Quiero que sepas una cosa.


Tú sabes cómo es esto:
si miro la luna de cristal, la rama roja
del lento otoño en mi ventana,
si toco junto al fuegola impalpable ceniza
o el arrugado cuerpo de la leña,
todo me lleva a ti,
como si todo lo que existe,
aromas, luz, metales,
fueran pequeños barcos que navegan
hacia las islas tuyas que me aguardan.

Ahora bien,
si poco a poco dejas de quererme
dejaré de quererte poco a poco.

Si de pronto me olvidas no me busques,
que ya te habré olvidado.

Si consideras largo y loco el viento de banderas
que pasa por mi vida y te decides
a dejarme a la orilla
del corazón en que tengo raíces,
piensa que en ese día, a esa hora
levantaré los brazos y saldrán mis raíces
a buscar otra tierra.

Pero
si cada día, cada hora
sientes que a mí estás destinada
con dulzura implacable.

Si cada día sube
una flor a tus labios a buscarme,
ay amor mío, ay mía,
en mí todo ese fuego se repite,
en mí nada se apaga ni se olvida,
mi amor se nutre de tu amor, amada,
y mientras vivas estará en tus brazos
sin salir de los míos.


He aprendido.


A lo largo del camino recorrido
aprendí que la distancia se te acorta…
y te estrellas con la noche apresurada
cuando apenas empezamos nuestro andar.

Otras veces sin querer dejas la vida
en la escuela clandestina de los años…
donde a golpe de alegrías y de llantos,
aprendiste que no sabes olvidar.

Se me ocurre que la vida es caprichosa
y que a veces se le antoja que extravíes la razón,
…que te apartes del camino a la locura…
aunque pierdas la cordura, si no aprendes la lección.

A lo largo de los años he aprendido
que tal vez nos engañamos al creer en el amor,
de aquel hombre que clavó con su mirada
una doble puñalada, que acertó en el corazón.

Aprendí que en el reloj no pasa el tiempo
si te encuentra al descubierto el invierno o la traición
…y que vuela como pájaros en celo…
que emigraron a los cielos, en los brazos del amor.

He aprendido que en las manos brota el alma
si sembramos las caricias como rosas por la piel,
y que a veces sin querer una mirada…
se parece tanto al alba, cuando llega a amanecer.

Esta vida me ha enseñado tantas cosas…
desde un verso a la nostalgia y del alma al corazón,
que hay un Dios que nos protege, que nos llama tantas veces,
y que nunca se arrepiente, de su amor y su perdón.

Eileen

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