Sonetos VII y VIII de Garcilaso de la Vega

SONETO VII

No pierda más quien ha tanto perdido, 
bástate, amor, lo que ha por mí pasado; 
válgame agora jamás haber probado 
a defenderme de lo que has querido.

Tu templo y sus paredes he vestido 
de mis mojadas ropas y adornado, 
como acontece a quien ha ya escapado 
libre de la tormenta en que se vido.

Yo había jurado nunca más meterme, 
a poder mío y mi consentimiento, 
en otro tal peligro, como vano.

Mas del que viene no podré valerme; 
y en esto no voy contra el juramento; 
que ni es como los otros ni en mi mano.
SONETO VIII

De aquella vista buena y excelente 
salen espíritus vivos y encendidos, 
y siendo por mis ojos recibidos, 
me pasan hasta donde el mal se siente.

Entránse en el camino fácilmente, 
con los míos, de tal calor movidos, 
salen fuera de mí como perdidos, 
llamados de aquel bien que está presente.

Ausente, en la memoria la imagino; 
mis espíritus, pensando que la vían, 
se mueven y se encienden sin medida;

mas no hallando fácil el camino, 
que los suyos entrando derretían, 
revientan por salir do no hay salida.

























No olvidó Garcilaso potenciar sus relaciones con la Casa de Alba y en 1523 participó, junto a Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, el futuro Gran Duque de Alba, en la campaña de Fuenterrabía. Este fue el origen de una amistad que se vio probada más adelante con la intervención de Fernando a favor de Garcilaso ante el propio emperador en varias ocasiones...Para saber más pulse aquí.

Sabor fuerte, poema de amor

Para la vida limones
para tus labios la miel
para tu corazón ilusiones
y besos sobre tu piel.

Es por tu sabor tan fuerte
que al limón le doy sentido
cuando en tus labios presente
mis labios están perdidos.

Todo en ti es pura magia
lo fuerte me sabe a suave
porque el beso de tu boca
es como brisa en un valle...
Jamás me hubiera imaginado
que al besarte dulcemente
en tus labios encendidos
sienta el sabor de la muerte.

Pero es muerte que me da vida
es muerte que me resucita
es muerte ahuyentando heridas
muerte que mi alma necesita.

De niño fruncía el ceño
cuando me daban limón
pero si me lo da tus besos
se frunce hasta el corazón.
















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