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Espíritus de los muertos, Edgar Allan Poe


Tu alma, sobre la tumba de piedra gris
a solas yacerá con sombríos pensamientos;
Nadie, en toda esa intimidad, penetrará
en la delgada hora de tu Secreto,

Sé silencioso en esa quietud,
la cual no es Soledad, ya que
Los Espíritus de los Muertos,
quienes te precedieron en la Vida,
en la Muerte te rodearán,
y con Sombras, tu quietud enlazarán;

La Noche, tan clara, se oscurecerá,
y las estrellas nos arrebatarán su brillo
desde sus altos tronos en el Cielo,
con su luz de esperanza para los mortales,
pero sus esferas rojas, apagadas,
en tu hastío tendrán la forma de Fiebre y Llamas,
y te reclamarán para siempre.

Ahora son pensamientos que no desterrarás,
ahora son visiones casi desvaneciéndose;
de tu Espíritu no pasarán jamás,
como la gota de rocío muere sobre la hierba

La brisa, aliento de Dios, es inmóvil,
y la niebla sobre la colina
Sombría, sombría, y a la vez intocable,
Es una Señal y un Símbolo.
¡Cómo se extiende sobre los árboles,
Misterio de Misterios!


Epilogo de las damas y el te de las cinco...

El agente del servicio secreto tras la muerte del senador, tomó un diario de su casa y
comenzó a leerlo…

Mayo, este mes es el de las flores y a mi casa ha entrado la más hermosa que jamás he visto, las rosas se llamaran a partir de ahora para mi Lucrecia…

He sentido vértigo al mirar sus profundos ojos negros y hubiese querido seguir cayendo hasta perderme en lo más profundo de esa noche estrellada.

Junio, no se si es la inocencia de de sus dieciséis años la que hace que se mueva por la casa con esa sensualidad, o es solo su cuerpo que se mueve natural meciéndose como la llama de una vela en una suave brisa, pero a mi me hace perder el sentido.

Mayo. Hoy hace un año que está mi preciosa rosa conmigo, le encargué una tarta de cumpleaños y al soplar sus diecisiete velas, pedí diecisiete deseos mientras evocaba los cuentos de las mil y una noches…

Agosto, el calor es insoportable y estoy pegado a los cristales mirando a esa sirena que nada en la piscina, su cuerpo me paraliza, sus pechos me hacen respirar agitado mientras el suyo se agita por el ejercicio y yo siento cada uno de sus movimientos. Me pego contra el cristal con una evidente erección y ella me mira sonriendo, me retiro turbado.

Octubre, Ha salido de la ducha, no se si me ha visto abajo mientras andaba por la galería superior, la toalla se le ha caído y sin mirar hacia abajo, se paró ante un espejo y se la puso de nuevo con la delicadeza de una madre que envuelve a su hijo, me senté por que las piernas me temblaban…

Noviembre, mi mujer se marchó a su casa de Francia, dice que no aguanta ver cómo me comporto como un crío cada vez que la tengo cerca, adiós y que te vaya bien.

Por primera vez he cenado solo con ella, se ha puesto el vestido rojo que le compré y hoy más que nunca parece una rosa roja insinuante, sus labios rojos pronunciaron, hola senador que me sonó a promesa y sueños, se acercó a mí y me beso en la mejilla y un volcán surgió de mi interior para adueñarse de mi rostro.

Febrero, sus modales a veces se acercan a lo obsceno cuando sentada abre las piernas sin llevar nada debajo, pero yo se que en ella no hay obscenidad, su juventud la hace ser desinhibida y a mi atrevido, pero cuando intento un acercamiento, ella solo me dice…

Pero que se ha creído usted senador… me está volviendo loco…

Abril, va a cumplir dieciocho años y le he regalado un vestido nuevo, en la cena me dice que tiene una sorpresa para mí y sube a su cuarto…

La veo bajar por la escalara con el vestido puesto, cuando va a medio camino se para y se quita la chaquetilla, tres escalones más y se quita la falda, cuando llega hasta mi solo tiene un tangas y el sujetador…senador el resto es tuyo… ¿me lo quitas?

No se lo quité, se lo arranqué con los dientes y cuando la tendí sobre la mesa me dijo…

No senador, es nuestra primera vez, hagámoslo en la cama.

Hubiera querido pasar la noche con ella, pero se marchó a su cuarto en cuanto hicimos el amor diciéndome… ¿no querrás acabártelo todo hoy?

A los tres días me enseñaba una cinta de nuestra noche diciéndome que había copias de seguridad en tres bancos por si le pasaba algo, destrozó mi carrera y mis posibilidades para ser presidente, destrozaron mi vida y sobre todo rompió mi corazón…

El agente del servicio secreto cerró su diario después de comprender al senador…

Para leer entera, pulse aquí

Fin

Autor: Ángel Reyes Burgos
Código: 1401219876117
Fecha 21-ene-2014 19:40 UTC
Licencia: Todos los derechos reservados

Ángel Reyes Burgos

Sorpresa y muerte...


El juicio de Berta era por asesinato, pero a esos cargos se añadirían, conspiración para asesinar, blanqueo de dinero, trafico de drogas y otros cargos menores cuando la policía encontró en una caja de seguridad de una cuenta suya una colección de videos…
A Berta la condenaron a treinta años de reclusión y solo dos meses después de entrar en la cárcel murió por sobredosis…

Dos días después de comenzar el juicio, Lucrecia se encontraba sola en su cuarto pensando en el senador, se había quedado sola y tras la muerte de este sabia que cualquier día le llegaría una orden de desalojo propuesta por su familia aunque su contrato solo expiraba cuando ella muriera.

Tendría que pensar en buscarse una nueva vivienda pues las mansiones de sus amigas estaban confiscadas. Se quedó dormida pensando en su situación…

Un crujido en su propia cama le hizo despertarse, dio un grito asustada sentándose de un salto mientras Tomas el senador con una pistola en la mano le tapaba la boca…shiiiii, No te asustes, te voy a soltar y hablaremos…

A ella le costaba hablar, pero te vi morir, ¿cómo es posible?……
Lucrecia, tu viste lo que yo quería que vieras, ¿acaso no te has preguntado por que un hombre de posición social y política no tuvo ninguna repercusión en los medios sociales?  Si en más de una ocasión me hice esa pregunta…

Lo que tú viste fue un montaje de cine creado por una productora de la que soy socio.
En un plató se reprodujo exactamente la galería y su inundación para fingir mi muerte y que tu bajaras la guardia para terminar contigo.

En mi casa las cosas no salieron como tenía prevista, que era solo la rotura del tubo de agua y el debilitamiento con los productos químicos de tu muro para inundar tu sótano.
La grabación que tú estabas viendo, era una maniobra de distracción para manteneros a todas en la bodega y que murieran ahogadas, por eso bloquee la puerta de salida, pero el jardín entero cedió y acudieron los bomberos.

Yo ya no estaba en España, lo que sacaron los bomberos fue un maniquí de cera que mi secretario dijo a la policía que era para donarlo al museo….

Lucrecia estaba con los ojos en blanco,  ¿tanto me odias como para tomarte tantas molestias después de todos estos años?, ¿vas a matarme verdad?, el solo asintió con la cabeza…pues hazlo ya bastardo…

Yo nunca te he odiado Lucrecia, te acogí en mi casa con solo dieciséis años y te lo di todo, no me acosté contigo esa única vez en la que me grabaste solo por tu juventud, te amaba y destrozaste mi vida y mi carrera. Se cambio el arma de mano y le dijo, te voy a romper el corazón, cierra los ojos…Si vas a disparar hazlo mirándome a la cara…
El senador le tapo los ojos con una mano y poniendo la pistola sobre su pecho le partió el corazón de un disparo…

Tomó la mano de Lucrecia con ternura, no tenia por que haber sido así…las lagrimas brotaban de los ojos de Don Tomas mientras se llevaba la pistola a las sien y disparaba...De mi novela Las damas y el te de las cinco. Para seguir leyendo pulse aquí

Captura de Berta...




El chófer de la camioneta llegó a la jefatura de policía y declaró que había visto a la señora que buscaban en el convento, se dieron las órdenes y todos los medios se pusieron a las órdenes del capitán que iba a dirigir la detención de Berta.

Todas las salidas se cubrieron y procedieron a buscar a la novicia después de haberle consultado a la superiora enseñándole su foto.

Estaba sentada en su cama con una goma atada al brazo y una jeringuilla a punto de clavarse para hacer su último viaje, desde que oyó las sirenas de la policía lo decidió así y tenía preparado lo necesario, prefería morir de esa forma a terminar sus días en la cárcel. Un agente literalmente saltó sobre ella impidiéndole que terminara la acción y la esposó. En la sala de interrogatorios se negó a declarar hasta que no fuera su abogado, le permitieron hacer una llamada y llamó a Lucrecia, en media hora tenia uno...

El abogado pidió inmediatamente su puesta en libertad por falta de pruebas, no había cadáver y solo una bala sin pistola para relacionarla.

El fiscal llamaba desde su oficina a una empresa especializada en buscar minerales en el subsuelo que estaba dotada con equipos electrónicos de sondeos por ultrasonidos y dibujaban en una pantalla un mapa con las diferentes densidades del terreno.

Al llegar a la zona donde comían y retozaban los cerdos, una gran masa compacta se reflejó en la pantalla, el escáner térmico reflejaba más temperatura de lo habitual debido a la alta concentración de cal y material biológico…

Llamaron a una excavadora  con una pala grande, una pequeña y un punzón para romper y perforar y se pusieron a trabajar en la zona delimitada por el escáner.

La pala retiró con facilidad la capa de tierra vegetal que se amontonó a los lados y al llegar a una masa de hormigón se sustituyó por el martillo rompedor, el hormigón era relativamente débil como se utiliza para los rellenos, el pico rompía grandes trozos que empujaba hacia los lados y una maquina pequeña los alejaba.

El taladro entró como si fuera en mantequilla al llegar a una cierta profundidad y una masa de cuerpos de animales y cal se dejaba ver…

Con más cuidado a partir de ese momento, se iban sacando trozos más pequeños hasta dar con un cuerpo evidentemente humano. Los policías que supervisaban ese trabajo comunicaron a la jefatura el hallazgo y el fiscal habló con el abogado de Berta…

A la espera de las pruebas de patología, tenemos un cadáver que seguro era su marido.

El muerto sin ninguna duda era Bertín Osborne, aunque no le encontraron ninguna bala en su cuerpo ni orificio que pudiera pensar en muerte por disparo de arma de fuego.

Eso le extrañó mucho al fiscal que siempre miraba esa bala que tenia de un calibre treinta y ocho disparadas y se preguntaba de donde procedía.

Llamó a los operarios de las maquinas y le dijeron que no retiraran ningún escombro procedente de esa especial excavación, envió a una trituradora para convertir los fragmentos grandes en otros del tamaño de pelotas de béisbol…la pistola apareció…

Aunque eso no serviría para nada en el juicio contra Berta por que no había un cuerpo al que asignar la muerte por disparo…y desde luego nunca lo habría porque se lo comieron los cerdos como carne picada, quizás alguno de ustedes tengan de pronto  don de tenista, si así es, puede que le gustara la hamburguesa que se comió…De mi novela Las damas y el te de las cinco. Para seguir leyendo pulse aquí.

La mafia no perdona...


La venganzas de la mafia no tienen fecha de caducidad, cuando Rosario mató a su marido Pascual, se había sentenciado a muerte ella misma y no importaba el tiempo que pasara fuera de España, tendría a su regreso la oportunidad que esperaba su familia.

Ellos no necesitaban pruebas para condenarla…

Cuando ingresó en el modulo de preventivos del centro penitenciario Sevilla 2 a espera de juicio, Rosario estaba en el punto de mira de una reclusa que esperaba para ser juzgada por asesinato en el mismo modulo.

Mientras desayunaba en el comedor, un vigilante entró en su celda y puso bajo su almohada un punzón con una nota…ya sabes lo que tienes que hacer…

En el patio, Rosario estaba sentada sola en el extremo de los asientos de una tribuna que miraba a una estatua de la libertad a escala, construida con la ayuda de los reclusos, la rompe huesos como así le apodaban las demás reclusas por su fortaleza, se sentó detrás de ella, dos reclusas se situaron frente a Rosario para distraer su atención y cubrir la atención de lo que iba a suceder…con una mano sujeto fuertemente la cabeza de Rosario y con la otra le clavó el punzón hasta el mango en la nuca, murió al instante.

Las tres se fueron y hasta los cinco minutos no sonó un silbato de alarma de uno de los celadores que corría hacia donde se encontraba una mujer sentada sangrando.

Nadie vio nada, nadie sabía nada…

Al ver la noticia en televisión, Lucrecia con lágrimas en los ojos dijo…

Nuestro pasado corre más que nuestro futuro…adiós mi niña…

Se había quedado sola y nadie estaría hoy con ella para tomar el té, pensó en las consecuencias si dieran con las cintas de vídeos que había en casa de sus amigas y  se dirigió a la finca y al llegar a la verja unos agentes de servicio le dieron el alto.

Por orden del juez, está totalmente prohibido el acceso a esta propiedad.

Agentes, tengo que recoger efectos personales, son regalos de mis amigas que están muertas y a nadie le puede interesar excepto a mí.

Lo siento Lucrecia, pero solo con una orden del juez puede usted entrar.

Lucrecia dio un giro brusco con su vehículo y se lanzó a la carrera  quemando neumáticos, los agentes se miraron…no quisiera estar en su pellejo…

Al convento llagaba una ranchera descubierta que recogía la fruta que se cultivaba, unas cajas con peras se alineaban en el lateral del camino donde unas monjas recogían sus frutos  para llenar las cajas, el chófer se bajó a subir las primeras a la camioneta, miró a una novicia que levantaba el rostro después de haber depositado unas piezas y un campanillazo sonó en su cabeza…se fue al auto y abrió la guantera para ver un cartel de se busca, tenía una recompensa de 50.000 euros y el hombre dejó lo que estaba haciendo y dando media vuelta salió a toda velocidad hacia la jefatura central de la policía…De mi novela Las damas y el te de las cinco. Para seguir leyendo pulse aquí.

En el dormitorio de Lucrecia...


En una gran estancia en la planta superior, estaba el dormitorio de Lucrecia, destino habitual de las damas después de tomar el té.

En el rincón izquierdo que estaba redondeado en forma de medio punto, una gran cama giratoria presidía el espacio, la pared estaba cubierta de espejos adaptándose a la curvatura. En el techo un gran espejo del mismo diámetro que la cama, 2,80 metros.
Del centro del espejo colgaba un cilindro plateado sujetando cinco pantallas de plasma
Inclinadas a setenta grados sobre la cama. Un reproductor de cabeza múltiple mandaba la señal a las pantallas, cuatro tenían imágenes de las damas grabadas en sus anteriores orgías y otra alternaba los vídeos que las diferentes señoras se tomaron con sus maridos.

No estoy escribiendo una novela porno, por lo que no entraré en detalles de lo que allí sucedía y  cualquier lector, es lo suficientemente inteligente para imaginárselo.
Si puedo decirles, que vi uno de sus vídeos cuando entreviste a Lucrecia en una de las sesiones que me dedicaba para tomar las notas del libro que quería escribiera para que se publicase después de su muerte.
Al lado de sus vídeos, las películas porno son material de educación sexual para niños…

Las sesiones relajantes como a ellas les gustaba llamarlas, duraban hasta las 20.00 P.m.
Después tomaban juntas un baño de burbujas con sales minerales y se vestían para salir a cenar. Cada noche lo hacían en un restaurante deferente y hoy les apetecía marisco y se fueron a la dorada.

El problema del aparcamiento en esa zona,  les impedía tomar las cuatro limusinas y tres se quedaban en la escalinata de la mansión.

Cuando vieron partir a las señoras, el agente de la policía judicial siguió a la limusina hasta su destino y esperó pacientemente en la puerta. El agente del servicio secreto se retiró a sus oficinas a redactar un vació informe de unas horas perdidas.

Terminaron de cenar y el coche las llevó de vuelta a la mansión, cada una se subió en sus respectivas limusinas y se alejaron por la avenida de la palmera hacia la carretera de Cádiz, recorrieron cinco kilómetros y se desviaron por un camino de propiedad privada hacia un campo de grandes alcornoques donde en una zona central aparecía un complejo deportivo con una gran piscina, pista de tenis y un solárium.
Formando como un trébol de cuatro hojas, cuatro mansiones circundaban el espacio. Los cuatro áticos eran de color blanco y las fachadas de color ocre con grandes figuras incrustadas de cerámica de la cartuja, cada una de un color, rojo, azul, amarillo y verde. Las figuras estaban inspiradas en la pintura el jardín de las delicias…

El policía no pudo entrar hasta las mansiones por que una gran puerta de hierro se lo impedía y por orden de su superior se aposto en las cercanías a esperar novedades…
Un coche deportivo paró en la puerta y metió un pequeño paquete por la apertura del buzón, al ir hacia su coche el agente lo paró para interrogarle porque estaba a esas horas de la noche entregando un paquete, le dijo que el entregaba un regalo a la hora que le pareciera bien y que la policía no se lo podía impedir…lo esposo y lo metió en su coche, esto es una investigación judicial y te vienes conmigo a la comisaría, si no colaboras vamos a mirar con lupa todas tus actividades…
El joven visiblemente nervioso balbuceó, OK, les diré lo que quieran saber, el policía arrancó su vehículo y se fueron camino de la jefatura central…

Una llamada de Rosario a la central, que vio por la cámara de vigilancia como se llevaban al joven, hizo cambiar al vehículo de dirección después de recibir una orden por la radio del coche…Volvió a la propiedad privada de las damas y dejó al joven en su vehículo. El agente se marchó moviendo la cabeza contrariado…De mi novela, Las damas y el te de las cinco. Para seguir leyendo pulsa aquí.

La detención del turco...

Dos policías que habían terminado su servicio en una comisaría de Casablanca, salían del vestuario a la calle para dirigirse a tomar unas copas a un bar de la avenida, al pasar junto a un vehículo un hombre sentado al volante leía aparentemente el periódico, a uno de los policías le pareció un rostro conocido y sacó de su bolsillo unas cuantas fotografías y tocó en el brazo al compañero…una de las fotos estaba calificada como muy peligroso…el compañero asintió con la cabeza, si, es ese hombre.
Siguieron adelante hasta rodear el vehículo por detrás y cada uno se dirigió a una puerta.
Se produjeron varios disparos seguidos desde la acera de enfrente… en la puerta de una joyería, dos individuos disparaban contra un coche de donde  asomaba una mano en alto con una placa de policía y la pistola en la otra.

El turco fue a salir del coche para ayudar a sus compañeros sin haberse percatado aún de los agentes que vestían de paisano, la puerta se cerró violentamente sobre sus piernas y los hombres le encañonaban con sus armas. Lo esposaron boca abajo y desde esa misma posición comenzaron a disparar, uno de los individuos cayó al suelo mientras el otro retrocedía dentro.

Levantaron al turco y se dirigieron al coche desde donde se había disparado y un agente que se presentó como policía de aduanas, le pidió que le entregara al turco reclamado por la policía española. Los agentes dijeron que tenía que esperar ordenes de sus superiores y llamaron a la central para solicitar ayuda y una ambulancia.

El lugar se llenó rápidamente de coches y agentes de diferentes cuerpos de la seguridad del estado y un pequeño vehículo blindado del que salieron hombres armados hasta los dientes y protegidos con cascos y chalecos antibalas.
Un mercedes negro, recogió al turco y se lo llevó a la comisaría donde pertenecían los dos agentes que le habían detenido.

El turco llegaba al día siguiente fuertemente escoltado a la jefatura superior de policía de Sevilla, en un primer interrogatorio, dijo que no conocía de nada a Berta, pronto le tiraron por tierra sus declaraciones cuando la policía les mostró otras de testigos trabajadores de la finca en el que reconocían al turco como el hombre que con una furgoneta descubierta llevaba piensos y otros productos a la finca.
El fiscal hizo un trato con el, firmaría una declaración de culpabilidad incriminando a Berta en el pago de servicios para encubrir el asesinato de su marido o lo juzgarían por cómplice de asesinato…el turco accedió y firmo…

En media hora, el fiscal tenía una orden firmada por el juez para detener a Berta por asesinato. Su fotografía apareció en las cadenas de televisión y la prensa, no había un lugar público donde no la mostraran y una Lucrecia abatida lloraba amargamente sola en su casa.

En su mesa, el fiscal repasaba testimonios y pruebas para el juicio contra la dama,  tomó un pequeño sobre transparente que contenía una bala encontrada dentro de los intestinos de un cerdo comprado por un comerciante a la ganadería propiedad de Berta y se preguntaba, ¿A quién mató esta bala?...dos hombres habían desaparecido de la finca en los mismos días, uno su marido sin dejar rastro y otro el profesor de tenis, se afirmó así mismo que solo con la confesión de Berta sabría la verdad después de tantos años.

Lucrecia en su casa, recogía de la caja fuerte todas las cintas grabadas de sus orgías y conversaciones comprometidas y las echaba en un incinerador de basura.

Se dirigió a los tres bancos donde guardaba otros vídeos y el que se hizo con el senador para chantajearlo, pensó que con Tomas muerto, ya no le serviría de nada, pero algo le preocupaba, después de ese accidente de la galería donde murió el senador y cuya cinta acababa de destruir, ella no vio ninguna noticia en prensa o televisión sobre su muerte, no le parecía lógico que un hombre público que llegó a presentarse a la presidencia, pudiera haber pasado desapercibido de esa forma…algo no le cuadraba…De mi novela: Las damas y el té de las cinco, para seguir leyendo pulse aquí.

Epilogo, Venganza salvaje


En las semanas que el Dr. Reyes había estado entrevistando al psicópata, entabló cierta relación con Javier y Eva que le contaron los asesinatos cometidos en la aldea  y los de sus hijos.

En la primavera siguiente El Dr. Volvió para hablar de nuevo con ese salvaje, fue a ver a la pareja que le contara la situación, en la aldea solo estaban ellos y les contó el final que tuvieron los perros y el hombre en la cueva, orquestado por la venganza de Javier.

Regresó al hospital para terminar su novela y empezó a tener pesadillas y cambios de comportamiento, su mente empezaba a trastornarse, poco a poco se metió en la mente del asesino y  sentir que los dos eran solo uno.

El relato que Javier le hizo de como cumplió su venganza, le provocaba momentos de un pánico ciego y alucinaciones, cada capítulo de su novela lo llevaba hacia el desastre.
Sufría la persecución de Javier, recordaba cada matanza de la aldea y la resucitaba una y otra vez en su desquiciada mente como si fuera el protagonista de los hechos.

Lo internaron y seguía escribiendo la novela en trozos de papel higiénico, pero el último acto lo escribió el destino cuando dentro de la celda, un Dr. Convertido en paciente recordaba cada detalle de la muerte del psicópata en el que se había transmutado su propia personalidad. Tendido en la celda acolchada, las ratas lo estaban devorando y un Javier vengativo observaba su muerte desde el techo abierto de la cueva…Su corazón no lo resistió…

Código: 1312269681067
Fecha 26-dic-2013 20:58 UTC
Licencia: Todos los derechos reservados

¿Venganza consumada? ¿De quién?



Tomó el saco de las ratas y lo vació entero dentro de la cueva, llevaban varios días sin comer y enseguida se pusieron a morder todo lo que encontraban, los perros y el hombre, con el movimiento desesperado de sus cabeza, consiguieron morder y matar a algunas, pero la mayoría estaban cumpliendo su objetivo y mordían y comían sin cesar.

El cuadro era espeluznante, una enorme rata se introdujo a través de las partes blandas devorando los testículos del salvaje, gritaba y se estremecía con los ojos clavados en un Javier que desde el hueco en lo alto de la cueva lo miraba sonriente…

El doctor Ramírez, era el jefe del hospital psiquiátrico Nuevo Horizonte,  le estaba enseñando las instalaciones a un colega y al llegar a una puerta maciza de roble con una ventanilla de cristal se paró, se asomó y le invitó al acompañante a que mirara mientras le explicaba el caso…

Ese que está tumbado en el suelo lleno de trozos de papel higiénico… (Cada trozo tenia algo escrito de forma ininteligible que en momentos de lucidez, decía era su novela)… es el Dr. Reyes,  era nuestro responsable de la sala de psiquiatría, aprovechó un permiso para ir unos días al pirineos Aragonés, en busca de un ser del que le hablaron, probablemente un psicótico asesino, convivió varios días con el en su cueva y al regresar se puso a transferir sus notas para escribir una novela.
Su conducta empezó a cambiar, se volvía cada vez mas neurótico, agredió a dos enfermeras y un paciente, probamos de todo pero su comportamiento seguía empeorando. Lo tuvimos que encerrar en esta celda hace tres mes…

Mientras le explicaba el caso, el doctor se convulsionaba, cientos de ratas le mordían las entrañas, solo sus brazos estaban rígidos y levantados sosteniendo un trozo de papel, desde donde un Javier sonriente lo miraba a través del hueco del techo de la cueva, con el dedo índice, le hizo una señal clara de cortarle la cabeza.

El doctor intento gritar, cuando esa cabeza se precipitaba hacia el y veía como se transfiguraba en su propio rostro, de su garganta no salía un solo sonido, en el pecho sintió como si cien garras le aplastaran el corazón, el dolor era insoportable, los médicos miraban pero no había ningún signo externo que los alarmará, solo sus facciones se contrajeron en una mueca que revelaba un terror intenso…

Entraron en la celda al ver el tiempo que llevaba en esa postura, sus ojos estaban muy abiertos mirando ese papel, le tomaron el pulso, pero esa sangre ya no volvería a latir.
La autopsia, no reveló lesiones coronarias previas, el corazón simplemente no soportó su propio miedo…De mi novela Venganza salvaje, para seguir leyendo, pulse aquí.

La jauría sometida.


Después de un breve descanso, Javier se puso a preparar lo que necesitaba, los grandes clavos de hierro, los trozos de alambre de espino, cuerdas de escalada, dinamita y las herramientas, Lucrecia rellenaba trozos de carne de burro con el potente narcótico fabricado por ella. Con un punzón clavado en el suelo, hicieron un agujero del tamaño aproximado del grueso de un cartucho de dinamita, la introdujeron dentro y con una mecha lenta para darse tiempo a alejarse, la hicieron estallar. Un diámetro aproximado de un metro del techo de la cueva se desplomó en el interior, los perros aullaron asustados y el salvaje increpaba y maldecía con la maza en alto mirando hacia el techo.
La primera fase había terminado, esperarían tres días para la próxima…

El hambre empezó a cambiar el comportamiento de los animales y el hombre al segundo día, se enfrentaban continuamente y el salvaje intentó matar con su maza a la hembra de mastín  que parecía la más vulnerable, la perra se coló entre sus piernas y le dio un tremendo bocado en uno de sus gemelos, el  hombre se sentó gritando de dolor…
Javier sabía que todo estaba dispuesto para la fase final que dejó para la mañana siguiente.

Por la mañana temprano, echó Javier toda la carne dentro de la cueva, la fiereza del hombre y los perros en la competición por comer más, ponía los pelos de punta.
En menos de diez minutos, todos estaban dormidos…
Hasta el momento, Lucrecia no había querido asomarse a la cueva, no quería ver a su hijo, Javier se deslizaba por una cuerda para bajar y ella le cubría la espalda desde arriba con la escopeta por si había algún contratiempo, sus ojos se empañaron, se secó con dureza y siguió vigilante…Le echó una mochila con lo que iba a necesitar el hombre.

Javier sacó primero la maza de mano y los grandes clavos, puso al salvaje boca arriba con los miembros abiertos, a medio metro de sus extremidades los clavó y a continuación  ató el alambre de espino a los clavos y a sus miembros bien tensados.
Hizo la misma operación con las otras bestias. Cuando terminó, volvió a subir a la superficie por la cuerda y se sentó junto a Lucrecia para consolarla. Otra espera…

Pasearon por los alrededores, sobre todo por la gran afición de Lucrecia a la botánica y especialmente a .todo tipo de raíces o yerbas medicinales. En un cepo encontraron un conejo de campo atrapado y pensaron en hacerse un buen asado para comer.
Hicieron fuego, limpiaron el conejo y lo rociaron con un poco de vino y especias, tendría que saber delicioso por los gestos que pusieron al primer bocado.
Se echaron a dormir un rato, solo tendrían que esperar a oír las primeras señales de los inquilinos de la cueva que les alertará de que estaban despertando.

Un grito sobrehumano los despertó, se pusieron de pie de un salto y Javier corrió hacia el hueco de la cueva, el salvaje tenía las extremidades cubiertas de sangre por el forcejeo del alambre de espino que se clavaba en su carne. Los perros también estaban empezando a despertarse y eso es lo que esperaba Javier para su acto de venganza final...De mi novela Venganza salvaje, para seguir leyendo, pulse aquí.

De vuelta a la aldea...

Al comienzo de la primavera, la pareja ponía rumbo de nuevo a la aldea, dos mulas  lo acompañaban cargadas de cuanto necesitaban para cumplir los planes que habían trazado. En el pueblo no mencionaron nada de lo que había pasado en la aldea, la venganza era solo suya y no quería intromisiones de alguaciles o curiosos.

Aparentemente todo estaba igual cuando llegaron, pero al entrar en una de las chozas, tres hombres descuartizados y a medio devorar, estaban tendidos muy cerca unos de otros en el suelo con las cámaras de sus escopetas vacías y cartuchos por el suelo.
La choza estaba plagada de ratas, pusieron una jaula delante,  echaron antorchas dentro para que salieran y todas quedaron atrapadas. Las metieron en un saco…serian útiles.
No había signo de más intrusos por los alrededores y se llevaron los cuerpos al cementerio para enterrarlos en otra fosa común. Sobre la cruz pusieron un tres y ese fue todo su epitafio. Pronunciaron una breve oración y se encaminaron a su choza.

Descargaron las mulas y ordenaron dentro todo lo que traían, la dinamita era abundante, tabletas prensadas con hojas de adormidera, otras raíces y setas venenosas  que producía alucinaciones y desequilibrio, un pico y una pala, grandes clavos de hierro, una maza de hierro, un rollo completo de alambre de espinos que desenrollaron y cortaron aproximadamente en trozos de diez metros, una gran cantidad de carne de burro sin huesos y munición para las escopetas…casi todos los comestibles que trajeron, eran a base de embutidos, carnes y pescado seco y latas en conserva, no podían dedicarse a ir de caza porque lo querían tener todo preparado para el día siguiente.

Cargaron las tres escopetas que pusieron junto a la mesa donde se iban a sentar a comer, se había hecho tarde, eran las diecisiete horas y en dos más empezaría a oscurecer.

Los hombres que habían encontrado, parecían llevar varia semanas muertos y no creían que esas bestias estuvieran cerca de la aldea con tanto tiempo sin aparecer nadie por allí,
La comida transcurrió sin ninguna sorpresa y al hacerse de noche se acostaron, querían levantarse muy temprano, a las tres de la mañana cargaron las mulas y se pusieron rumbo a la cueva, por un camino distinto al que tomaron la última vez.

Iban subidos sobre la carga de las mulas, los animales llevaban un buen paso y por la tarde a las seis, divisaban la cueva a lo lejos, por el momento no se querían acercar más, necesitaban antes de intentar cumplir los planes, confirmar que estaban dentro.

La luz del día se disipaba lentamente para dar paso a una hermosa luna que les permitía ver sus alrededores, se sentaron a cenar, queso de oveja, carne salada y un trozo de jamón de cerdo curado, bebieron de la bota vino con moderación, para no embotar sus sentidos y permanecer alerta ante cualquier peligro.
Con las escopetas cargadas y dispuestas a su lado, decidieron dormir por turnos de dos horas cada uno para permanecer en cada momento vigilante.

Por tres días se quedaron en el mismo sito vigilando la cueva sin que notaran la presencia del hombre o los animales, al amanecer del cuarto día los ladridos de los perros le alertaron, los vio entrar en la cueva e inmediatamente se pusieron en marcha.

Javier llegó por encima de la cueva con una mochila cargada de explosivos, encendió la mecha y la tiró a la entrada, se desprendió toda la roca de encima tapando la salida de la cueva, la bóveda era poco gruesa y se escucharon ladridos y maldiciones… Lucrecia se sentó junto a él, descansemos un rato y terminemos con esta pesadilla…De mi novela Venganza salvaje, para seguir leyendo, pulse aquí.

El cementerio crece...


En las chozas había mujeres y niños desmembrados, la sangre cubría parte del piso de tierra, pero no se habían comido ninguno de los restos, el mensaje les llegó claro a todos, era una advertencia y una cruel carnicería. Lucrecia lloraba sin disimulo, Javier lloraba y cada hombre lloraba como un chiquillo, aquella barbaridad superaba a todo lo que hubieran pensado. Después del shock inicial, Lucrecia les pidió calma y que los más importante era fortalecer el sitio para pasar la noche. Tomaron piedras planas de pizarra que abundaba en la zona para hacer una barricada frente a la campana, acumularon una gran cantidad de leña a la que prendieron fuego y tres hombres con escopetas permanecerían despiertos hasta que amaneciera.

Al amanecer, no había duda por los cansados ojos, que nadie había podido dormir, pero una labor era urgente, enterrar a las mujeres y los niños antes que se produjera una epidemia. Llevaron cabezas, torsos y cuerpo hacia el cementerio donde solo reposaban hasta el momento los restos de dos inquilinos, el hijo que llevaba Javier y Eva al instalarse en la aldea, que murió violado y asesinado por Fray Tomas, la pareja de Lucrecia y el mismo Fray Tomas, decapitado por Lucrecia mientras dormía.
Hicieron una fosa común para enterrar todos los restos y con una gran cruz echa de troncos de castaño, señalaron el sitio rezando por primera vez todos juntos una plegaria.

Cuando terminó la corta ceremonia, los hombres que se habían quedado sin sus mujeres y sus hijos, decidieron marcharse de la aldea, dejaron atrás todo lo que tenían para ayudar a los que se quedaban que solo eran, Lucrecia, Javier y tres buscados por la justicia que no se atrevían a moverse de ese paraje solitario y a salvo de alguaciles o cazadores de recompensas.

Se dedicaron a fortalecer las chozas y colocar trampas en todo el perímetro, sobre el suelo rodeando toda la aldea, colocaron cordeles de cáñamo atados a unos pequeños palos de madera de donde pendía un par de cañas secas muy cerca una de la otra que sonarían en cuanto tocaran las cuerdas.

Contaban con las tres escopetas y tenían víveres que dejaron los que se marcharon para pasar una corta temporada sin tener que salir a cazar, en los pequeños huertos también tenían existencias de temporada y eso les daba cierta tranquilidad en cuanto a subsistencia, pero el peligro potencial sabía que estaba acechando continuamente en las proximidades, un peligro que había que tomarse en serio si querían seguir con vida.

Lucrecia rondaba los cincuenta años y pese a su apergaminada piel por el sol y las inclemencias, conservaba un cuerpo aún deseable, nunca hubo entre ella y Javier un acercamiento en el sentido sexual, pero estaban viviendo juntos en la misma choza, el cariño los unió por las desgracias vividas juntos, la soledad de ambo fue propicia para un acercamiento mas intimo y descubrieron en el sexo, algo más que un apetito carnal, la primera vez que lo hicieron, lloraron los dos abrazados antes de dormirse.

Por la mañana hablaron de los planes futuros, en la aldea no se podían quedar expuestos continuamente a la amenaza potencial de esos seres nacidos de una pesadilla y decidieron abandonar la aldea…No se iban definitivamente, querían hacerse del material que necesitaba para volver a la cueva y acabar definitivamente con esos asesinos…Tomaron el camino del pueblo para cumplir sus planes…De mi novela, Venganza salvaje, para leer mas pulse aquí.

Con el rabo entre las piernas...

Ese último acto de crueldad, acabó con la determinación de los hombres, Lucrecia también se estaba replanteando la dramática situación, empezó a ver claro las intenciones de su hijo, por el momento eran mas y no quería una confrontación abierta, se estaba limitando a darles caza uno por uno, se quedaban sin provisiones y la alerta continua tenia a los hombres agotados, propuso volver a la aldea y salir en primavera mejor pertrechados y menos cansados.
Todos asintieron con un gran alivio en sus ojos…menos Javier que alzo la voz, no, no, noooo, estoy aquí para dar caza a ese salvaje y vengar la muerte de mi mujer y mi hija y no pienso abandonar hasta que muera el o muera yo. Lucrecia se le acercó y lo abrazo, habló aparte con él en un susurro que nadie entendió y por fin después de una corta conversación entre ambos, asintió con la cabeza…de acuerdo me iré con vosotros.

Salieron hacia la aldea en cuanto se hizo de noche, no nevaba y la visibilidad era buena bajo una luna llena luciendo en una cúpula cubierta de estrellas. Javier iba al frente y Lucrecia le seguía, los demás iban en fila india siguiendo sus pasos. Pararon a descansar en un claro libre de matorrales, se sentaron en el suelo y Javier preguntó por Salvador, el que estaba a su lado contesto que venía detrás de el, que era el último, todos se levantaron alarmados y retrocedieron unos cientos de metros hasta hallar la mochila que traía el hombre manchada de sangre en el camino.  Pero el cuerpo de Salvador no aparecía, no había duda de que lo seguían y tenían que hacer algo para evitar otra muerte o no llegaría nadie vivo a la aldea.

Siguieron su camino de dos en dos y los dos últimos armados con las escopeta y cartuchos de postas para la caza mayor, la marcha era lenta por que andaban de lado o de espalda a cada momento, por lo que se hacía fatigosa para los hombres de la retaguardia que se turnaban continuamente…un disparo alertó a todo el grupo que se paró en seco, el hombre había visto moverse algo en el lateral y disparó sin pensarlo, un grito rompió el silencio de la noche y con precaución se acercaron al lugar, Salvador aparecía boca arriba con un varios aguajero en el pecho y los ojos muy abiertos, le faltaba una mano y todos pensamos que se la arrancó forcejeando entre los colmillos de alguno de los perros, hasta que vimos su machete en la otra mano y el tajo perfecto que tenia en el brazo…se la había cortado el para poder huir, seguramente lo ataron a un árbol para seguir detrás nuestra y en nuestra compañía encontró la muerte…

Fue un gran mazazo en las mentes de todos, estaban consternados y los ojos de Lucrecia brillantes por las lágrimas que quería reprimir, no era momento para debilidades y quería dar sensación de entereza, pero por dentro se sentía rota, rota por el dolor, rota por la impotencia que sentía y rota por haber parido a ese hijo de puta que tantos estragos estaba causando. Pensó, tenía que haberte ahogado al nacer.

Siguieron su camino sin más incidentes hasta la aldea, fue un alivio para todos cuando la divisaron aunque algo presintieron al no ver a nadie en la puerta de ninguna de las chozas donde se quedaron las mujeres y los niños, ni el fuego que tendría que estar encendido por la noche, al acercarse vieron al vigilante con la cabeza abierta sobre un gran charco de sangre, pero eso era leve para lo que se encontraron dentro…De mi novela Venganza salvaje, para seguir leyendo pulse aquí.

La sandalia del pescador...


Después de la carnicería de la aldea, volvieron sobre sus pasos a la zona de las cuevas, aún  le quedaba al hombre muchos deseos de venganza, tantas como las que tenía clavada Javier en su atormentada alma.

Estaba nevando y Amadeo se refugiaba bajo unos arbustos para vigilar a cierta distancia la entrada de la cueva y dar la voz de alarma si alguien se acercaba. Amadeo llegó un día a la aldea huyendo de un puerto pesquero donde había dado muerte al capitán de un barco atunero que había violado y arrojado a su novia por la borda, mientras el iba a tierra a realizar unas compras para el capitán. La muchacha apareció flotando cerca del barco con multitud de heridas causada por los depredadores que acechan junto a los barcos de pesca para aprovechar los restos que se lanzan por la borda.

Un marinero le señaló el cuerpo que estaban recogiendo en ese momento del mar y le dijo, esa es tu novia, el capitán la arrojo al agua después de violarla, yo mismo escuché sus gritos, pero dos de sus secuaces estaban en la puerta del camarote y no pude hacer nada para ayudarla, cuando salió a la superficie estaba ensangrentada y muerta.
Amadeo contuvo las lagrimas y no dijo nada, se marchó a beber a una taberna del puerto y estuvo allí con una capucha puesta hasta que vio entrar al capitán, fue por detrás donde este se sentó con una jarra de cerveza que pidió en el mostrador y le atravesó desde la espalda hasta el pecho el corazón con una enorme daga, le echo la cabeza hacia atrás y mirándole a los ojos le dijo…soy yo maricón, mírame mientras te mueres, cuando expiró le dio un fuerte cabezazo contra la mesa y salió corriendo.

Amadeo seguía en su labor de vigilancia creyéndose oculto bajo los matorrales, escuchó un leve ruido detrás suyo y no le dio tiempo a volver la cabeza, un machete de caza le atravesó la garganta, era la primera vez que ese carnicero mataba con un arma blanca, todas sus víctimas habían perecido de un fuerte golpe de su maza. Había dejado los perros atados lejos para poder acercarse al hombre sin levantar sospechas…
Le ató una piedra a una sandalia que le quitó, se acercó lo más que pudo a la entrada de la cueva  y la lanzó escabulléndose inmediatamente entre la vegetación…Lucrecia estaba vigilando en la entrada y no había visto nada sospechoso hasta que alzó la vista por algo que le llamó la atención y aterrizaba las sandalias del pescador a unos metros de sus asombrados ojos.

En el lado opuesto, al nordeste, había quedado otro hombre vigilando, era de origen ruso, un superviviente escapado de un campo de trabajo sentenciado a treinta años por desertor. Como buen conocedor de la nieve se encontraba perfectamente camuflado, sobre los arbusto puso su capa y la cubrió de nieve, no había persona que pudiera descubrirlo, pero los años en la naturaleza, habían hecho desarrollar el oído y olfato de su cazador al nivel de los animales, el hombre no vio a su atacante, el follaje y la capa que lo cubría cayo sobre el aplastado por una placa de pizarra de más de cincuenta kilos que le había dejado fuera de combate. Consciente aún y con la cabeza fuera de su improvisado refugio, vio llegar su muerte cuando el salvaje le cogió por los pelos, le clavó la daga en el cuello y con la maza dio un severo golpe sobre la daga que hizo desprenderse la cabeza de su tronco…fue de nuevo hasta tener a tiro la entrada de la cueva y con su fuerte brazo lanzó la cabeza .cayendo en la misma entrada, los ojos abiertos miraban al interior y un Javier estremecido, miraba los ojos del ruso…De mi novela Venganza salvaje...

Una marcha peligrosa...


Corría el mes de octubre de 1932, cuando la comitiva puso rumbo al interior de la sierra que aparecía ya nevada, Lucrecia era la única mujer del grupo y tenía razones poderosas, ella era la madre de esa bestia que nunca tuvo que haber nacido, puso solo una condición, nadie excepto ella podía dar muerte a ese ser,…ella se encargaría de eso. Conduciría al grupo hasta la cueva donde dejó a su hijo. Solo Javier y Eva, sabían que Lucrecia era su madre.

La cueva estaba a más de un día de dura caminata con tiempo bueno, pero las circunstancias eran muy adversa por una sierra sin caminos y nevada, no cesaba de caer el agua nieve que le impedía la visibilidad y dejaban sus manos, pies y rostros entumecidos, tuvieron que hacer varias paradas para descansar y calentarse.
Antes del anochecer, comprobaron en una cueva y la encontraron vacía, en esa cueva solía invernar un oso pardo…era amplia y se instalaron en ella para pasar la noche, un generoso fuego los mantendría calientes y a salvo de animales.

Los despertó temprano una exclamación en el exterior de la cueva, Mierda, ¿quién pudo hacer esto? , el asno que llevaba las provisiones, aparecía descuartizado como si unos cuantos osos los hubiera atacado.
Todo el tronco del árbol donde estaba amarrado, aparecía cubierto de sangre, se notaba en el rostro de la gente la preocupación y el miedo, uno sentenció…si hicieron esta barbaridad en completo silencio, podían haber acabado con todos nosotros…

Lucrecia pidió calma y la necesidad de seguir con la misión, indispensable para la seguridad de todos en la aldea y su tranquilidad. Tomaron un rápido y frugal desayuno y se pusieron en marcha de nuevo bajo una intensa nevada.

El día fue durísimo para todos, no estaban suficientemente preparados para el intenso frío y esa cantidad de nieve que les dificultaba cada paso que daban, aunque tomaron toda la ropa de abrigo que había en la aldea, eran gente muy pobre que carecían de muchas cosas básicas…pero su determinación en la empresa que tenían por delante, les armó de valor para llevarla hasta el final. Descansaron solo una vez a las tres de la tarde para tomar alimentos y enseguida se pusieron de nuevo en marcha.

La nieve les dio una tregua y consiguieron llevar un ritmo más rápido aunque siempre mermado por los treinta centímetros de nieve que había bajo sus pies. A las seis de la tarde, advirtió Lucrecia que la cueva ya no estaba muy lejos y se pararían a descansar, la sierra estaba plagada de cuevas y guaridas muchas abandonada y en una de ellas que parecía todo lo confortable que una guarida puede ser, se dispusieron a cenar y a pasar la noche.

Por la mañana se despertaron sin ningún contratiempo…aunque eso se truncó cuando Andrés el carpintero que se había echado a dormir a la entrada de la cueva para vigilar, había desaparecido sin dejar rastro,  no había signos de violencia ni manchas de sangre pero Andrés no aparecía por ningún sitio…De mi novela Venganza Salvaje, para seguir leyendo pulse aquí.

Empieza la cacería...


Tal como había acordado con Lucrecia,  Javier entró de madrugada en su choza cuando todos dormían, el herrero que estaba haciendo la última guardia, estaba roncando y con una botella de orujo sobre su pecho, se echó a dormir un rato hasta que el toque de campana de Lucrecia le diera vía libre para presentarse a sus vecinos y contarles todo lo sucedido con la muerte de su mujer y su hija.

A la salida del sol, Lucrecia se fue a la zona de reuniones de la aldea debajo de la campana y la hizo sonar insistentemente, rápidamente los aldeanos se reunieron junto a ella para ver que pasaba, había miedo en los ojos y Lucrecia los tranquilizo de inmediato diciéndoles que no había peligro inminente, que el motivo de llamarlos era por el asunto de los asesinatos de la familia de Javier y que iban a saber por el mismo quien los había matado…Una ola de murmullos se extendió entre los presentes, se levantó una voz, ¿es que Javier está en la aldea?, si, pero tenía miedo de vuestra reacción sin conocer los hechos y pensando la mayoría en su culpabilidad y yo me ofrecí para apaciguar los ánimos y deciros que hablará ahora con vosotros…todos callaron cuando con voz firme y autoritaria Lucrecia llamó…Javier, puedes salir.

Desde detrás de su choza, un Javier visiblemente abatido y demacrado se fue hasta donde estaban reunidos y se puso junto a Lucrecia…le acosaron enseguida a preguntas que casi eran una acusación y le sonaban a insultos… ¿Qué has hecho con tu familia?...
¿Dónde están tus amigos que te acompañaban?...Lucrecia mandó silencio a todos, era una mujer de carácter y la primera aldeana y todos las respetan…Javier está aquí para explicarse y vino por propia voluntad, déjenlo hablar.

Todos sabéis que mi hija desapareció cuando estaba en el río, hicimos una partida de búsqueda y esa misma noche cuando estábamos durmiendo junto a una hoguera, me despertó un ruido, eran dos perros que mataron a dos de mi acompañantes destrozándole la garganta y un hombre con aspecto de salvaje primitivo, de dos golpes con una gruesa raíz terminada en forma de maza, le destrozaba el cráneo a otro…conseguí meterme entre unos arbustos para desaparecer rápidamente…

Les contó cómo había caído en una trampa y ese infernal ser, le clavó la cabeza que tenia de mi hija Eva María en una pica frente a mis ojos, yo regresé cuando pude salir del agujero a la aldea para contaros los hechos, pero me encontré con mi mujer rajada, nuestros pequeños arrancados de su vientre y su cabeza que no estaba porque me la llevó a mí como un macabro presente…volví inmediatamente al monte a buscar y dar muerte a ese degenerado ser y a sus sanguinarios perros.

Lucrecia fue a buscarme y contarme lo que pasaba en la aldea y aquí estoy no solo para contaros la verdad, si no para pediros ayuda y preparar una batida en firme para cazar a esos salvajes…Todos asintieron y se ofrecieron para la cacería…

A la mañana siguiente todos estaban concentrados junto a la campana, solo quedaban tres escopetas en el pueblo, las otras se perdieron en la primera batida cuando los hombres fueron asesinados. Un heterogéneo grupo de armas aparecieron, hoces, hachas, grandes cuchillos, rastrillos, todo lo que se pudiera utilizar como arma, cargaron un burro con provisiones y salieron como en una cofradía camino del linchamiento…De mi novela, Venganza salvaje. Para seguir leyendo pulse aquí.

Asesinato de su hijo, Eva y Javier


Cuando llegaron a la aldea, tenían un hijo de seis años, de lo único que huían era de la miseria y unos padres fanáticamente religiosos que les hacia la vida imposible, por quedarse Eva embarazada sin estar casada.
Se instalaron cerca de la choza de Fray Tomás y Lucrecia, en una pequeña tienda de campaña del ejército que Javier le había comprado a un trapero. Al día siguiente Eva se llevó un poco más lejos la tienda pues le confesó a Lucrecia que sentía temor junto a Fray Tomas.

Pronto se encariñó Lucrecia con ese precioso niño y sus padres, les ayudaba en lo que podía, cuando Eva iba  al río a lavar la ropa, si Javier estaba en el monte poniendo trampas, ella cuidaba del niño. Aprovechaba cuando no estaba Fray Tomas para hacer más comida y dársela a hurtadillas a Eva, sobre todo pensaba en ese hijo pequeño para que no pasara hambre, ella que era muy conocedora de los dolores que produce en el cuerpo y el alma la impotencia y la necesidad.

Una mañana temprano, Eva y Javier se fueron al monte a ver las trampas y buscar bayas y tubérculos silvestres, dejaron al niño con Lucrecia porque Fray Tomas no estaba, Eva jamás dejaba al niño si el fraile estaba en la choza. Lucrecia fue a buscar agua al río y cuando volvió, el niño no estaba, se demoró algo más buscando unas setas especiales para sus pócimas y en poco más de media hora, el mal que acechaba tan cerca, se cebó en el dolor de la pareja.

Al regresar los padres del niño, las lágrimas de Lucrecia le alarmaron y entre llantos les explico lo sucedido, buscaron al pequeño hasta que se hizo de noche pero no aparecía por ningún sitio, Fray Tomas llegó por la tarde diciendo que no sabía nada del pequeño.
Al estar a solas con él le preguntó que por que tenía las manos manchadas de tierra y contestó que había estado buscando raíces, Lucrecia lo miró a los ojos y supo que mentía, se propuso averiguar la verdad, solo él podía ser responsable de la desaparición.

Por la mañana temprano, Lucrecia hizo un rastreo en círculos ampliando cada vez más la zona y como buena conocedora de las pequeñas señales de la tierra, se fijo en una pequeña zona que parecía estar disimulada a propósito y con sus manos, levantó la maleza que la cubría y ahondando en la blanda tierra dio con el cuerpo desnudo y ensangrentado del niño, enseguida comprobó que lo habían violado y roto el cuello.

Lucrecia lloró de rabia, impotencia y dolor por la muerte de ese inocente y por saber al instante que era ese fraile de los demonios con quien compartía la cama…

No les dijo nada a los padres del niño que seguían buscando, en su mente tenia trazado el plan para el fraile. Por la noche cuando el fraile dormía, tomo el hacha que tenia junto a la puerta y descargó con toda su furia un golpe sobre la cabeza del hombre, parte del cráneo se desprendió dejando caer sobre la almohada la esencia de lo bueno y lo malo que ese hijo de Satanás tenía en su cerebro. Lucrecia arrastró su cadáver hasta el lugar donde estaba enterrado el niño y lo puso frente a él mirando a los ojos…pequeño, aquí te lo dejo para que veas el asesino que te quito la vida por toda la eternidad…

El cementerio de la futura aldea, tenía sus primeros inquilinos…

De vuelta a Sevilla.

El día amaneció lluvioso, pero eso no impidió que a las dieciséis hora, las damas bajaran de sus limusinas y subieran juntas con sus paraguas de colores, la escalinata de la mansión de Lucrecia en su primer día de estancia en Sevilla, después del largo periodo vacacional en las Barbados. Desde donde observaba el senador, al pasar por debajo parecía como si hubieran puesto en fila las fichas de un parchís.
Un coche camuflado de la policía judicial con un agente de paisano, contemplaba el espectáculo propio de una puesta en escena de una película de Fellini…

Cerca de ese coche había otro con dos agentes del servicio secreto, las ventanillas tintadas para mantener a salvo de miradas exteriores una cámara de video con micrófono láser que obtenía todos los sonidos a considerable distancia.
Las damas sabían estos detalles y no pronunciaron una sola palabra mientras subían.
Rosario como años atrás, no pudo evitar levantar el dedo corazón hacia Don Tomas el senador, que seguía con su rutina y su prismático mirando el cortejo.

Se diría que este grupo tan pintoresco no había cambiado en sus más de veinticinco años juntas, en la puerta de entrada donde Lucrecia esperaba, se dieron un beso protocolario en las mejillas mientras sonreían artificialmente, cuando la puerta se cerró se besaron todas en la boca apasionadamente.

No dijeron una sola palabra hasta entrar en un salón blindado a escuchas electrónicas desde el exterior, en el interior había cámaras de vigilancia colocadas por Don Tomas, pero eso no le preocupaba, el senador solo vería y escucharía lo que Lucrecia quisiera para bien de sus propios intereses.

Se sentaron las cinco en una hermosa mesa circular blanca de madera de roble lacada en blanco, tenia incrustaciones en mármol rosa de diferente parejas en posturas altamente erótica, en el centro una rosa blanca y a los lados cuatro rosas rodeándola, roja, azul, amarillo y verde.

Un joven musculoso y solo vestido con una pajarita y un delantal, trajo un carrito con algunas bebidas, Rosario siempre se tomaba un whisky, las demás damas un jerez dulce.
En esos preliminares del té, todo era muy inocente a pesar de ese Adonis rondando entre ellas, solo era un mero objeto decorativo viviente al que se acercaba alguna de las manos de las damas para aliviar sus tensiones momentáneas.

Las conversaciones seguían una pauta también inocente y ambiguas sin mucho contenido, solo parecía estar pasando el tiempo hasta que llegara la hora del té.
Si daba la impresión que en la atmósfera flotaba un aire cargado de lujuria, las damas se apretaban las manos como impacientes por algo o por pura ansiedad, se notaban inquietas desde que supo por Lucrecia que había cámaras de vigilancia dentro puestas por el senador, pero sobre todo por no poder exhibir todos sus encantos como les gustaba frente a esas cámaras y aplacar su lujuria allí mismo…
Por las cámaras del senador no se preocupaban, tenían tanto contra él, que sabía que no las iba a utilizar en su contra y podían tomarse la libertad de vez en cuando de regalarle un gesto obsceno…

A las diecisiete hora exactamente, un precioso carrito de madera importado de china, hizo su aparición empujado por ese semental que hacia volver las miradas de las damas, sobre todo cuando los miraba por detrás que el delantal no lo cubría y el mozo conocedor de su oficio, se inclinaba sobre el carrito para pronunciar sus atributos, haciendo que los ojos de las damas se movieran al compás de sus caderas…

Una obra de arte en cerámica china, conformaba todo el juego de té y empezando por Doña Lucrecia, una a una pudo paladear de su taza, un té al estilo moruno, muy dulce y con mucha hierbabuena, un verdadero placer para los sentidos.
En una bandeja de plata haba un surtido de pastas, bombones rellenos de licor y trufas.

A las dieciocho horas, las damas se levantaban y se dirigían a una habitación de la planta alta donde todas sus tensiones desaparecerían…de mi novela Las damas y el té de las cinco...para seguir leyendo pulse aquí. 

Cuerpo profanado...


Lucrecia la boticaria, se levanta cada día al amanecer para ir a la sierra a recoger plantas medicinales para sus pócimas, a cincuenta metros de la aldea, su grito hizo un dúo con el canto del gallo, Eva que la habían enterrado la noche pasada, estaba allí colgada como un espantapájaros, desnuda y su cuerpo mutilado por las aves de rapiña.
En sus pechos desnudos, tenía grandes agujeros y trozos de piel y carne colgando, de su vientre mutilado salían los intestinos que colgaban hacia sus muslos, se clavó de rodillas con las manos unida, intentaba rezar pero el llanto se lo impedía…

Dos hombres llegaron corriendo alarmado por el grito de Lucrecia y se pararon en seco al ver tan estremecedor espectáculo, había miedo en sus ojos, también mucha rabia e impotencia…llamaron a voces a los aldeanos que rápidamente y algunos a medio vestir, se congregaron junto a la macabra cruz…

Casi al instante, el nombre de Javier corrió de boca en boca haciéndole responsable de tal atrocidad, Lucrecia alzó la voz rota por el llanto y dijo que Javier era incapaz de hacer eso, pero los argumentos en contra lo estaban sentenciando, era el único que habían visto salir de la casa de Eva el día de su muerte y estaba el hecho de que todos sabían que el primo de su mujer que tan salvajemente estaba mutilada en esa cruz, era el amante de Eva que había desaparecido en la batida de búsqueda de su hija Eva María…

El herrero que llevaba una hoz en la mano, la clavo sobre un tronco caído desahogando su furia, maldito seas Javier, vamos a crucificarte aunque tenga que ir solo a buscarte.
Todos sabían que las bravuconadas del herrero se quedarían en nada, pero la vieja Lucrecia si había tomado una determinación, le pidió el asno al leñador que utilizaba para traer  troncos a su carpintería y se fue sola al monte, ella quería mucho a ese matrimonio que tan desgraciadamente había terminado y conocía la bondad de Javier, lo encontraría para traerlo a la aldea y que tuviera la oportunidad de explicarse antes que algunos cegados por el odio le dieran muerte…

Javier había estado persiguiendo de noche al hombre que sabía le había dado muerte a su mujer y a su hija, le disparó, al no alcanzarle, se perdió de nuevo entre la maleza y no volvió a encontrar su rastro. Desesperado se propuso volver a la aldea y contar lo que había pasado con los vecinos que le acompañaban en la búsqueda de su hija, la muerte de Eva María y de su mujer…

Regresaba hacia la aldea cuando escucho las llamada de Lucrecia, Javier, Javier…los grandes matorrales le impedían ver quien llamaba, pero no le cabía duda que era la buena viejita que tantas muestra de cariño le profesaba a el y a su mujer, corrió hacia la dirección de la llamada y apareció Lucrecia con las riendas del asno en la mano y visiblemente fatigada, se abrazaron y con lagrimas en los ojos le contó lo que sucedía en la aldea y el motivo de querer ella salir a buscarlo.

Javier no podía creer, que esos amables vecinos a los que tantos favores hizo y les mostrara siempre su bondad y su lealtad, le acusaran del asesinato de sus amigos, de su hija y el de su mujer, lloraba amargamente mientras Lucrecia intentaba consolarlo…
Una vez calmado, escuchó atentamente la proposición de Lucrecia…Te vas a venir conmigo a la aldea, métete en tu choza por detrás procurando que nadie te vea, yo tocaré la campana para reunir a los aldeanos y una vez conmigo, les explicaré todo lo que ha pasado y quien es el responsable de los asesinatos, la gente tendrá que tomar partido para cazar a ese bestia, si quieren dormir tranquilos...De mi novela Venganza salvaje, para seguir leyendo pulse aquí.

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