En un palacio de oro
con las cortinas de plata
hay una niña llorando
que la soledad la mata...
Nació entre paños de seda
pero sola se crió
sin el calor de sus padres,
sin saber lo que es amor...
Renegó de su alta cuna
el día que conoció
un niño que sin fortuna
deslumbraba mas que el sol.
Ese día la chiquita
cuando llegó a su palacio
juró con agua bendita
que cambiaría sus pasos.
Toma un petate y se marcha
por el mundo a caminar,
atrás dejó su riqueza
y también su soledad...
Escribo este poema recordando a una amiga de la juventud, muy rica, pero muy sola...
Ángel Reyes Burgos