La visita de las doce...


Las doce han llamado a mi puerta, tímidas como la timidez de mi alma, frías como las madrugadas de diciembre. Estaba esperándolas y atento estoy a sus llamadas, son casi las doce y aguanto el sueño de mendigo cansado de mendigar caricias, sueños que no se cumplen, soledades de madrugadas.

No quiero abrir, ¿para que?... me quiero convencer que todo es una quimera y ahuyentar los fantasmas de mi melancolía, necesito acostarme inmediatamente para no pensar. Solo diez minutos de descanso, me prometo…la habitación se encoge por momentos, me asfixia, tengo que levantarme de nuevo, quizás este año sea diferente y ellas consigan alejarme de las tinieblas… es un ultimo esfuerzo por creer.

Me levanto y las llevo hasta la mesa, las pongo en circulo frente a un reloj de bolsillo de mi abuelo, van a ser las doce y cuento el tictac del reloj, uno, dos, tres…una a una voy tomando de la mesa las uvas intentando con cada una convencerme de lo feliz que será este año…he terminado las doce y el milagro no se ha producido en mi conciencia...

La cama me recibe fría, como si no supiera que yo soy su dueño y no el invitado de cada noche.
A pesar de mis parpados cerrados, una lagrima se me escapa pronunciando una plegaria...

Quizás el próximo año
La soledad no me venza
Y me visite un nuevo futuro
Lleno de amor y esperanza…

Ángel Reyes Burgos
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