Por dentro y solo sé que estoy en mi.

Por dentro

Mis ojos grandes, pegados
al aire, son los del cielo.
Miran profundos, me miran
me están mirando por dentro.

Yo pensativo, sin ojos,
con los párpados abiertos,
tanto dolor disimulo
como desgracias enseño.

El aire me está mirando
y llora en mi oscuro cuerpo;
su llanto se entierra en carne,
va por mi sangre y mis huesos,
se hace barro y raíces busca
con las que brotar del suelo.

Mis ojos grandes, pegados
al aire, son los del cielo.
En la memoria del aire
estarán mis sufrimientos.
Sólo sé que estoy en mí

Sólo sé que estoy en mí
y nunca sabré quién soy,
tampoco sé adónde voy
ni hasta cuándo estaré aquí.

Vestido con vida o muerte
o desnudo sin morir,
en los muros de este fuerte
castillo de mi vivir,

o libre por los confines
sepulcrales de los cielos,
desgarrando grises velos,
ignorante de mis fines,

no sé qué cárcel espera
ni la libertad que ansío,
ni a qué sueño dará el río
de mi vida cuando muera.

























Durante la Guerra Civil Española, Altolaguirre se convierte en miembro de la Alianza de Intelectuales Antifascistas y director de La Barraca, llegando incluso a alistarse en las fuerzas republicanas, realizando proyectos de imprenta y editoriales con fines propagandísticos. A pesar de su condición como reconocido intelectual republicano, en agosto de 1936, su hermano Luis Altolaguirre, junto a su antiguo amigo el poeta José María Hinojosa, fueron fusilados ante la tapia del cementerio de San Rafael de Málaga por un grupo de milicianos anarquistas...Para saber más pulse aquí.

En lo más profundo.

En lo más profundo de mi ser, allí donde no llegó ni mi conciencia
habitaba un monstruo, un pérfido ser, que se alimentó de mi dolor y mi inexperiencia.

Siempre agazapado, oculto, mostrando la piel de las ovejas, viajero del mundo,
en pos de los pasos vagabundo, de ese ser de miserias y tristezas
lobo falaz, monstruo inmundo, devorador de la sonrisa y la inocencia.

Allí donde las mentes extrañas no llegan, donde no hay reglas ni corazón
allí caminando los pasos por la tierra, devoraba las almas, este león.

Oculto por su férrea mascarada, creyendo que el mundo lo ignoraba
no miraba a los ojos, se tapaba la cara, por no mostrar la tristeza en su mirada.

Cascabeles de risas en su garganta, convencido se sentía un ser hermoso
y en sus locas y tristes madrugadas, ríos de llantos brotaban de sus ojos.

Allí escondido, en el pozo sin fin de su miseria, conoció la luz de un nuevo día
en ese túnel de luz al que descendía, retornó como el Fénix en su agonía
y al mirarse de nuevo a la cara, un halo de amor lo recubria...

Solo es una fabula poética. 
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