¡Ay amor! cuando me llevas hasta cielo
abriéndome de la frente el postigo,
mas alzada en vuestro onírico vuelo
sois con un beso mi mayor castigo.
Sois en mi corazón una tormenta
y en mi cuerpo sois el mayor tesoro
si soñando imagino que alimenta
el vacío de boca a la que adoro.
Llevadme transportada y jubilosa
donde habita el deseo de mortales
que en sueño soy pavesa silenciosa
izada por fuego de mis frontales.
La senda que transito es azulada
y se convierte gris con el lamento
si despierta no tengo la morada
del dulzor de tu beso que fomento.
Por mi caliente sangre navegáis
y llegáis, hasta mi pecho latente,
verdad cuando con claridad hiráis
a fibra de mi carne incandescente.