Oda al amor y al sexo

Con la paz que da una flor en primavera,
Y tu desnudez cubierta sutilmente...
Imagino los pensamientos, en tu mente,
Planeando realizar tu sensual entrega

La luz de tus ojos traviesos
Y tu tímida, pero coqueta sonrisa,
Incitaron al deseo muy deprisa, 
Lo que no pude evitar, confieso 

Tus pasos sensuales en un va y ven,
Recorrían de un lado a otro la alcoba,
Despertando una pasión que me devora,
Haciendo que sucumbiera yo a tus pies

Con el ansia de una sed que no se quita,
Fui quedando, de tu encanto, preso...
Tú, desnuda desde el alma hasta los huesos,
Y entregándome tu pasión tan infinita

El tiempo lentamente transcurría,
A media luz, una tras otra caricia,
Tu aliento se confundía con la brisa,
Y fuera, pude escuchar que llovía.
En silencio, donde nada se decía,
Parecían cantar nuestros gemidos,
En un dueto de amor tan atrevido...
Agonía de pasión que ensordecía

Mil aromas inundaron nuestro lecho,
Bálsamo de afrodisíacas fragancias,
Junto a besos motivados por el ansia
De colocar mi amor sobre tus pechos

La danza del amor había iniciado... 
Agitando en nuestros pechos, dos tambores,
Marcando el compás de dos amores, 
En un ritmo de placer apasionado. 

En el clímax de una compuesta melodía,
Que parecía producir un gran estallido,
Coreamos tu y yo, nuestros quejidos,
Dulce canto que aun escucho, todavía.



Pedro Perez Vargas

Como una Madonna olvidada

En un banco de la plaza,
todas las tardes la misma
chica, perdida en si misma
con un silencio que abraza.
En las manos una taza
de café le da su abrigo,
parece el único amigo
de una reina sin corona
en esta olvidada zona 
especial para el mendigo.

Sigue cruzando las piernas 
antes gemelas de lujo,
bellas de forma y dibujo
jóvenes suaves y tiernas.
Aquellas noches eternas
de perlas oro y zafiros
se volvieron en altivos 
gritos de desolación.
Es la dama de un montón
de recuerdos y suspiros.
Duerme siempre de costado
en miles de habitaciones,
que no entienden las razones
de cómo hasta allí ha llegado.
De carácter educado
no se enfurece por nada,
solo esconde la mirada
cuando alguien mira y comenta,
parece esta soñolienta
una madonna olvidada.










Ramon Bonachi

Llagas de amor...Garcia Lorca


Esta luz, este fuego que devora.
Este paisaje gris que me rodea.
Este dolor por una sola idea.
Esta angustia de cielo, mundo y hora.

Este llanto de sangre que decora
lira sin pulso ya, lúbrica tea.
Este peso del mar que me golpea.
Este alacrán que por mi pecho mora.

Son guirnaldas de amor, cama de herido,
donde sin sueño, sueño tu presencia
entre las ruinas de mi pecho hundido.

Y aunque busco la cumbre de prudencia
me da tu corazón valle tendido
con cicuta y pasión de amarga ciencia.
Noche del amor insomne
Noche arriba los dos con luna llena,
yo me puse a llorar y tú reías.
Tu desdén era un dios, las quejas mías
momentos y palomas en cadena.

Noche abajo los dos. Cristal de pena,
llorabas tú por hondas lejanías.
Mi dolor era un grupo de agonías
sobre tu débil corazón de arena.

La aurora nos unió sobre la cama,
las bocas puestas sobre el chorro helado
de una sangre sin fin que se derrama.

Y el sol entró por el balcón cerrado
y el coral de la vida abrió su rama
sobre mi corazón amortajado.

El murmullo de las olas...

Me encanta la fragancia y la bravura
de tu cuerpo desnudo y transparente,
y la sal que también besa mi frente
me deja tu sabor y tu frescura.

Contigo van la paz y la aventura
vestidas de un azul, ¡tan sorprendente!
que me niego a seguir siendo prudente
y me lanzo a tus brazos con premura.

Me complace el murmullo de las olas,
incluso cuando quedan prisioneras
en el vientre de esbeltas caracolas.

No hay en ti, ni caminos ni fronteras,
solo estrellas que alumbran cual farolas
e iluminan mis noches marineras.

Poema e imágenes :
Ramon Bonachi

Orillas del sur, Rosalia de Castro


Oigo el toque sonoro que entonces
a mi lecho a llamarme venía
con sus ecos que el alba anunciaban,
mientras, cual dulce caricia,
un rayo de sol dorado
alumbraba mi estancia tranquila.

Puro el aire, la luz sonrosada,
¡qué despertar tan dichoso!
Yo veía entre nubes de incienso,
visiones con alas de oro
que llevaban la venda celeste
de la fe sobre sus ojos...

Ese sol es el mismo, mas ellas
no acuden a mi conjuro;
y a través del espacio y las nubes,
y del agua en los limbos confusos,
y del aire en la azul transparencia,
¡ay!, ya en vano las llamo y las busco..
Blanca y desierta la vía
entre los frondosos setos
y los bosques y arroyos que bordan
sus orillas, con grato misterio
atraerme parece y brindarme
a que siga su línea sin término.

Bajemos, pues, que el camino
antiguo nos saldrá al paso,
aunque triste, escabroso y desierto,
y cual nosotros cambiado,
lleno aún de las blancas fantasmas
que en otro tiempo adoramos.

En la actualidad, la figura de Rosalía de Castro y sus creaciones literarias continúan siendo objeto de una abundante bibliografía y recibiendo una constante atención crítica, tanto en España como en el extranjero. para saber más pulse aquí.



Ausencia...

Ausencia en todo veo:
tus ojos la reflejan.

Ausencia en todo escucho:
tu voz a tiempo suena.

Ausencia en todo aspiro:
tu aliento huele a hierba.

Ausencia en todo toco:
tu cuerpo se despuebla.

Ausencia en todo pruebo:
tu boca me destierra.

Ausencia en todo siento:
ausencia, ausencia, ausencia.

Miguel Hernández Gilabert (Orihuela, 30 de octubre de 1910-Alicante, 28 de marzo de 1942) fue un poeta y dramaturgo de especial relevancia en la literatura española del siglo xx. Aunque tradicionalmente se le ha encuadrado en la generación del 36, Miguel Hernández mantuvo una mayor proximidad con la generación anterior hasta el punto de ser considerado por Dámaso Alonso como «genial epígono» de la generación del 27.3​4​. Actualmente y tras las interesantes aportaciones de A. Sánchez Vidal, se le asocia asimismo con la Escuela de Vallecas.,
Para saber más pulse aquí.​

La imprevista, Chumacero

Mírame así, a la frente: deshacías
en himnos la apariencia semejante
al sueño, y la lujuria en el sudor
ardía témpanos de mal, araba
en oquedades los remordimientos.

Cuando con esa voz de lejanías
invocabas los sitios, las costumbres,
era tu cabellera la humedad
del alma en el verano, parecida
a insomnios dilatados por la ausencia.

Después de ti, el asombro del pecado
y la virtud donde el placer concluye
nada eran y en nada convertían
el último solaz, el desafío
ante el olor cansado de lo inmóvil.
En la conciencia un muro desvanece
la furia, la piedad, el movimiento,
y de aquellos sollozos esparcidos
en medio del relámpago el fulgor
de su imagen anima las tinieblas.

Deja el ayer, descúbrete en mis ojos:
sobre el vacío caen las palabras
y en su oscilar las horas resplandecen
hasta tornarse en el espacio adonde
asciende la mujer desconocida.

Chumacero es descrito por muchos de sus conocidos como un hombre que era amable, simpático y buen conversador. En sus palabras: "La seriedad es una forma de la muerte. Para saber más pulse aquí.
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