Como un cóndor de escuálido plumaje,
acechante y solitario en su guarida
vivo en este mundo de penoso viaje
intentando encontrar la fe perdida.
¿Qué se hizo, Señor, de mi alegría,
de aquella juventud que en mi estallaba
y me hacia despertar día tras día
con un rayo de luz y de esperanza?
¿Qué se hizo, Señor, de aquella fuerza
que soplaba mis velas cual galerna
que rompía las olas con mi proa
bautizando de espuma mis cuadernas.
Hoy me miro y me veo tan cambiado...
No es el firme mirar de aquellos ojos
Lo que veo ante mí, ya se han borrado
el fuego y el valor ¡veo despojos!
He de azuzar los corceles de la vida
debo volver a cantar y a sonreír
ilusionarme con nuevas singladuras,
alzar el vuelo, volver a ser feliz
amar, soñar igual que el primer día,
llenar la copa, brindar y compartir
recuperar la esperanza y la alegría,
¡abre las alas y vuela junto a mi¡
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