Soneto secreto

Me miento y no hago caso del secreto.
Acude a mí en medio de los sueños.
Me dice que no ponga tanto empeño,
que oculto aguarda en versos de soneto.

Así escribo ajeno lo que callo.
Qué nadie ha de saber si, loco o cuerdo,
me encuentro dando vueltas al recuerdo,
que anclado está, y soy de el vasallo.

La noche espanta rauda a la razón,
arranca cada cuerda atada al mundo
regido en la mente, y no el corazón.

¡Qué sea el paso oscuro tan profundo,
que olvide pronto tanta desazón!
La vida es cierta y el sueño, vagabundo.

Salvador Gregorio

Vals de los enamorados...

No salieron jamás 
del vergel del abrazo. 
Y ante el rojo rosal 
de los besos rodaron.

Huracanes quisieron
con rencor separarlos.
Y las hachas tajantes
y los rígidos rayos.

Aumentaron la tierra
de las pálidas manos.
Precipicios midieron,
por el viento impulsados
entre bocas deshechas.
Recorrieron naufragios,
cada vez más profundos
en sus cuerpos sus brazos.

Perseguidos, hundidos
por un gran desamparo
de recuerdos y lunas
de noviembres y marzos,
aventados se vieron
como polvo liviano:
aventados se vieron,
pero siempre abrazados.


Miguel Hernández

















El 25 de marzo de 1931, con tan solo 20 años, obtuvo el primer y único premio literario de su vida concedido por la Sociedad Artística del Orfeón Ilicitano con un poema de 138 versos llamado Canto a Valencia, bajo el lema Luz..., Pájaros..., Sol...Para saber más pulse aquí.
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