas modernistas que lo influenciaron en sus primeros libros. Para saber más pulse aquí.

Y pronto beso y suspiro...

¿Cual es tu pensamiento
cuando te levantas?
¿me sientes tan dentro
como yo en el alma?...

Yo pronto suspiro
al tocar la almohada
y no tenerte conmigo
ni besar tu cara...

¿Pero sabes una cosa?
anoche te estuve soñando
con ese cuerpo de diosa
cuando tu me estas amando. 
Y pronto beso y suspiro
cuando en la cama temblando
tu cuerpo junto al mío
me estabas acariciando.

Un rato me quedo soñando
despierto sobre la cama
¿Estará en mi pensando?
¿o por mi no siente nada?...

Doy un salto de alegría
al escuchar el celular
eras tu y mi fantasía...
me hizo volver a soñar.


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