Canción del Amor Lejano, José Angel Buesa


Ella estuvo en mis brazos sin ser mía,
como el agua en cántaro sediento,
como un perfume que se fue en el viento
y que vuelve en el viento todavía.

Me penetró su sed insatisfecha
como un arado sobre llanura,
abriendo en su fugaz desgarradura
la esperanza feliz de la cosecha.

Ella fue lo cercano en lo remoto,
pero llenaba todo lo vacío,
como el viento en las velas del navío,
como la luz en el espejo roto.

Por eso aún pienso en la mujer aquella,
la que me dio el amor más hondo y largo…
Nunca fue mía. No era la más bella.
Otras me amaron más… Y, sin embargo,
a ninguna la quise como a ella.

Cuando se habla con dios....


Es más fácil decirle a un río caudaloso: detente en tu cauce,
que impedirle al alma exteriorizar un sentimiento.

Es más fácil abandonar una mala costumbre o un hábito pernicioso,
que hacerle olvidar al corazón una historia de amor.

Es más fácil pedirle a una turba enardecida que en lugar de actuar,
piense, que decirle a un noble sentimiento que guarde silencio.

¡Oh, Señor!, todos los recuerdos que has puesto bajo mi cuidado,
tómalos y perpetúalos a través de ella.

¡Oh, Dios y rey mío!, por favor,
te ruego que aumentes mis oportunidades para que jamás pueda olvidarla.

¡Oh, Dios!, si tu mano estuviera conduciéndome,
para hacer según tu palabra, permíteme que con suficiencia ahora la recuerde.

¡Oh, Señor!, te ruego que no nos separes nunca, no importa que sea ella, la tentación misma que presiona mis emociones y la causante de todas mis carencias físicas.

Ahora bien Señor, si no nos es posible vivir juntos en el más acá, sólo te pido que nos permitas vivir así, en el más allá.

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