
Te quiero tanto, tanto te quiero,
que ya no puedo quererte más
y estoy seguro que el mundo entero
amor tan grande, no vio jamás.
Eres mi cielo, mi vida, todo;
la causa noble de mi existir.
Sin conocerte, de ningún modo
sería posible mi cruel vivir.
Rotas estaban mis ilusiones
cuando en mi senda te vi pasar,
pero tus frases y tus acciones
nuevos ideales pudieron crear.
En tus miradas miré el anhelo
de un sacrificio por caridad
y oí en tus labios la voz del cielo
que redimiera mi humanidad.
Sólo a ti debo mi gran contento,
mis ilusiones, mi bienestar,
y esa grandeza que dentro siento
porque he logrado, por fin, amar.
A ti te adoro... Tanto te quiero
que ya no puedo quererte más
y estoy seguro que el mundo entero
amor tan grande... No vio jamás.
Guarda, mi vida, la pobre rima
donde tu nombre por tema está;
si acaso, torpe, tu ser lastima,
por tu grandeza, tu perdón da.
A ti que llegue como una ofrenda,
como la prueba de un puro amor,
que sus lamentos tu ser comprenda
y que comprenda todo mi amor.
Manuel Garrido Lecona