Poema de Calderón a San Isidro.

Ya el trono de luz regía
el luminoso farol,
el fénix del cielo, el sol,
cuya edad es sólo un día.
Ya desde la tumba fría
en su fuego vuelve a ser
hoy lo mismo que era ayer;
que, si en todo es de sentir
que nace para morir,
él muere para nacer.

Veloz la vida se quita,
con que más gloria se adquiere,
pues cuando en el agua muere,
en el fuego resucita.
Las aves, a quien incita
la luz de sus resplandores,
cantando dulces amores,
eran, con belleza suma,
al campo flores de pluma
cuando al viento aves de flores.
Entre las rosas cantaban
y el aura que las movía
solamente conocía
por aves las que las volaban.
Todas a Isidro esperaban,
cuando el labrador dichoso
se quedaba perezoso
de su trabajo olvidado:
¿quién vio vicioso al cuidado
y al descuido virtuoso?

Antes de labrar el suelo
(¡oh tardanza de amor llena!)
en la Virgen de Almudena
labraba piadoso el cielo;
y como su santo celo
en el sol le suspendía
de la celestial María,
divertido, no pensaba;
como siempre, al sol miraba,
que pudo pasarse el día.
























Calderón fue un discreto pero activo cortesano y llega a convertirse en un personaje muy respetado e influyente, modelo para una generación entera de nuevos dramaturgos e incluso para talentos tan grandes como los de Agustín Moreto y Francisco Rojas Zorrilla, sus más importantes discípulos...Para saber más pulse aquí.

Alucinaciones de amor...

La vida se me hace suspiro
cuando dormida en la cama
mis ojos se vuelven ríos
de llanto en la madrugada.

Es tanta esa belleza
que derrama tu piel lozana
que mi alma queda prendida
hasta llegar la mañana.

No quiero cerrar mis ojos
y amarte con mi silencio
son tragedias de mis antojos
si te miro y no te tengo...
De insomnio me estoy muriendo
que despierto estoy soñando
y no quiero que durmiendo
tu alma se este alejando.

El corazón me da un vuelco
parece que te estas moviendo
yo de tu cama me alejo
con los pasos padeciendo.

Quizás sea solo cosa mía
que te escucho a ti diciendo
no me dejes que de día...
te voy a seguir queriendo.

















Ángel Reyes Burgos
Para ti crayolita.

Dos hermosos poemas de Clotilde Roman.

Eres sol en mi memoria.

Es el llanto en mis ojos,
río caudaloso en tropel,
vacían cristalino enojos
de querer, y no tener.

Son mis corneas salientes
nubladas por el despecho,
cuando venas tan ardientes
mostrar quisiera dolientes
todo el amor de mi pecho.

Andando a pasos gigantes
voy arrastrando al confín,
y con pasiones latentes
nunca termina mi fin.

¿Dónde dormirá mi estrella
que no alumbra su candil?
y es amargura en querella
la negrura en mi redil.

Más allá, amor encierra
amarillenta luz de gloria,
cuando batallando en guerra
te haces sol en mi memoria.

C.Róman (© Derechos Reservados)
La cobra canta.

Aquí estoy.
Las doce del medio día,
desnuda sobre la cama
y un río con mis suspiros
traspasan sábana blanca.

Aquí estoy.
Con ojos como dos alas 
y mi sexo fuego en llama.
Aquí estoy.
Donde sepulta lo oscuro
de la cortina cerrada.

Mi cuerpo coral y dalia,
ninfa de charca oprimida, 
agua cristalina en jarra.
Besos con escalofrío
lanza mi boca cerrada
y mis manos tejen hilos
de pasión sobre mis nalgas.

Silenciosa está mi alcoba,
solo el gemido que lanza
la campana de mi lengua
desatada como flauta.
Quiero peces y no hay río,
la Cobra tendida canta.

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