Él era como flecha clavada en mi sentido.
La dulce melodía que en mi oído sonaba.
Él era un hermoso sueño en mis sienes metido.
Mas era, el dulce trino que a mi alma arrebataba.
Él era melodioso, canto, agua que reía
cayendo como una cascada sobre mi frente,
cuando en largas y silenciosas noches ponía
a mi corazón dócil, latiendo fuertemente.
ÉL era un gran jardín cuajadito de rosas.
El cielo de mis ojos porque era claridad.
Era la sinfonía de notas amorosas
que mi vida soñando oyera en inmensidad.
Mas ahora sólo es, opaco fulgor que enciende
ese momento más triste de mi oscura vida.
La chispa donde siento con calvario que prende
ascua que caldea mi cuerpo, cuando ardo impávida.
Apagado con sombra fue escape de misterio
el tizón más ardiente de su querer cobarde.
La humedad de mi llanto fue solo cementerio
que al secar mis lágrimas, a su amor ha bastarde.
Recuerdo por un ayer que solo fueron besos
cuando en presente hora, sobre frente agonizan.
Ardientes fueron ojos y de mirar profesos,
mucho más que la lumbre, que ahora los atizan.