El paladar del beso


Oh!, cuando dos bocas juntan
el paladar de los siglos
al cuerpo y sangre la turban
con el beso embravecido.

Y las sangres excitadas
desprenden ríos de fuego
calentando con su riego
al cuerpo en un estallido.

El pecho es oculto trono
de un corazón más bravío
que hace saltar las riendas
del gozo con un suspiro.

Y rojas como las ascuas
dos lenguas en beso uncido,
obligan a cerrar los ojos
para aguantar lo vivido.

Dos corazones perplejos
laten en un mismo sonido
y forman una corriente
desde los pies al sentido.

¡Oh labio, que bien supiste
lo que era el beso mordido!
y con otro labial queriendo,
el amor se hizo tronido.

Así es nuestra jugosa boca
entre salivar sapino,
que con ondulación amorosa...
¡Nos lleva a lo más divino!



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