desliza imperceptible su figura
bajo mi puerta, cada noche oscura,
abrazándose a mí, tensa y lasciva.
Indiferentemente insensitiva
al sueño de mi esposa, me procura
el raudal de placeres de locura
de esta pasión fatal que me cautiva.
¡Qué deliciosa, ardiente mensajera,
vibrante cual redoble de campana,
yaciendo junto a mí la noche entera!
¡Qué plenitud de sentimientos mana
de esta sombra gentil, al irse afuera
con el primer albor de la mañana!
Francisco Alvarez Hidalgo