Árboles hombres, Juan Ramón Jiménez

Ayer tarde
volvía yo con, las nubes
que entraban bajo rosales
(grande ternura redonda)
entre los troncos constantes.

La soledad era eterna
y el silencio inacabable.
Me detuve como un árbol
y oí hablar a los árboles.

El pájaro solo huía
de tan secreto paraje
sólo yo podía estar
entre las rosas finales.

Yo no quería volver
en mí, por miedo de darles
disgusto de árbol distinto
a los árboles iguales.

Los árboles se olvidaron
de mi forma de hombre errante,
y, con mi forma olvidada,
oía hablar a los árboles.
Me retardé hasta la estrella.
En vuelo de luz suave
fui saliéndome a la orilla
con la luna ya en el aire.

Cuando yo ya me salía
vi a los árboles mirarme,
se daban cuenta de todo,
y me apenaba dejarles.

Y yo los oía hablar,
entre el nublado de nácares,
con blando rumor, de mí.
Y ¿cómo desengañarles?

¿Cómo decirles que no,
que yo era sólo el pasante,
que no me hablaran a mí?
No quería traicionarles.

Y ya muy tarde, ayer tarde,
oí hablarme a los árboles.

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Noche de pasión. Poema de amor

El aroma de tu pelo
provoca en la madrugada,
el palpitar de mi pecho
cuando te tengo abrazada.

¿Para que seguir durmiendo?
si tu piel parecen ascuas
encendidas con mis besos
que a ti te tienen bañada.

Y mi boca a ti te busca
del cuello a tu boca pasa
la sello con suspiros del alma
gemidos que a ti te abrasan.
Hay tanta temperatura
hay tanta pasión en el aire
que tu piel en mi piel provoca
sudores inconfesables.

Sobre tu cuerpo mi cuerpo
sobre tu espalda mi corazón
vamos camino hacia el cielo
llenos de amor y de pasión.

Por fin siento tus temblores
mi felicidad está servida
y en medio de los sudores
de nuevo te quedas dormida.
















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