De blanco y bronce...


Con los ojos verde oliva
va la yegua por el monte,
vuela en libertad la tusa
cuando persigue su nombre.

Corretea por el prado,
corre que corre y que corre,
la yegua la tarde corta
vestida de blanco y bronce.

Cuando la vista es sublime,
cuando la sangre va al trote,
hasta el viento es placentero
y la soledad más noble.
Que no la mire el calé
y el payo que ni la roce,
bajo las ramas del olmo
hay navajas y no flores,
que brillan como la luna
cuando esta besa la noche;
habrá sangre en las navajas
si la rondan los ladrones.

Romance Lorquiano



Ramon Bonachi

Dos sonetos de García Lorca


Amor de mis entrañas, viva muerte, 
en vano espero tu palabra escrita
y pienso, con la flor que se marchita, 
que si vivo sin mí quiero perderte. 

El aire es inmortal, la piedra inerte 
ni conoce la sombra ni la evita. 
Corazón interior no necesita 
la miel helada que la luna vierte. 

Pero yo te sufrí, rasgué mis venas, 
tigre y paloma, sobre tu cintura 
en duelo de mordiscos y azucenas. 

Llena, pues, de palabras mi locura 
o déjame vivir en mi serena noche 
del alma para siempre oscura.
Tú nunca entenderás lo que te quiero 
porque duermes en mí y estás dormido. 
Yo te oculto llorando, perseguido
por una voz de penetrante acero.

Norma que agita igual carne y lucero 
traspasa ya mi pecho dolorido
y las turbias palabras han mordido 
las alas de tu espíritu severo.

Grupo de gente salta en los jardines
esperando tu cuerpo y mi agonía
en caballos de luz y verdes crines.

Pero sigue durmiendo, vida mía.
Oye mi sangre rota en los violines.
¡Mira que nos acechan todavía!

Insomnio, Dámaso Alonso


Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres
(según las últimas estadísticas).

A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este
nicho en el que hace 45 años que me pudro,
y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los
perros, o fluir blandamente la luz de la luna.

Y paso largas horas gimiendo como el huracán, ladrando como
un perro enfurecido, fluyendo como la leche de la ubre
caliente de una gran vaca amarilla.

Y paso largas horas preguntándole a Dios, preguntándole por
qué se pudre lentamente mi alma,
por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta
ciudad de Madrid,
por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo.

Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre?
¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día,
las tristes azucenas letales de tus noches?

Dámaso Alonso y Fernández de las Redondas (Madrid, 22 de octubre de 1898, 25 de enero de 1990) fue un literato y filólogo español, director de la Real Academia Española, la Revista de Filología Española y miembro de la Real Academia de la Historia. Premio Nacional de Poesía de España en 1927 y Premio Miguel de Cervantes en 1978. Para saber más pulse aquí.

Frases para meditar de Otelo de William Shakespeare


-"Ser de tal o cual manera depende de nosotros. Nuestro cuerpo es un jardín y nuestra voluntad, la jardinera".

-"La honra no es más que una atribución vana y falsa que suele ganarse sin mérito y perderse sin motivo".

-"El pobre contento es rico y bien rico; quien nada en riquezas y teme perderlas es más pobre que el invierno".

-"Si al robo sonríes, robas al ladrón: te robas si lloras un vano dolor".

-"No habiendo remedio, las penas acaban al vernos ya libres de todas las ansias. Llorar la desdicha que no tiene cura agrava sin falta la mala fortuna".

-"Si en la balanza de la vida la razón no equilibrase nuestra sensualidad, el ardor y la bajeza de nuestros instintos nos llevarían a extremos aberrantes. Más la razón enfría impulsos violentos, apetitos carnales, pasiones sin freno. Por eso, lo que tú llamas amor, a mí no me parece más que un brote o un vástago".

-"El celoso no lo es por un motivo: lo es porque lo es. Son los celos un monstruo engendrado y nacido de sí mismo".

-"Aquel a quien roban, si no advierte el robo, mejor que lo ignore, y así nada pierde".

-"Te juro que es mejor ser engañado que sospecharlo una pizca".

-"De bobos es vivir si la vida es un suplicio, y morir significa prescripción si la muerte es nuestro médico".

-"El diablo de la embriaguez se ha dignado ceder el puesto al diablo de la ira".

-"Cuando el Maligno induce al pecado más negro, primero nos tienta con divino semblante".

-"Te lo ruego, háblame en la lengua de tus propios pensamientos y dale al peor de todos la peor de las palabras".

A las estrellas, Calderón

Esos rasgos de luz, esas centellas
que cobran con amagos superiores
alimentos del sol en resplandores,
aquello viven, si se duelen dellas.

Flores nocturnas son; aunque tan bellas,
efímeras padecen sus ardores;
pues si un día es el siglo de las flores,
una noche es la edad de las estrellas.

De esa, pues, primavera fugitiva,
ya nuestro mal, ya nuestro bien se infiere;
registro es nuestro, o muera el sol o viva.

¿Qué duración habrá que el hombre espere,
o qué mudanza habrá que no reciba
de astro que cada noche nace y muere.

Pedro Calderón de la Barca (Madrid, 17 de enero de 1600, 25 de mayo de 1681) fue un escritor español, caballero de la Orden de Santiago, conocido fundamentalmente por ser uno de los más insignes literatos barrocos del Siglo de Oro, en especial por su teatro. Para saber más pulse aquí.

Dos sonetos de Gongora


A un sueño

Varia imaginación que, en mil intentos,
a pesar gastas de tu triste amor
la dulce munición del blando sueño,
alimentando vanos pensamientos,

pues traes los espíritus despiertos
sólo a representarme el grave ceño
del rostro dulcemente zahareño
(gloriosa suspensión de mis tormentos),

el sueño (autor de representaciones),
en su teatro, sobre el viento armado,
sombras suele vestir de bulto hermoso.

Síguelo; mostraráte el rostro amado,
y engañarán un rato tus pasiones
dos bienes, que serán dormir y cuello.
A los celos

¡Oh niebla del estado más sereno, 
furia infernal, serpiente mal nacida! 
¡Oh ponzoñosa víbora escondida 
de verde prado en oloroso seno! 

¡Oh entre el néctar de Amor mortal veneno, 
que en vaso de cristal quitas la vida! 
¡Oh espada sobre mí de un pelo asida, 
de la amorosa espuela duro freno! 

¡Oh celo, del favor verdugo eterno!, 
Vuélvete al lugar triste donde estabas, 
o al reino (si allá cabes) del espanto; 

mas no cabrás allá, que pues ha tanto 
que comes de ti mesmo y no te acabas, 
mayor debes de ser que el mismo infierno.

Sonetos LI y LII Pablo Neruda


Soneto LI 

Tu risa pertenece a un árbol entreabierto 
por un rayo, por un relámpago plateado 
desde el cielo cae quebrándose en la copa, 
partiendo en dos el árbol con una sola espada. 

Sólo en las tierras altas del follaje con nieve 
nace una risa como la tuya, bienamante, 
es la risa del aire desatado en la altura, 
costumbres de araucaria, bienamada. 

Cordillerana mía, chillaneja evidente, 
corta con los cuchillos de tu risa la sombra, 
la noche, la mañana, la miel del mediodía, 

y que salten al cielo las aves del follaje 
cuando como una luz derrochadora 
rompe tu risa el árbol de la vida.
Soneto LII 

Cantas y a sol y a cielo con tu canto 
tu voz desgrana el cereal del día, 
hablan los pinos con su lengua verde: 
trinan todas las aves del invierno. 

El mar llena sus sótanos de pasos, 
de campanas, cadenas y gemidos, 
tintinean metales y utensilios, 
suenan las ruedas de la caravana. 

Pero sólo tu voz escucho y sube 
tu voz con vuelo y precisión de flecha, 
baja tu voz con gravedad de lluvia, 

tu voz esparce altísimas espadas, 
vuelve tu voz cargada de violetas 
y luego me acompaña por el cielo. 

Adán y Las cosas, sonetos


Federico García Lorca, Adán

A Pablo Neruda, rodeado de fantasmas

Árbol de sangre riega la mañana
por donde gime la recién parida.
Su voz deja cristales en la herida
y un gráfico de hueso en la ventana.

Mientras la luz que viene fija y gana
blancas metas de fábula que olvida
el tumulto de venas en la huida
hacia el turbio frescor de la manzana.

Adán sueña en la fiebre de arcilla
un niño que se acerca galopando
por el doble latir de su mejilla.

Pero otro Adán oscuro está soñando
neutra luna de piedra sin semilla
donde el niño de luz se irá quemando.
Jorge Luis Borges, Las cosas

El bastón, las monedas, el llavero
La dócil cerradura, las tardías
Notas que no leerán los pocos días
Que me quedan, los naipes y el tablero,

Un libro y en sus páginas la ajada
Violeta, monumento de una tarde
Sin duda inolvidable y ya olvidada,
El rojo espejo occidental en que arde

Una ilusoria aurora. ¡Cuántas cosas,
Limas, umbrales, atlas, copas, clavos,
Nos sirven como tácitos esclavos,

Ciegas y extrañamente sigilosas!
Durarán más allá de nuestro olvido;
No sabrán nunca que nos hemos ido.

Dos sonetos, Mi legado y Mentiras y pecados, Ramon Bonachi


Mi legado.

Yo también busqué luz donde no había
y tiré de mis sueños de pequeño,
fueron duros sin duda los momentos
que pasé sin soltar una sonrisa.

Me encontré con el odio de otro encima
y me convertí en lobo sin quererlo,
tuve que comulgar en un infierno
donde nadie ofrecía su mejilla.

Pintura, amor y letras me acercaron
al mundo donde siempre quise estar
y no al que le negaron a mi hermano.

Ahora todo aquello quedó atrás,
mis versos son el único legado
que lejos de morir viven en paz.
Mentiras y pecados

Quien sabe si en mi propio humor me pierdo;
intentando buscar comparaciones
quizá tenga pecados a montones,
pues vivo en la locura estando cuerdo.

Mantengo mis mentiras engañadas,
¡tanto! que parecen hasta ciertas ,
mas espero que Dios me abra las puertas
cuando me falte el aire a bocanadas.

Por abismos de errores me despeño,
pecados y mentiras a montones
se despeñan también con sus acciones
y escondiendo la mano de su dueño.

Mas quien diga que libra de pecado,
que vaya a contar cuentos a otro lado.

Ramon Bonachi

Soneto XVII, Pablo Neruda


No te amo como si fueras rosa de sal, topacio 
o flecha de claveles que propagan el fuego: 
te amo como se aman ciertas cosas oscuras, 
secretamente, entre la sombra y el alma. 

Te amo como la planta que no florece y lleva 
dentro de sí, escondida, la luz de aquellas flores, 
y gracias a tu amor vive oscuro en mi cuerpo 
el apretado aroma que ascendió de la tierra. 

Te amo sin saber cómo, ni cuándo, ni de dónde, 
te amo directamente sin problemas ni orgullo: 
así te amo porque no sé amar de otra manera, 
sino así de este modo en que no soy ni eres, 
tan cerca que tu mano sobre mi pecho es mía, 
tan cerca que se cierran tus ojos con mi sueño.

Pablo Neruda, de nacimiento Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto (Parral, 12 de julio de 1904 – Santiago, 23 de septiembre de 1973), fue un poeta chileno, considerado entre los mejores y más influyentes artistas de su siglo; «el más grande poeta del siglo XX en cualquier idioma», según Gabriel García Márquez.

Hay un niño en la calle...


“Hay un niño en la calle”
nos cantaba “La Negra”
con su voz luminosa
salpicada de estrellas…
pero ya no hay un niño,
hay legiones de niños
dormitando en la calle,
tiritando de frío
con las tripas en blanco
y el destino vendido
por un mundo canalla
que les niega el abrigo.

No hay un niño en la calle,
hay millones de niños
sin un pan bajo el brazo,
sin hogar ni cobijo,
jesusitos de carne
en portales cetrinos
sin incienso ni mirra,
sin más cuna que un nicho
donde perros perdidos
les disputan mendrugos,
donde solo las ratas
cantan sus villancicos.
Niños de las pateras,
niños de las guerrillas,
niño a precio de saldo
por las alcantarillas.
Hoy me miro al espejo
y me veo perdido
en mitad de un desierto
de neones cautivos,
celebrando banquetes
y brindando futuros
con griales de sangre
en portales oscuros,
donde pasan de largo
reyes, magos y estrellas,
donde ya no hay pastores
solo cerdos y hienas...
peleando los restos
de sus propias miserias.

José Luis Posa, natural de Barcelona (1.951) tiene sesenta y cuatro años, pero dice llevar veinte años de atraso porque quisiera saber mucho más de todo. Escritor precoz, comenzó a escribir con catorce años tras leer a Bécquer en Rimas y Leyendas...
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger... Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...