Un cuerpo poseído por pasión errante
y un corazón que provocado mueve
cual intenso calor de amor tajante
que al tejido estremece y lo hiere.
Los ojos, dos tiernas ventanas
abiertas al calor de unos dedos
que imaginando le entran ganas
de ver colmados todos sus deseos.
Basta pensar y llevar a la mirada
a rebosar la sangre en sus venas
y en cada aliento, y cada bocanada
expulsar al aire un río de estrellas.
¡Oh, aliento con vaho de suspiros
abierto a la bruma de pecho latente,
cuando no alimenta el canto de trinos
ni con lamento el corazón lo siente!
Ojos que aún abiertos no veían
a boca sedienta por el beso soñado,
ni a huesos que sin mover crujían
por deseo ardiente de lo imaginado.
El cuerpo amarrado y esclavizado
que forzando a la flor y su pistilo
se desangra y marcado en un sigilo
un quejido de olas, en mar provocado.
Polvo, que por los poros es diluido.
Nevada hambre de amor sin hemisferios
que a caluroso pensamiento es sometido
a la cubre del amor en cautiverios.
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