En lo más profundo de mi ser, allí donde no llegó ni mi conciencia
habitaba un monstruo, un pérfido ser, que se alimentó de mi dolor y mi inexperiencia.
Siempre agazapado, oculto, mostrando la piel de las ovejas, viajero del mundo,
en pos de los pasos vagabundo, de ese ser de miserias y tristezas
lobo falaz, monstruo inmundo, devorador de la sonrisa y la inocencia.
Allí donde las mentes extrañas no llegan, donde no hay reglas ni corazón
allí caminando los pasos por la tierra, devoraba las almas, este león.
Oculto por su férrea mascarada, creyendo que el mundo lo ignoraba
no miraba a los ojos, se tapaba la cara, por no mostrar la tristeza en su mirada.
Cascabeles de risas en su garganta, convencido se sentía un ser hermoso
y en sus locas y tristes madrugadas, ríos de llantos brotaban de sus ojos.
Allí escondido, en el pozo sin fin de su miseria, conoció la luz de un nuevo día
en ese túnel de luz al que descendía, retornó como el Fénix en su agonía
y al mirarse de nuevo a la cara, un halo de amor lo recubria...
Solo es una fabula poética.
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