Bola de cristal de Navidad

Tengo en mi corazón una bola de cristal llena de luciérnagas,
durante el año, suelo sacarla cuando el peso del mundo oprime mi alma,
las observo y las noticias de la injusticia, malos tratos, guerras y hambre,
se esfuman de mi mente y mi mundo se transforma por encanto.

El peso de la sinrazón humana, que viaja en el tren de la intolerancia,
con los ojos cerrados al sufrimiento ajeno, mirando el centro de su egocentrismo,
desaparece al contemplarlas, dando paso al mundo de mis sueños,
donde cada una de mis luciérnagas que encarnan un alma humana,
no sufren los males de la humanidad.

La vida que me presenta cada alma, vive en un mundo de felicidad perpetua,
no hay cárceles en este mundo tan especial carente de delitos,
jamás un niño fue maltratado o sometidos a vejaciones o abusos,
en donde cada una de mis luciérnagas, carecen de hambre o enfermedad
y el fantasma de la guerra definitiva y la muerte, desapareció para siempre.

Hoy con la cercanía de la Navidad, saqué de nuevo mi bola de cristal
y pude sentirme realmente feliz, al contemplar de nuevo mis luciérnagas
y poder soñar despierto, en la mas maravillosa fantasía de mi vida.

Una marcha peligrosa...


Corría el mes de octubre de 1932, cuando la comitiva puso rumbo al interior de la sierra que aparecía ya nevada, Lucrecia era la única mujer del grupo y tenía razones poderosas, ella era la madre de esa bestia que nunca tuvo que haber nacido, puso solo una condición, nadie excepto ella podía dar muerte a ese ser,…ella se encargaría de eso. Conduciría al grupo hasta la cueva donde dejó a su hijo. Solo Javier y Eva, sabían que Lucrecia era su madre.

La cueva estaba a más de un día de dura caminata con tiempo bueno, pero las circunstancias eran muy adversa por una sierra sin caminos y nevada, no cesaba de caer el agua nieve que le impedía la visibilidad y dejaban sus manos, pies y rostros entumecidos, tuvieron que hacer varias paradas para descansar y calentarse.
Antes del anochecer, comprobaron en una cueva y la encontraron vacía, en esa cueva solía invernar un oso pardo…era amplia y se instalaron en ella para pasar la noche, un generoso fuego los mantendría calientes y a salvo de animales.

Los despertó temprano una exclamación en el exterior de la cueva, Mierda, ¿quién pudo hacer esto? , el asno que llevaba las provisiones, aparecía descuartizado como si unos cuantos osos los hubiera atacado.
Todo el tronco del árbol donde estaba amarrado, aparecía cubierto de sangre, se notaba en el rostro de la gente la preocupación y el miedo, uno sentenció…si hicieron esta barbaridad en completo silencio, podían haber acabado con todos nosotros…

Lucrecia pidió calma y la necesidad de seguir con la misión, indispensable para la seguridad de todos en la aldea y su tranquilidad. Tomaron un rápido y frugal desayuno y se pusieron en marcha de nuevo bajo una intensa nevada.

El día fue durísimo para todos, no estaban suficientemente preparados para el intenso frío y esa cantidad de nieve que les dificultaba cada paso que daban, aunque tomaron toda la ropa de abrigo que había en la aldea, eran gente muy pobre que carecían de muchas cosas básicas…pero su determinación en la empresa que tenían por delante, les armó de valor para llevarla hasta el final. Descansaron solo una vez a las tres de la tarde para tomar alimentos y enseguida se pusieron de nuevo en marcha.

La nieve les dio una tregua y consiguieron llevar un ritmo más rápido aunque siempre mermado por los treinta centímetros de nieve que había bajo sus pies. A las seis de la tarde, advirtió Lucrecia que la cueva ya no estaba muy lejos y se pararían a descansar, la sierra estaba plagada de cuevas y guaridas muchas abandonada y en una de ellas que parecía todo lo confortable que una guarida puede ser, se dispusieron a cenar y a pasar la noche.

Por la mañana se despertaron sin ningún contratiempo…aunque eso se truncó cuando Andrés el carpintero que se había echado a dormir a la entrada de la cueva para vigilar, había desaparecido sin dejar rastro,  no había signos de violencia ni manchas de sangre pero Andrés no aparecía por ningún sitio…De mi novela Venganza Salvaje, para seguir leyendo pulse aquí.

Desnudo...

Su cuerpo resonaba en el espejo
vertebrado en imágenes distantes,
uno y múltiple, espeso, de reflejo
reverso ahora de inmediato antes.

Entraba de anterior huida al dejo
de sí mismo, en retornos palpitantes,
retenido, disperso, al entrecejo
de dos voces, dos ojos, dos instantes.

Toda su ausencia estaba en su presencia
dilatada hasta el próximo asidero
del comienzo inminente de otra ausencia,

rumbo intacto de espacio sin sendero
al inmóvil azar de su querencia,
estatua de su cuerpo venidero.

Mariano Brull Caballero (24 de febrero de 1891- 8 de junio de 1956) fue un poeta cubano por lo general asociado con el movimiento simbolista francés...Para saber mas pulse aquí.

La luz de tus ojos


Si pudiera contemplar tus pupilas cada noche, 
reflejaría mi alma anclada a la tuya. 

Si pudieras imaginar tu mirada en mis ojos,
encontrarías las palabras que mis labios callan. 

Si pudieras buscar en mis ojos tu esencia,
encontrarías en mis pupilas tus besos. 

Si oscurece cada noche en la luz de tus ojos
yo me encuentro en pleno día. 

Si cada mirada hablara te contaría lo siento, 
entenderías lo que en ti veo. 

Si mis labios enmudecieran, mis ojos hablarían, 
te dirían como una caricia puede encender un fuego. 

Si mis pupilas pudieran mostrarte lo que siento, 
te describirían como un suspiro te lleva al cielo. 

Si en un parpadeo pudiera decirte como describe 
mis manos tu cuerpo sentirías tu piel ardiendo. 

Si con un silencio pudiera decirte lo que siento, 
entenderías que las noches son días cuando tus ojos me iluminan, 

AUTORA: Lissi Olazar 
Derechos Reservados. 
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