Romance de la luna, luna


La luna vino a la fragua
con su polisón de nardos.
El niño la mira, mira.
El niño la está mirando.

En el aire conmovido
mueve la luna sus brazos
y enseña, lúbrica y pura,
sus senos de duro estaño.

Huye luna, luna, luna.
Si vinieran los gitanos,
harían con tu corazón
collares y anillos blancos.

Niño, déjame que baile.
Cuando vengan los gitanos,
te encontrarán sobre el yunque
con los ojillos cerrados.

Huye luna, luna, luna,
que ya siento sus caballos.
Niño, déjame, no pises
mi blancor almidonado.
El jinete se acercaba
tocando el tambor del llano.
Dentro de la fragua el niño,
tiene los ojos cerrados.

Por el olivar venían,
bronce y sueño, los gitanos.
Las cabezas levantadas
y los ojos entornados.

Cómo canta la zumaya,
ay cómo canta en el árbol
Por el cielo va la luna
con un niño de la mano.

Dentro de la fragua lloran,
dando gritos, los gitanos.
El aire la vela, vela.
El aire la está velando.




Antonio Machado, (1.875 – 1939)




























Catedrático y rector de la Universidad de Sevilla y convencido institucionista, y su esposa, Cipriana Álvarez Durán, de cuya afición a la pintura quedó como ejemplo un retrato de Antonio Machado a la edad de cuatro años...Para saber mas pulsa aquí.

Tu cuerpo...

Tu cuerpo es sueño que no se sueña dormido,
es imagen grabada a prueba de todo, de olvido,
es recipiente si lo beso para mi mayor suspiro.

Es delirio que a cada segundo de tus poros brota,
es cómplice de la emoción que rápido se me nota,
siempre que en tus pupilas maravillosas me miro.

Tu cuerpo con mi cuerpo es puntual a las citas,
es protagonista de historias bellas e infinitas
que juntos haciendo el amor con fuego escribimos.

El destino hoy de nuestra suerte nos dejó ser amos,
el tiempo que nos provocó besarnos nos besamos
y todas las veces que nos dio la gana nos quisimos.

Tu cuerpo es del mío parte integrante, complemento,
objeto que fue esperanza un día y luego sentimiento
hasta que por unirse tanto a mí perdió individualidad
y ahora sus lugares más ocultos, tanto me reclaman,
tus poros, tus lunares ¡hasta tus pecas me aman!
tanto que un segundo sin mí ya es inmensa soledad.

¿Sabes? La verdad es que de nada debo quejarme,
vienes a mí para entrar en mi sueño y abrazarme
y darme un tesoro que antes no me habías dado.

Es toda tu piel mi realidad, el alcance de mis metas
y yo seré muy envidiado cuando vean los poetas
¡tu cuerpo desnudo en mis poemas retratado!

Original de Álvaro Márquez
Derechos reservados
Libro:  Enlace
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