Glosa
Si ociosa no, asistió Naturaleza
Incapaz a la tuya, oh gran Señora,
Concepción limpia, donde ciega ignora
Lo que muda admiró de tu pureza.
Díganlo, oh Virgen, la mayor belleza
Del día, cuya luz tu manto dora,
La que calzas nocturna brilladora,
Los que ciñen carbunclos tu cabeza.
Pura la Iglesia ya, pura te llama
La Escuela, y todo pío afecto sabio
Cultas en tu favor da plumas bellas.
¿Qué mucho, pues, si aun hoy sellado el labio,
Si la naturaleza aun hoy te aclama
Virgen pura, si el Sol, Luna y estrellas?
Contra los que dijeron...
Con poca luz y menos disciplina,
al voto de un muy crítico y muy lego,
salió en Madrid la Soledad, y luego
a palacio con lento pie camina.
Las puertas le cerró de la Latina
quien duerme en español y sueña en griego,
pedante gofo, que, de pasión ciego,
la suya reza, y calla la divina.
Del viento es el pendón pompa ligera,
no hay paso concedido a mayor gloria,
ni voz que no la acusen de extranjera.
Gastando, pues, en tanto, la memoria,
ajena envidia, más que propria cera,
por el Carmen la lleva a la Victoria.
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