Romance de la doncella guerrera.

En Sevilla a un sevillano 
siete hijas le dio Dios, 
todas siete fueron hembras 
y ninguna fue varón.

A la más chiquita de ellas 
le llevó la inclinación 
de ir a servir a la guerra 
vestidita de varón.

Al montar en el caballo 
la espada se le cayó; 
por decir, maldita sea, 
dijo: maldita sea yo.

El Rey que la estaba oyendo, 
de amores se cautivó, 
Madre los ojos de Marcos 
son de hembra, no de varón. 
Convídala tú, hijo mío, 
a los ríos a nadar, 
que si ella fuese hembra 
no se querrá desnudar.

Toditos los caballeros 
se empiezan a desnudar, 
y el caballero Don Marcos 
se ha retirado a llorar.

Por qué llora Vd. Don Marcos 
¿por qué debo de llorar? 
por un falso testimonio 
que me quieren levantar.

No llores alma querida 
no llores mi corazón, 
que eso que tú tanto sientes, 
eso lo deseo yo...

Del romancero, anónimo.
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