Quién no tiene un deseo muy grande y escondido
que ocupa toda su alma, mas no lo manifiesta,
pues antes al contrario, va por la acera opuesta
tratando de esconderse por sentirse cohibido.
Pone enorme cuidado, para no meter ruido
y ante cualquier mirón a esconderlo se apresta,
pero sucede a veces que ocultarlo le cuesta
por si lo descubrieran en el menor descuido.
Algunos no darían la menor importancia,
pero los hay también que, quizás por envidia,
sin importarles nada se meten a enredar,
dándole a muchas cosas la mayor relevancia
y atacan muy furiosos, como toros de lidia,
pues ver a alguien feliz no pueden soportar.
