Hace mucho que firmamos
la rendición española
y aún sentimos en las venas
la sangre de esas personas.
Porque aunque matamos su carne
sus almas quedó corriendo
por siempre dentro del alma
de los vivos y los muertos...
Y es que es muy difícil olvidar
corazones tan unidos
separados por las guerras
y en la paz surgimos amigos.
Que nunca podamos olvidar
tanta masacre y torpeza
y nuestras naciones ya
se vistan de amor y grandeza.
No tengamos que firmar
una paz que humille a nadie
que todos sepamos amar
el gachupín y el compadre...
Y si tenemos pendencia
sepamos apelar al amor
para celebrar las fiestas
ancladas en el corazón.