Soy, Jorge Luis Borges


Soy el que sabe que no es menos vano 
que el vano observador que en el espejo 
de silencio y cristal sigue el reflejo 
o el cuerpo, da lo mismo, del hermano. 

Soy, tácitos amigos, el que sabe 
que no hay otra venganza que el olvido 
ni otro perdón. Un dios ha concedido 
al odio humano esta curiosa llave. 

Soy el que pese a tan ilustres modos 
de errar, no ha descifrado el laberinto 
singular y plural, arduo y distinto, 
del tiempo, que es uno y es de todos.

Soy el que es nadie, el que no fue una espada 
en la guerra. Soy eco, olvido, nada.

Efímero, reflexión


Si pudiésemos tener consciencia de lo efímera de nuestra vida,  tal vez pensaríamos  dos veces antes de ignorar  las oportunidades que tenemos de ser y de hacer a los otros felices.
Muchas flores son cortadas muy pronto; algunas apenas pimpollo. Hay semillas que nunca brotan y hay aquellas flores que viven la vida entera hasta que, pétalo por pétalo, tranquilas, vividas, se entregan al viento.
Pero no tenemos como adivinar. No sabemos por cuanto tiempo estaremos disfrutando este Edén, tampoco las flores que fueron plantadas a nuestro alrededor. Y nos descuidamos a nosotros mismos y a los otros.
Nos entristecemos por cosas pequeñas y perdemos un tiempo precioso.

Perdemos días, a veces años. Nos callamos cuando deberíamos hablar, y hablamos demasiado cuando deberíamos quedar en silencio.
No damos el abrazo que tanto nos pide nuestro corazón  porque algo en nosotros impide esa aproximación.
No damos un beso cariñoso “porque no estamos acostumbrados a eso” y no decimos lo que nos gusta porque pensamos que el otro sabe automáticamente lo que sentimos.
Y pasa la noche y llega el día; el Sol nace y adormece, y  continuamos siendo los mismos. Reclamamos lo que no tenemos, o que no tenemos lo suficiente.
Cobramos. A los otros. A la vida. A nosotros mismos.
Y nos consumimos, comparando nuestra vida con la de aquellos que poseen más.

Y si probáramos compararnos con aquellos que poseen menos? Eso haría una gran diferencia!
Y el tiempo pasa. Pasamos por la vida y no vivimos. Sobrevivimos, porque no sabemos hacer otra cosa.
Hasta que, inesperadamente, nos acordamos y miramos para atrás. Y entonces nos preguntamos: Y ahora?
Ahora, hoy, todavía es tiempo de reconstruir alguna cosa; de dar un abrazo amigo; de decir una palabra cariñosa; de agradecer por lo que tenemos.
Nunca se es demasiado viejo, o demasiado joven, para amar, para decir una palabra gentil, para hacer un cariño.
No mires para atrás. Lo que pasó, pasó. Lo que perdimos,  perdimos. Mira hacia adelante!
Todavía hay tiempo de apreciar las flores que están enteras a nuestro alrededor.

Todavía  hay  tiempo de  agradecer a Dios por la vida, que aunque efímera, aún está en nosotros.
Escuchar aquí la reflexión
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