Góngora, sonetos satíricos...


Señores Corteggiantes, ¿quién sus días 
De codicioso gasta o lisonjero 
Con todos estos príncipes de acero 
Que me han desempedrado las encías?

Nunca yo tope con Sus Señorías, 
Sino con media libra de carnero, 
Tope manso, alimento verdadero, 
De Jesuitas sanctas Compañías.

Con nadie hablo, todos son mis amos, 
Quien no me da, no quiero que me cueste; 
Que un árbol grande tiene gruesos ramos.

No me pidan que fíe ni que preste, 
Sino que algunas veces nos veamos, 
Y sea el fin de mi soneto éste.

El Conde mi señor se fue a Napoles; 
El Duque mi señor se fue a Francia: 
Príncipes, buen viaje, que este día 
Pesadumbre daré a unos caracoles.

Como sobran tan doctos españoles, 
A ninguno ofrecí la Musa mía; 
A un pobre albergue sí, de Andalucía, 
Que ha resistido a grandes, digo soles.

Con pocos libros libres (libres digo 
De expurgaciones) paso y me paseo, 
Ya que el tiempo me pasa como higo.

No espero en mi verdad lo que no creo: 
Espero en mi conciencia lo que sigo: 
Mi salvación, que es lo que más deseo.

























Durante una estancia en la Corte de Valladolid se enemistó con Quevedo, a quien acusó de imitar su poesía satírica bajo pseudónimo. En 1609 regresó a Córdoba y empezó a intensificar la tensión estética y el barroquismo de sus versos. Entre 1610 y 1611 escribió la Oda a la toma de Larache y en 1613 el Polifemo, un poema en octavas que parafrasea un pasaje mitológico de las Metamorfosis de Ovidio, para saber más pulse aquí.
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