La Catrina y su historia para el Día de Los Muertos


“La muerte es democrática, ya que, a fin de cuentas, güera, morena, rica o pobre, toda la gente acaba siendo calavera”, decía el caricaturista José Guadalupe Posada, quien se refería a su más famoso personaje, la Catrina.
Según la leyenda, el origen de la Catrina es la figura azteca Mictecacihuatl, la diosa de la muerte. En la leyenda la diosa azteca de la muerte se quedó con los huesos de los muertos, ya que en algún momento podrían usarse. La diosa los guardó para que, si fueran necesarios, pudieran utilizarse.

Los parques de atracciones de la ciudad tienen sus eventos por Halloween.

Este personaje vuelve a tomar vida como una figura icónica que va de la mano del Día de los Muertos, y viste de una manera muy fina.

La Catrina como símbolo popular de la muerte, fue bautizada como tal por el muralista Diego Rivera (1886-1957), pero no fue el primero en incluirla en sus obras, pues José Guadalupe Posada (1852-1913) fue el precursor de dicha representación

La Catrina inicialmente era conocida como “La Calavera Garbancera”, por el título que le dio Posada al grabado en el que se representa a una mujer con atuendo muy fino, y dibujos por los cuales se les hacía burla a las clases más privilegiadas de México.

El garbancero era aquel que, a pesar de tener sangre indígena, pretendía ser europeo y renegaba de su propia cultura. También se les llamaba malinchistas.

Posada era un crítico social y en sus obras el artista retrataba la injusticia que existía en el Porfiriato, época en la que el presidente Porfirio Díaz estuvo hasta tres décadas en el mismo puesto antes de que se diera la revolución mexicana.

A través del tiempo, la figura de La Catrina perduró como símbolo de protesta y desde entonces se agrega a las fiestas de Día de Muertos en altares mientras muchos se visten de catrinas y catrines.


La Sabinosa, (Un lugar oscuro)



En la arena la fresca brisa danza 
suavemente, formando remolinos 
que parecen romper con un silencio 
estruendoso  y a veces enfermizo.

A lo lejos…recuerdos de un pasado;
parca luz del ayer, calor y frío,
sollozando en las dunas que conservan
el dolor con el verde que ha parido.

Entre azules se encuentra el horizonte,
conservando la voz de algún maldito
que llegó como mucho hasta la orilla, 
con el nombre bordado en el bolsillo.



Por fortuna enterrado está el verdugo 
las sotanas , las cofias  y el cinismo ,
se disfruta de nuevo del ambiente 
sin tener que pedirle al juez permiso.

Los colores, también,  con nuevos tonos, 
son ahora más puros  y mas vivos,
con las olas trayendo sus cantares,
y el pincel reviviendo viejos mitos


Óleo sobre tela : Claudio Claudi Bonachí Solé

Oh Venus



Clara noche en que vi confusamente
mezclarse mi desdicha y mi ventura,
noche de amor y noche de amargura
siempre en mis ojos estarás presente.

Veré continuar el oro refulgente
que de orla sirve a la celeste altura,
el vivo resplandor la nieve pura,
la dulce majestad y el fuego ardiente.

Veré la copa del placer unida
al vaso del dolor y en un instante
empezar y acabar mi triste vida,

mas no veré sereno mi semblante
hasta serme otra noche concedida
de tanto gusto pero más constante.





Oh Venus, tu jardín ameno ha sido
Abierto al fin; entré con pie dudoso.
¡Qué lindas frutas! ¡Qué ámbar delicioso!
¡Qué nuevo agrado allí tuvo el sentido!

A tu fuente llegué; y aun atrevido
Apliqué al agua el labio caluroso;
Estaba a cada sorbo más ansioso:
Todo el raudal hubiérame bebido.

Si en los contornos de tu templo sacro
Tartos placeres unes ¡cuán mayores
Serán ante tu mismo simulacro!

¡Y cuál será llegar entre mil flores
Al bien supremo de tocar el ara!
¡Quien en ella al Amor sacrificara!

Gaspar María de la Nava Álvarez


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