Glosa...Góngora

 Glosa

Si ociosa no, asistió Naturaleza 
Incapaz a la tuya, oh gran Señora, 
Concepción limpia, donde ciega ignora 
Lo que muda admiró de tu pureza.

Díganlo, oh Virgen, la mayor belleza 
Del día, cuya luz tu manto dora, 
La que calzas nocturna brilladora, 
Los que ciñen carbunclos tu cabeza.

Pura la Iglesia ya, pura te llama 
La Escuela, y todo pío afecto sabio 
Cultas en tu favor da plumas bellas.

¿Qué mucho, pues, si aun hoy sellado el labio, 
Si la naturaleza aun hoy te aclama 
Virgen pura, si el Sol, Luna y estrellas?
Contra los que dijeron... 

Con poca luz y menos disciplina,
al voto de un muy crítico y muy lego,
salió en Madrid la Soledad, y luego
a palacio con lento pie camina.

Las puertas le cerró de la Latina
quien duerme en español y sueña en griego,
pedante gofo, que, de pasión ciego,
la suya reza, y calla la divina.

Del viento es el pendón pompa ligera,
no hay paso concedido a mayor gloria,
ni voz que no la acusen de extranjera.

Gastando, pues, en tanto, la memoria,
ajena envidia, más que propria cera,
por el Carmen la lleva a la Victoria.

Garcilaso de la Vega, sonetos...

Soneto XXV

¡Oh hado ejecutivo en mis dolores, 
cómo sentí tus leyes rigurosas! 
Cortaste el árbol con manos dañosas, 
y esparciste por tierra fruta y flores.

En poco espacio yacen los amores, 
y toda la esperanza de mis cosas 
tornados en cenizas desdeñosas, 
y sordas a mis quejas y clamores.

Las lágrimas que en esta sepultura 
se vierten hoy en día y se vertieron, 
recibe, aunque sin fruto allá te sean,

hasta que aquella eterna noche oscura 
me cierre aquestos ojos que te vieron, 
dejándome con otros que te vean.
Soneto XXX

Sospechas, que en mi triste fantasía 
puestas, hacéis la guerra a mi sentido, 
volviendo y revolviendo el afligido 
pecho, con dura mano noche y día;

ya se acabó la resistencia mía 
y la fuerza del alma; ya rendido 
vencer de vos me dejo, arrepentido 
de haberos contrastado en tal porfía.

Llevadme a aquel lugar tan espantable, 
que, por no ver mi muerte allí esculpida, 
cerrados hasta aquí tuve los ojos.

Las armas pongo ya, que concedida 
no es tan larga defensa al miserable; 
colgad en vuestro carro mis despojos.
























Garcilaso de la Vega, Garcilaso entró a servir en 1520 al rey Carlos I de España en calidad de contino real. Aprendió griego, latín, italiano y francés, así como el arte de la esgrima y a tocar la cítara, el arpa y el laúd...Para saber más pulse aquí.

Romance de Fontefrida.

Fontefrida, Fontefrida, Fontefrida y con amor, 
do todas las avecicas van tomar consolación, 
si no es la tortolica que está viuda y con dolor. 

Por ahí fuera pasar el traidor del ruiseñor, 
las palabras que él decía llenas son de traición; 
Si tú quisieses, señora, yo sería tu servidor. 

Vete de ahí, enemigo, malo, falso, engañador, 
que ni poso en ramo verde, ni en prado que tenga flor, 
que si hallo el agua clara, turbia la bebía yo; 
que no quiero haber marido, porque hijos no haya, no, 
no quiero placer con ellos, ni menos consolación. 

Déjame, triste enemigo, malo, falso, mal traidor, 
que no quiero ser tu amiga ni casar contigo, no.

Un romance es una composición lírica de origen español. Consiste en una serie indefinida de versos generalmente octosílabos con rima asonante en los versos pares 2, 4, 6, 8, etc., y los impares sueltos.

Los romances tenían su origen, según la historia literaria tradicional, menendezpidaliana (propuesta por el filólogo Ramón Menéndez Pidal), en la fragmentación de los cantares de gesta y epopeyas medievales. Los romances surgieron a finales del siglo XIV, cuando los juglares transmitían estos poemas anónimos oralmente...Para saber más pulse aquí.

Oración a la luz. José María Pemán

Señor: yo sé que en la mañana pura
de este mundo, tu diestra generosa
hizo la luz antes que toda cosa
porque todo tuviera su figura.

Yo sé que te refleja la segura
línea inmortal del lirio y de la rosa
mejor que la embriagada y temerosa
música de los vientos en la altura.

Por eso te celebro yo en el frío
pensar exacto a la verdad sujeto
y en la ribera sin temblor del río:

por eso yo te adoro, mudo y quieto:
y por eso, Señor, el dolor mío
por llegar a Ti se hizo soneto.

De niño, José María recibió educación católica en el colegio del Oratorio de San Felipe Neri de Cádiz ​(marianistas), orden que venía huyendo de las leyes laicistas francesas y asentada en Cádiz. Como alumno fue ejemplar, sacando un gran número de sobresalientes y notables, cómo se puede ver en su expediente académico, que se encuentra en el Archivo Histórico Provincial de Cádiz...Para saber más pulse aquí.

Sonetos de Espronceda y Hernando de Acuña.

Helos allí: junto a la mar bravía
cadáveres están ¡ay! los que fueron
honra del libre y con su muerte dieron
almas al cielo, a España nombradía.

Ansia de patria y libertad henchía
sus nobles pechos, que jamás temieron,
y las costas de Málaga los vieron
cual sol de gloria en desdichado día.

Españoles, llorad; mas vuestro llanto
lágrimas de dolor y sangre sean,
sangre que ahogue a siervos y opresores.

Y los viles tiranos con espanto
siempre delante amenazantes vean
alzarse sus espectros vengadores.

Espronceda
Ya se acerca, Señor, o ya es llegada
la edad gloriosa en que promete el cielo
una grey y un pastor solo en el suelo
por suerte a vuestros tiempos reservada.

Ya tan alto principio en tal jornada
os muestra el fin de vuestro santo celo
y anuncia al mundo, para más consuelo,
un monarca, un imperio y una espada.

Ya el orbe de la tierra siente en parte
y espera en todo vuestra monarquía,
conquistado por vos en justa guerra.

Que a quien ha dado Cristo su estandarte
dará el segundo más dichoso día
en que, vencido el mar, venza la tierra.

Hernando de Acuña..

Dos sonetos de Lope de Vega

Pasé la mar cuando creyó mi engaño 
que en él mi antiguo fuego se templara; 
mudé mi natural porque mudara 
naturaleza el uso, y curso el daño.

En otro cielo, en otro reino extraño, 
mis trabajos se vieron en mi cara, 
hallando, aunque otra edad tanta pasara, 
incierto el bien y cierto el desengaño: 

el mismo amor me abrasa y atormenta 
y de razón y libertad me priva. 
¿Por qué os quejáis del alma que le cuenta? 

¿Que no escriba, decís, o que no viva? 
Haced vos con mi amor que yo no sienta 
que yo haré con mi pluma que no escriba.
Boscán, tarde llegamos. ¿Hay posada? 
Llamad desde la posta, Garcilaso. 
¿Quién es? -Dos caballeros del Parnaso. 
No hay donde nocturnar palestra armada. 

No entiendo lo que dice la criada. 
Madona, ¿qué decís? -Que afecten paso, 
que obstenta limbos el mentido ocaso 
y el sol depingen la porción rosada. 

¿Estás en ti, mujer? -Negóse al tino 
el ambulante huésped. -¡Que en tan poco 
tiempo tal lengua entre cristianos haya! 

Boscán, perdido habemos el camino; 
preguntad por Castilla, que estoy loco 
o no habemos salido de Vizcaya.

Dos sonetos a Sevilla...

Mística de naranja su verbena
colgada en un desmayo de cintura,
se repliega tu blanca arquitectura,
traspasada del mástil y la pena.

En la mañana donde abril resuena
su vara de clavel hecha frescura,
el álgebra de sol, la sombra pura
que a la Giralda te incorpora plena.

Protegido en el oro de ancha torre,
¡qué azul de puerto junto a tu alma corre
reciennacido en nácares de frío!

¡Y qué verdor torero tu costado
si ondula su contorno soleado
en la viva parábola del río...!
«Giralda en prisma puro de Sevilla,
nivelada del plomo y de la estrella,
molde en engaste azul, torre sin mella,
palma de arquitectura sin semilla.

Si su espejo la brisa enfrente brilla,
no te contemples ay, Narcisa en ella,
que no se mude esa tu piel doncella,
toda naranja al sol que se te humilla.

Al contraluz de luna limonera,
tu arista es el bisel, hoja barbera
que su más bella vertical depura.

Resbala el tacto su caricia vana.
Yo mudéjar te quiero y no cristiana.
Volumen nada más: base y altura».

Juan Sierra

Hijo de la tierra...

Hijo de la tierra, 
te arrojó el Jardín. 
Aunque veas sombras 
no quieras lucir.

Tu madre era bella, 
la secan los vientos. 
Tu madre era tierna, 
se quema en el yermo.

Tu madre mordía 
la flor del manzano, 
cuando el hombre puso 
tu vida en su mano.

Tu madre sembraba 
contigo el centeno, 
cuando tú bebías 
la leche en su cuenco.

Hijo de la ira 
de Dios implacable. 
No podrá salvarte 
del odio tu madre.

No duermas, vigila. 
No duermas, despierta. 
Te amenaza fría 
la heredad desierta.
Te persiguen ojos 
sin dulce descanso. 
Te aborrece eterna 
del Creador la mano.

Las gacelas corren: 
correrás tú más. 
Los leones saltan: 
tú debes saltar.

Los arroyos huyen: 
tú tienes que huir. 
Aunque yo lo quiera, 
¡no puedes dormir!

No duermas, escucha. 
No duermas, acecha.

Silbarán las aves 
sobre ramas ebrias
para hacerte leve 
esta oscura tierra.

Escúchame, hijo: 
no duermas, no duermas...

Por todos los siglos, 
¡no duermas, no duermas...

Carmen Conde

Deseos de martirio y A la muerte de Raquel, sonetos

Deseos de martirio.

¡Esposas dulces, lazo deseado,
ausentes trances, hora victoriosa,
infamia felicísima y gloriosa,
holocausto en mil llamas abrasado!

Di, Amor, ¿por qué tan lejos apartado
se ha de mí aquella suerte venturosa
y la cadena amable y deleitosa
en dura libertad se me ha trocado?

¿Ha sido por ventura haber querido
que la herida, que al alma penetrada
tiene con dolor fuerte y desmedido,

no quede socorrida ni curada
y, el afecto aumentado y encendido,
la vida a puro amor sea desatada?

Luisa de Carvajal
A la muerte de Raquel.

Llora Jacob de su Raquel querida
la hermosura marchita en fin temprano,
que cortó poderosa y fuerte mano
del árbol engañoso de la vida.

Ve la purpúrea rosa convertida
en cárdeno color, en polvo vano,
y la gala del cuerpo más lozano
postrada en tierra, a tierra reducida.

"¡Ay!", dice, "¡Gozo incierto! ¡Gloria vana!
¡Mentido gusto! ¡Estado nunca fijo!
¿Quién fía en tu verdor, vida inconstante?

Pues cuando más robusta y más lozana
un bien que me costó tiempo prolijo
me lo quitó la muerte en un instante."

Miguel de Barrios.

Sonetos a Andalucía


Cielo azul entre campos soleados, 
desde Jaén a Córdoba la Llana. 
Una lírica gracia sevillana
y un bálsamo de olivos plateados. 

Carabelas y afanes preparados
al alborear en Huelva la mañana, 
de la gloriosa gesta americana
de marinos por Dios iluminados. 

Cádiz, napoleónica e isleña. 
Gloria mediterránea malagueña. 
Y un mar de fandanguillo en Almería

España admira, absorta y asombrada, 
la infinita belleza de Granada. 
¡Belleza sin igual de Andalucía!
La centenaria piedra al sol dorada;
Bética Madre en quién florece el río.
Campiña que arde al fuego del estío;
jara, espliego y tomillo, cumbre alada.

Por la cultura, tú, romanizada.
Por el Corán se pierde tu albedrío.
Te libra el fuego de la Cruz del frío,
teológico sentir, cristianizada.

Risueña en tus viñedos y olivares,
poetas te coronan de cantares,
prudente y sabia en tu filosofía.

Y entre callejas, plazas y rincones,
un cante jondo enciende corazones.
Y brota del nocturno tu Poesía.



















Juan Morales Rojas, es un poeta y maestro, nace el 17 de junio de 1918 en la calle Almanzor número 34 de Córdoba y muere el 10 de abril de 1991. Fue propietario del Colegio Nuestra Señora de la Fuensanta ubicado en el barrio de Ciudad Jardín...Para saber más pulse aquí.

Dream. Rubén Darío

Se desgrana un cristal fino 
sobre el sueño de una flor; 
trina el poeta divino... 
Bien trinado, Ruiseñor.

Bottom oye ese cristal 
caer, y bajo la brisa 
se siente sentimental. 
Titania toda es sonrisa.

Shakespeare va por la floresta, 
Heine hace un lied de la tarde... 
Hugo acompaña la Fiesta 
Chez Thérèse. Verlaine arde.
En las llamas de las rosas, 
alocado y sensitivo, 
y dice a las ninfas cosas 
entre un querubín y un chivo.

Aubrey Beardsley se desliza 
como un silfo zahareño; 
con carbón, nieve y ceniza 
da carne y alma al ensueño.

Nerval suspira a la Luna, 
Laforgue suspira de 
males de genio y fortuna. 
Va en silencio Mallarmé.
















La niñez de Darío transcurrió en León, criado por sus tíos abuelos Félix y Bernarda, a quienes consideró en su infancia sus verdaderos padres (durante sus primeros años firmaba sus trabajos escolares como Félix Rubén Ramírez). Apenas tuvo contacto con su madre, que residía en Honduras, y con su padre, a quien llamaba "tío Manuel". para saber más pulse aquí.

Aire fresco...

¡Oh!, suceso que a mí llegas 
desnudo y limpio de taras 
delator de mi presente 
mas de mi futuro nada.

Bocado fresco de viento 
que soplas sobre mis alas 
no me niegues los favores 
de tus súbditas mañanas. 

Tú que iras dejando huellas 
por mis múltiples batallas 
no agrandes mas mis heridas 
con días negros al alba. 
¡Oh!, viento desconocido 
tráeme un poco de esperanza
pues las penas se quedaron 
doce meses en mi espalda.

Sopla alegre y con frescura 
y aleja de mi el fantasma 
que me cubre con su sombra
y le mete miedo al alma.

¡Oh! mi extraño acompañante
dame la paz que me falta 
doce meses pasan pronto 
si no me lleno de llagas.

Los tres reyes magos...

Llegad, Reyes del Oriente; 
la estrella que os va guiando 
ya de Belén en la gruta 
fija sus destellos claros; 
y cuando llenos de gozo 
adoréis al niño santo, 
seguid por nuevos caminos, 
cruzad ligeros los campos, 
y atravesad las ciudades 
donde os están esperando 
los pequeñuelos: dormidos, 
con la sonrisa en los labios, 
parece que están diciendo: 
¿qué traerán los Reyes Magos? 

Los adurmió la esperanza, 
y en el sueño, dulce y grato, 
ven agrandarse, agrandarse, 
las figurillas de barro 
que estaban quietas y fijas 
del Nacimiento en lo alto; 
y por las calles obscuras 
pasáis en bullicio extraño, 
en ricos mantos envueltos, 
sobre los caballos blancos 
y en los cestos primorosos, 
que en las ventanas colgaron, 
dejáis los lindos juguetes 
y confites delicados, 
y al toque de las trompetas, 
y al trote de los caballos, 
cual fantasmas de la noche 
vais pasando, vais pasando.

Ya pasasteis, ya pasasteis;
¡también los tiempos pasaron!
En las sendas de la vida
atrás os fuimos dejando,
y a otros reyes ofrecimos
el corazón por esclavo:
al oro, que es rey del mundo;
al amor, que es rey tirano;
 al éxito, que envanece
 con su pasajero aplauso;
y cuando en alas del tiempo 
también se van alejando 
y en el borde del camino 
tristes y solos quedamos, 
¡ah! cómo entonces volvemos 
los ojos a lo pasado, 
buscando vuestros contornos 
en el imborrable cuadro 
de aquella edad venturosa 
que os esperaba soñando. 

Porque fuisteis la inocencia 
de nuestros primeros años; 
porque fuisteis la caricia 
de aquella bendita man 
que os colocó, cuidadosa, 
del Nacimiento en lo alto, 
y en el cestillo de mimbres 
colocó vuestro agasajo. 
¡Ah! si venís todavía 
como en los tiempos lejanos, 
para ser de los pequeños 
el regocijo y encanto, 
dejad también a los grandes 
de vuestros presentes algo; 
dejad también a los tristes, 
para el corazón, un bálsamo, 
algún consuelo en el alma 
y una oración en los labios; 
y al dormirnos, dulces sueños 
de la infancia recordando, 
tal vez una blanca sombra 
nos tienda amorosos brazos, 
diciéndonos, como entonces: 
¡ya vienen los Reyes Magos! 

Mercedes de Velilla y Rodríguez (Sevilla, 24 de septiembre de 1852-Camas, 12 de agosto de 1918), fue una ensayista, dramaturga y poetisa y una de las escritoras más representativas del movimiento literario de Andalucía en la segunda mitad del siglo XIX, para saber más pulse aquí.
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