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Historia de San Valentín de Roma



Historia de San Valentín de Roma

Según la tradición, San Valentín de Roma fue un sacerdote romano que acompañaba espiritualmente a los cristianos que habían caído presos en las persecuciones contra los practicantes de esta fe y les ayudaba a prepararse para el martirio y la muerte.

Otra versión cuenta que se trataba de un sacerdote que, pese a que las autoridades romanas prohibían contraer matrimonio a los jóvenes soldados, por considerar que serían mejores combatientes si no tenían ataduras familiares, se dedicaba a casar a las parejas en secreto según el rito católico.

Cuando fue descubierto, Valentín fue sometido a martirio y finalmente decapitado.
Una última (y poco creíble) versión cuenta que el sacerdote Valentín fue apresado y se enamoró de la hija de su carcelero, a la que dedicó una apasionada carta de amor que firmaba como “de tu Valentín”, lo que se convertiría en el origen de la tradición de enviar las cartas y postales de amor que intercambian los enamorados cada 14 de febrero.
 

La Iglesia Católica recoge la tradición de San Valentín

A finales del siglo V, la Iglesia Católica, recoge las leyendas sobre San Valentín e institucionaliza su conmemoración el 14 de febrero. Parece ser que fue el Papa Gelasio I quien formalizó el culto al santo, en un intento de cristianizar la antiquísima celebración pagana de las Lupercales, que tenía lugar a mediados de febrero.

Sin embargo, la propia Iglesia desde el principio albergó dudas sobre la veracidad histórica de los hechos de San Valentín, de tal manera que incluso Gelasio I afirmaba que San Valentín era uno de aquellos santos “cuyos nombres son venerados por los hombres, pero cuyos actos solo Dios conoce”, expresando su falta de pruebas históricas sobre este mártir.

Probablemente, fue durante la Edad Media cuando se asoció el amor romántico a la figura heroica y mitológica de San Valentín, forjándose definitivamente la leyenda del patrón de los enamorados. La fábula fue creciendo y adornándose con el paso de los siglos hasta llegar a nuestros días.

La festividad fue eliminada del calendario eclesiástico en 1969, en un intento de la iglesia católica de eliminar del santoral a aquellos santos de origen legendario.
 

San Valentín y el Día de los Enamorados

Fue durante el siglo XIX cuando, en los países anglosajones, comenzó la tradición de intercambiarse postales con mensajes amorosos en el Día de los Enamorados. Poco después, a la costumbre de las postales se sumaría la de obsequiar a la pareja con otros regalos como rosas, bombones y joyas.

Ya bien entrado el siglo XX, el comercio y la publicidad recogieron la figura de San Valentín, alentaron su patronazgo sobre los que estaban tocados por las flechas de cupido o los que pretendían estarlo y lo aprovecharon para convertir el 14 de febrero en una fecha señalada en la que aumentar sus ventas.

El rey del cachopo...asesino

Muchas imágenes de la red tocaron la fibra sensible de mis sentimientos, pero ninguna tanta como ver sonreír a este descerebrado en pleno juicio por el asesinato y descuartizamiento de su compañera sentimental, sentí una autentica repugnancia.

Quizás se le subiera a la cabeza eso de ser el rey del cachopo, pero la realidad es que este miserable no es el rey de nada salvo el de la maldad en estado puro, tiene menos empatía que los cachopos que vendía …sé que hay que tener cuidado con la manera de escribir en la web, pero incluso sin haber terminado su juicio, a este personaje lo aborrezco y deseo con toda mi alma que se pudra en la cárcel …

Este personaje no ha tenido nunca ni patria ni bandera, porque lo mismo empieza militando en Falange Española de extrema derecha como  comenzó a ser agente doble en un sindicato obrero de izquierdas. Más tarde perteneció a Plataforma por Cataluña, partido de extrema derecha, pero nada tiene que ver esta montaña rusa política con la atrocidad que ha cometido.

Hace tiempo que quería escribir sobre esta sabandija, pero sabia que me iba a costar un dolor de riñones como el que tengo ahora por no poder relajar el asco que me da perder el tiempo con este indeseable. Maldigo el día que te vi sonreír …


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Justino Andrade, historia


Conocí a don Justino Andrade cuando él bordeaba sus floridos ochenta años y yo fatigaba mis treinta, enredada entre los turnos de un marido taxista y el infierno de tres hijos varones. Frente a mi casa había entonces una pensión: La Dorotea, chica, modesta. La dueña era doña Amparo, una española viuda y sin hijos. Mujer de mucho temple, gran cocinera, quien con la ayuda de una empleada mantenía la pensión como un jaspe. Y allí llegó un día don Justino. Un día de invierno frío y seco.

Lo vi en una de mis corridas al almacén entre el desayuno y el almuerzo. Lo recuerdo entrando a La Dorotea. Vestía un gastado sobretodo gris, sombrero negro y un poncho blanco y celeste terciado al hombro. Como único equipaje traía una pequeña valija. Lo vi y lo olvidé en el acto. Un día, sin embargo, comencé a fijarme en él. Pese a lo crudo del invierno, solía sentarse mañana y tarde en la vereda de su pensión armando sin apuro su cigarro y con el amargo siempre ensillado. Puse atención en él, pues vi que siempre me observaba en mis idas y venidas. Una mañana cruzó.
Buen día doña.
Buen día.
No se mate tanto m’hija. Vive la vida disparando pues. Pare un poco. ¿Pa’qué corre tanto?
Yo barría la vereda. Detuve la escoba para contestarle un disparate y me encontré con sus ojos sinceros, su mano callosa sosteniendo el mate y le contesté:
Qué más remedio don. Si no corro no me da el tiempo.
¿Y pa’que quiere que el tiempo le dé? Lo que no se hace hoy se hará mañana.

Desde ese día fuimos amigos. Me gustaba llamarlo después de almorzar. Nos sentábamos en la cocina. Él traía el amargo. Yo tomaba un café y conversábamos. Se sentaba junto a la ventana apoyado en la mesa. Miraba hacia afuera fumando pausadamente y me contaba historias.

Había nacido en una estancia de Santa Bernardina a fines del siglo diecinueve. Hijo de la cocinera, nunca supo si su padre fue el estanciero o el capataz. No se lo dijeron y él no preguntó. Apenas cumplidos los catorce años se unió a una tropa de insurgentes. Vivió a campo y cielo. Peleando en guerrillas internas. Fue herido de sable en el combate de Illescas, durante la guerra civil de 1904. Fue su última patriada

Enfermo y debilitado, consumido por alta fiebre, acompañó a su General hasta el arroyo Cordobés cuando éste se dirigía hacia Melo. No volvió a guerrear. Se estableció en La Amarilla hasta restablecer su quebrantada salud. Allí vivió cerca de la casa que en los tiempos heroicos habitara Doña Cayetana María Leguizamón, una paraguaya apodada La Guaireña, que según se dice fue amante de Rivera.

Me contó del dolor que lo aguijoneó cuando en enero del 21 vio pasar por Durazno, rumbo a Montevideo, el tren expreso que transportaba desde Rivera los restos de su General. Don Justino me contó su vida con simpleza. Como un cuento. Me dijo que nunca se casó, pero que creía tener tres o cuatro hijos por ahí. Hurgando en sus recuerdos me confesó que sólo una vez, se había enamorado de verdad. Pero que había mirado muy alto. Ella era la esposa de un hacendado. Una muchacha joven y muy bonita casada con un portugués viudo y con hijos.

Una primavera antes de terminar la zafra, ensilló su tordillo y se fue. Le faltaron agallas para pelearla y llevársela con él. No se arrepintió. No hubiese soportado vivir preso de una mujer. Él necesitaba el aire, el viento en la cara, el sol por los caminos, y el andar de pago en pago llevando la luna de compañera. No fue hombre de quedarse en ninguna parte. Fue domador y guitarrero. Anduvo esquilando por el Norte del país, solo o en comparsas. Diestro con la taba y muy enamorado. Andariego. Por eso no tenía historia propia. Ni familia. Ni amigos. Sólo anécdotas, historias de otros. Recuerdos. Y su visión de la vida, su filosofía aprendida de tanto andar y de tanto vivir. Casi iletrado, de espíritu rebelde, reaccionando siempre ante la injusticia social, fue don Justino un soñador de ideas avanzadas que muchos siguen soñando. En aquellas tardes de café y amargo descubrí en don Justino a un hombre íntegro, sincero hasta la exageración, simple y sabio.

Aprendí de él a darle otro ritmo a mi vida. A tomarme mi tiempo. A creer en mí. Y a saber que yo puedo. Se hizo amigo de mi esposo con quien compartía amargos y truco. Mis hijos lo aceptaron como de la familia, pero él nunca se entregó. Pese a que nosotros le brindamos toda nuestra amistad y cariño, don Justino conservó siempre cierta distancia. Y los años se fueron sucediendo entre problemas, tristezas y alegrías.

Había pasado largamente los ochenta y pico cuando un invierno se despidió de mí; varias veces me comentó el deseo de terminar sus días en sus pagos del Durazno. Deseché la idea de convencerlo de lo contrario. De todos modos, no me hubiese hecho caso. Y una tarde cruzó por última vez. No se despidió de nadie. Solo doña Amparo lo acompañó hasta la puerta de la pensión. Sentados en mi cocina y teniendo tanto de qué hablar, compartimos los últimos amargos en silencio.

La tarde empezó a escaparse por las rendijas. Él armó lentamente su cigarro, lo aspiró despacio. Por entre el humo miré su rostro cansado. Apretó mi mano con fuerza. Yo lo abracé y lo besé por primera y última vez. Como a mi padre, como a un amigo. Se fue con su sobretodo gris y su poncho blanco y celeste. Me dejó el regalo de haberlo conocido.
Supimos que murió en el tren antes de llegar a su pueblo.
Murió como vivió: andando.

Ada Vega, edición 2000  http://adavega1936.blogspot.com/

Historia de las pandemias


Las cuatro epidemias más mortales de la historia...
Antes de la aparición del nuevo coronavirus, otras epidemias asolaron el mundo, llevándose consigo millones de vidas

La plaga de Justiniano, en el 541, fue uno de los efectos de una erupción de un volcán en el 536.

El 11 de abril el covid-19 se convirtió oficialmente en pandemia. La OMS anunció que por su nivel de propagación, la enfermedad originaria de Wuhan (China) ya se podía denominar de este modo. Hasta la fecha ya hay 55 millones de contagiados y más de millón y medio de muertos...

Nos enfrentamos a una situación trágica por una alta mortalidad a la que la sociedad llevaba mucho tiempo sin estar expuesta. Antes del coronavirus, otras pandemias y epidemias mortales asolaron el mundo, dejando horribles cifras de muertes. A continuación explicamos cuatro de los episodios más mortales de la historia.

Plaga Antonina (165-180 d. C.): 5 millones de muertos
Al igual que el covid-19, se cree que la también conocida Peste Antonina se originó en China. Los soldados que marchaban a Roma desde Mesopotamia a fines del año 165 d. C. estaban enfermos, muchos cubiertos pápulas (tumor eruptivo que se presenta en la piel sin pus ni serosidad) rojas y negras que podrían llegar a juntarse y caerse. La plaga pronto se extendería por todo el Imperio Romano. En aquel entonces se vivió una situación similar a la actual, no todo el que contrajo el virus –que los investigadores creen que probablemente fuera viruela– murió y los que sobrevivieron se volvieron inmunes. Cuando la plaga llegó a estar bajo control en el 180 d. C., ya había matado alrededor de cinco millones de personas y prácticamente había fulminado a los 150.000 hombres de las fuerzas armadas de Roma. También segó la vida del emperador Marco Aurelio.

Los síntomas, descritos por el famoso médico romano Galeno, eran bastante desagradables: diarrea, tos, fiebre, sequedad de garganta y las pápulas antes mencionadas. En su tiempo la leyenda contaba que la enfermedad fue liberada cuando un soldado romano abrió accidentalmente un ataúd dorado en el templo de Apolo, liberando a la peste maldita de su encierro. Los cristianos también fueron culpados por enojar a los dioses.

Plaga Justiniana (540-542 d.C.): más de 25 millones
Roma pensó que no volvería a vivir una tragedia semejante, pero 400 años después, una nueva epidemia se extendió por territorio romano. Una epidemia mucho mayor: la peste justiniana, que apareció alrededor del 540, también en Oriente, y que se extendió y reapareció en los puertos del Mediterráneo durante los dos siglos siguientes y diezmó la población del Imperio bizantino. "La enfermedad duró cuatro meses en Bizancio, y su mayor virulencia duró tres meses. En un principio, las muertes fueron algo más que lo normal, después la mortalidad se elevó mucho más, y más tarde alcanzó a cinco mil personas cada día, e incluso llegó un momento que fueron diez mil cada día y hasta más. Al principio, todos los hombres asistían al entierro de los muertos de su propia casa, después los arrojaron en las tumbas de otros, para finalmente llegar a un estado de confusión y desorden", escribió Procopio de Cesarea en su libro 'Guerra persa'. "Esclavos fueron separados de sus dueños, y hombres que en tiempos habían sido ricos fueron privados del servicio de sus criados, que habían enfermado o muerto, llegando incluso a haber casas completamente vacías de seres humanos. Por esa razón, sucedió que algunos de los hombres notables de la ciudad permanecieron sin sepultar durante muchos días".

Algunas de las 2.000 calaveras y 8.000 huesos humanos enterrados en el interior de la cripta de la iglesia de San Leonardo en Hythe, Kent, en Inglaterra. Nadie sabe con seguridad la razón por la que tantas calaveras continúan allí. Algunos creen que pertenecen a soldados extranjeros asesinados en una gran batalla. Otra teoría es que son víctimas de la Peste Negra. Pero existe un consenso general sobre que eran ciudadanos de Hythe que murieron hace muchos años y fueron desenterrados en el siglo trece cuando la iglesia necesitó ampliar su terreno. 

Esta vez sí se trató de peste: los enfermos experimentaron bubones, ojos sanguinolentos, fiebre y delirios. Los historiadores hablan de que el cambio climático que experimentó la Tierra en esa época favoreció las migraciones de roedores, cuyas pulgas acabaron contagiando a los comerciantes, que expandieron la epidemia por los puertos. Cuando la epidemia llegó a Constantinopla, la ciudad se vació. Los mercados cerraron y el emperador Justiniano tuvo que requisar tumbas privadas para enterrar a los muertos y que no se quedasen tirados al sol de la calle. Y al extenderse a Roma, el papa Gregorio Magno sacó en procesión a miles de personas frente al mausoleo del emperador Adriano para rezar y detener la plaga. Pero, obviamente, favoreció el contagio. 

Pudo haber desaparecido un cuarto de la población conocida de la época, entre 25 y 50 millones de personas. Y provocó el colapso final de la organización tradicional romana para dar paso a la Edad Media. Fue un cambio de paradigma político, económico y social, como lo será ,de otra manera, el coronavirus que, sin esa letalidad, sí planteará transformaciones globales. El mundo nunca volverá a ser el mismo.

La gripe española (1918-1920): 50 millones
Es considerada la pandemia más mortífera y devastadora de la Edad Contemporánea. Pese a que no fue el epicentro del problema, España ha pasado a la historia por ser el supuesto foco principal donde muchos piensan que se ocasionó la enfermedad. Un punto más para nuestra leyenda negra, pues, en realidad, todo se debe a una triste casualidad: al ser uno de los pocos países neutrales durante la época, se hizo eco de los primeros casos. Otras zonas que se encontraban en guerra estaban bajo censura militar y decidieron ocultar la pandemia. Sea como fuere, nuestra región fue una de las más afectadas, con ocho millones de personas infectadas y 300.000 fallecidas.

La mal denominada gripe española, causó la muerte de aproximadamente 50 millones de personas (otras cifras apuntan 100 millones) al finalizar la Primera Guerra Mundial. Es decir, entre un 10% y un 20% de los que se contagiaron. A diferencia de otras epidemias que afectaron a niños y ancianos, en este caso la mayoría de las víctimas tenían entre 18 y 49 años, en un momento en que la guerra de trincheras y las malas condiciones higiénicas de los soldados en el frente sin duda agravaron el problema. De hecho, en la primavera de ese año empezaron a enfermar de una gripe que parecía peor que la estacional, aunque las autoridades, para no desanimar aún más a una población, profundamente abatida por la situación vital, infravaloraron el problema. El rotativo 'Daily Mail', por ejemplo, aseguró que no era peor que un simple resfriado.

La peste negra (1347-1353 a.C.): 200 millones
La pandemia más devastadora de la humanidad fue la peste negra. Aunque es difícil saber el número de fallecidos en la época, puesto que no se contaba con los sistemas actuales para registrar las muertes, los expertos apuntan que un tercio de la población pudo sucumbir a la enfermedad, que se produjo en Eurasia, y consideran optimista esa cifra. En Alemania, por ejemplo, se estima que uno de cada diez habitantes perdió la vida. En concreto, algunos datos apuntan a que el número de víctimas oscila entre 50 millones y más de 200 millones. Estableciendo paralelismos con la actual epidemia de covid-19, la enfermedad también surgió en Asia y se propagó a Europa mediante las rutas comerciales. Además, el primer contagio en nuestro continente fue en Mesina, una ciudad italiana donde solían parar los marinos. Y, como ha sucedido con las teorías de la conspiración en torno al coronavirus, durante la epidemia de peste negra se culpó a los judíos, que la habrían propagado mediante "el envenenamiento de pozos". Otros hablaban de orígenes más geológicos, como producto de erupciones volcánicas, o incluso culpaban a los astros.

Como también sucede con el coronavirus, la enfermedad pasaba de los animales a los humanos, en este caso provenía de los roedores, que se encontraban en todas partes (algunos hablan de ratas y otros del gerbilino, proveniente de Asia). Aunque Boccaccio habla de un tipo de peste asintomático, que provocaba la muerte a las 14 horas aproximadas, en realidad los síntomas eran múltiples; fiebre superior a 40ºC, sed, tos y sangrado por distintos orificios, y lo que dio nombre a la enfermedad: manchas negras y azuladas en la piel y bubones en cuello, axilas, brazos o piernas debido a la inflamación de ganglios (luego esos bubones se rompían y supuraban un líquido con un terrible olor). Fuente El confidencial.

La hispanidad y mis recuerdos

No voy a negar, que me produce cierta inquietud la celebración del día de la hispanidad, sobre todo recordando las clase de historia de mi infancia donde se ensalzaba de forma tan visceral la invasión y asesinato de otros pueblos...Pero no voy a llegar a ese punto en el que el presidente actual de México, nos pida a los Españoles que pidamos perdón por aquella situación que nada tiene que ver con nuestra actualidad y más cuando ellos han pecado de lo mismo...

Las cosas negativas que hacen zozobrar nuestra fé en los demás pueblos, con el tiempo se pueden convertir en un buen hermanamiento que nos lleve a unirnos y disfrutar incluso en la distancia de un acercamiento y un cariño sincero que nos una de por vida a través del tiempo...Por eso, a pesar de no perder la perspectiva de lo doloroso de las invasiones, los robos y los genocidios, tengo fé de que el hombre puede superar todos los malos recuerdos y sacar conclusiones más positivas para vivir de forma plena como verdaderos hermanos...

Es por eso por lo que a pesar de todo yo quiero decirles, ¨FELIZ DÍA DE LA HISPANIDAD¨. y recuerden siempre que la distancia ya no nos separa a nadie, porque estamos unidos por nuestra historia común.
 
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Origen de la semana santa sevillana


La Semana Santa de Sevilla conmemora la pasión, muerte y resurrección de Cristo. Entre el Domingo de Ramos y el Domingo de Resurrección, 60 hermandades procesionan hacia la catedral de la ciudad​ 11 hermandades procesionan dos días antes, el Viernes de Dolores y el Sábado de Pasión, sin pasar por la catedral.

En 1980 fue declarada de Interés Turístico Internacional.​ Constituye una de las grandes fiestas de primavera de la ciudad, junto con la Feria de Abril.

La salida procesional de la hermandad esta semana recibe el nombre de estación de penitencia. La salida procesional es el principal culto externo de las hermandades que también realizan numerosos cultos internos a sus titulares a lo largo del año, como novenas, septenarios, quinarios, triduos y besamanos.

El Consejo General de Hermandades y Cofradías de Sevilla es el órgano encargado de la regulación del conjunto de procesiones de la Semana Santa, agiliza trámites y acuerdos con las instituciones oficiales y controla los horarios de paso por una ruta establecida en el Distrito Centro conocida como carrera oficial. Sus miembros son elegidos cada cuatro años por los hermanos mayores de las distintas hermandades.

El Consejo General de Hermandades y Cofradías de Sevilla es el órgano encargado de la regulación del conjunto de procesiones de la Semana Santa, agiliza trámites y acuerdos con las instituciones oficiales y controla los horarios de paso por una ruta establecida en el Distrito Centro conocida como carrera oficial. Sus miembros son elegidos cada cuatro años por los hermanos mayores de las distintas hermandades.
Durante la Edad Media ya existieron cofradías aunque la mayoría de las hermandades vivían su religiosidad en las capillas. En el siglo XVI, tras el Concilio de Trento, las hermandades decidieron tener más presencia externa y realizar su estación de penitencia.

En sus comienzos, las cofradías sevillanas hacían estación de penitencia a iglesias o conventos cercanos a su templo. En el Sínodo de 1604, el cardenal Fernando Niño de Guevara estableció algunas normas que forman el germen de la actual Semana Santa de Sevilla: las cofradías quedaban obligadas a realizar la estación de penitencia a la catedral y las de Triana debían realizarlo a la iglesia de Santa Ana, debían vestirse túnicas sencillas de lienzo basto y se prohibía a las mujeres disciplinarse.​

En el siglo XIX la Semana Santa hispalense debió afrontar varios altibajos. Por un lado se produjo la invasión francesa de 1808 a 1810. Entre 1820 y 1825 no procesionó ninguna cofradía.​ Por otro lado, la desamortización de Mendizábal de 1836 supuso la pérdida o dispersión de muchos bienes eclesiásticos que estaban en los monasterios. El anticlericalismo de la Junta de la Revolución de 1868 trajo consigo el cierre de nueve conventos, el cierre de once parroquias y la destrucción de cuarenta y nueve iglesias solamente en Sevilla.

En 1849 se instala en la ciudad la "corte chica" de María Luisa Fernanda de Borbón, hermana de la reina Isabel II, y de su esposo, el duque de Montpensier Antonio de Orleans, en el palacio de San Telmo, que había sido un antiguo colegio de marineros. Ellos favoreciendo la celebración de la Semana Santa a mediados de siglo, impulsando hermandades como la de Montserrat​ o la Lanzada. Para saber mas pulsa aquí

Epilogo de las damas y el te de las cinco...

El agente del servicio secreto tras la muerte del senador, tomó un diario de su casa y
comenzó a leerlo…

Mayo, este mes es el de las flores y a mi casa ha entrado la más hermosa que jamás he visto, las rosas se llamaran a partir de ahora para mi Lucrecia…

He sentido vértigo al mirar sus profundos ojos negros y hubiese querido seguir cayendo hasta perderme en lo más profundo de esa noche estrellada.

Junio, no se si es la inocencia de de sus dieciséis años la que hace que se mueva por la casa con esa sensualidad, o es solo su cuerpo que se mueve natural meciéndose como la llama de una vela en una suave brisa, pero a mi me hace perder el sentido.

Mayo. Hoy hace un año que está mi preciosa rosa conmigo, le encargué una tarta de cumpleaños y al soplar sus diecisiete velas, pedí diecisiete deseos mientras evocaba los cuentos de las mil y una noches…

Agosto, el calor es insoportable y estoy pegado a los cristales mirando a esa sirena que nada en la piscina, su cuerpo me paraliza, sus pechos me hacen respirar agitado mientras el suyo se agita por el ejercicio y yo siento cada uno de sus movimientos. Me pego contra el cristal con una evidente erección y ella me mira sonriendo, me retiro turbado.

Octubre, Ha salido de la ducha, no se si me ha visto abajo mientras andaba por la galería superior, la toalla se le ha caído y sin mirar hacia abajo, se paró ante un espejo y se la puso de nuevo con la delicadeza de una madre que envuelve a su hijo, me senté por que las piernas me temblaban…

Noviembre, mi mujer se marchó a su casa de Francia, dice que no aguanta ver cómo me comporto como un crío cada vez que la tengo cerca, adiós y que te vaya bien.

Por primera vez he cenado solo con ella, se ha puesto el vestido rojo que le compré y hoy más que nunca parece una rosa roja insinuante, sus labios rojos pronunciaron, hola senador que me sonó a promesa y sueños, se acercó a mí y me beso en la mejilla y un volcán surgió de mi interior para adueñarse de mi rostro.

Febrero, sus modales a veces se acercan a lo obsceno cuando sentada abre las piernas sin llevar nada debajo, pero yo se que en ella no hay obscenidad, su juventud la hace ser desinhibida y a mi atrevido, pero cuando intento un acercamiento, ella solo me dice…

Pero que se ha creído usted senador… me está volviendo loco…

Abril, va a cumplir dieciocho años y le he regalado un vestido nuevo, en la cena me dice que tiene una sorpresa para mí y sube a su cuarto…

La veo bajar por la escalara con el vestido puesto, cuando va a medio camino se para y se quita la chaquetilla, tres escalones más y se quita la falda, cuando llega hasta mi solo tiene un tangas y el sujetador…senador el resto es tuyo… ¿me lo quitas?

No se lo quité, se lo arranqué con los dientes y cuando la tendí sobre la mesa me dijo…

No senador, es nuestra primera vez, hagámoslo en la cama.

Hubiera querido pasar la noche con ella, pero se marchó a su cuarto en cuanto hicimos el amor diciéndome… ¿no querrás acabártelo todo hoy?

A los tres días me enseñaba una cinta de nuestra noche diciéndome que había copias de seguridad en tres bancos por si le pasaba algo, destrozó mi carrera y mis posibilidades para ser presidente, destrozaron mi vida y sobre todo rompió mi corazón…

El agente del servicio secreto cerró su diario después de comprender al senador…

Para leer entera, pulse aquí

Fin

Autor: Ángel Reyes Burgos
Código: 1401219876117
Fecha 21-ene-2014 19:40 UTC
Licencia: Todos los derechos reservados

Ángel Reyes Burgos

Sorpresa y muerte...


El juicio de Berta era por asesinato, pero a esos cargos se añadirían, conspiración para asesinar, blanqueo de dinero, trafico de drogas y otros cargos menores cuando la policía encontró en una caja de seguridad de una cuenta suya una colección de videos…
A Berta la condenaron a treinta años de reclusión y solo dos meses después de entrar en la cárcel murió por sobredosis…

Dos días después de comenzar el juicio, Lucrecia se encontraba sola en su cuarto pensando en el senador, se había quedado sola y tras la muerte de este sabia que cualquier día le llegaría una orden de desalojo propuesta por su familia aunque su contrato solo expiraba cuando ella muriera.

Tendría que pensar en buscarse una nueva vivienda pues las mansiones de sus amigas estaban confiscadas. Se quedó dormida pensando en su situación…

Un crujido en su propia cama le hizo despertarse, dio un grito asustada sentándose de un salto mientras Tomas el senador con una pistola en la mano le tapaba la boca…shiiiii, No te asustes, te voy a soltar y hablaremos…

A ella le costaba hablar, pero te vi morir, ¿cómo es posible?……
Lucrecia, tu viste lo que yo quería que vieras, ¿acaso no te has preguntado por que un hombre de posición social y política no tuvo ninguna repercusión en los medios sociales?  Si en más de una ocasión me hice esa pregunta…

Lo que tú viste fue un montaje de cine creado por una productora de la que soy socio.
En un plató se reprodujo exactamente la galería y su inundación para fingir mi muerte y que tu bajaras la guardia para terminar contigo.

En mi casa las cosas no salieron como tenía prevista, que era solo la rotura del tubo de agua y el debilitamiento con los productos químicos de tu muro para inundar tu sótano.
La grabación que tú estabas viendo, era una maniobra de distracción para manteneros a todas en la bodega y que murieran ahogadas, por eso bloquee la puerta de salida, pero el jardín entero cedió y acudieron los bomberos.

Yo ya no estaba en España, lo que sacaron los bomberos fue un maniquí de cera que mi secretario dijo a la policía que era para donarlo al museo….

Lucrecia estaba con los ojos en blanco,  ¿tanto me odias como para tomarte tantas molestias después de todos estos años?, ¿vas a matarme verdad?, el solo asintió con la cabeza…pues hazlo ya bastardo…

Yo nunca te he odiado Lucrecia, te acogí en mi casa con solo dieciséis años y te lo di todo, no me acosté contigo esa única vez en la que me grabaste solo por tu juventud, te amaba y destrozaste mi vida y mi carrera. Se cambio el arma de mano y le dijo, te voy a romper el corazón, cierra los ojos…Si vas a disparar hazlo mirándome a la cara…
El senador le tapo los ojos con una mano y poniendo la pistola sobre su pecho le partió el corazón de un disparo…

Tomó la mano de Lucrecia con ternura, no tenia por que haber sido así…las lagrimas brotaban de los ojos de Don Tomas mientras se llevaba la pistola a las sien y disparaba...De mi novela Las damas y el te de las cinco. Para seguir leyendo pulse aquí

Captura de Berta...




El chófer de la camioneta llegó a la jefatura de policía y declaró que había visto a la señora que buscaban en el convento, se dieron las órdenes y todos los medios se pusieron a las órdenes del capitán que iba a dirigir la detención de Berta.

Todas las salidas se cubrieron y procedieron a buscar a la novicia después de haberle consultado a la superiora enseñándole su foto.

Estaba sentada en su cama con una goma atada al brazo y una jeringuilla a punto de clavarse para hacer su último viaje, desde que oyó las sirenas de la policía lo decidió así y tenía preparado lo necesario, prefería morir de esa forma a terminar sus días en la cárcel. Un agente literalmente saltó sobre ella impidiéndole que terminara la acción y la esposó. En la sala de interrogatorios se negó a declarar hasta que no fuera su abogado, le permitieron hacer una llamada y llamó a Lucrecia, en media hora tenia uno...

El abogado pidió inmediatamente su puesta en libertad por falta de pruebas, no había cadáver y solo una bala sin pistola para relacionarla.

El fiscal llamaba desde su oficina a una empresa especializada en buscar minerales en el subsuelo que estaba dotada con equipos electrónicos de sondeos por ultrasonidos y dibujaban en una pantalla un mapa con las diferentes densidades del terreno.

Al llegar a la zona donde comían y retozaban los cerdos, una gran masa compacta se reflejó en la pantalla, el escáner térmico reflejaba más temperatura de lo habitual debido a la alta concentración de cal y material biológico…

Llamaron a una excavadora  con una pala grande, una pequeña y un punzón para romper y perforar y se pusieron a trabajar en la zona delimitada por el escáner.

La pala retiró con facilidad la capa de tierra vegetal que se amontonó a los lados y al llegar a una masa de hormigón se sustituyó por el martillo rompedor, el hormigón era relativamente débil como se utiliza para los rellenos, el pico rompía grandes trozos que empujaba hacia los lados y una maquina pequeña los alejaba.

El taladro entró como si fuera en mantequilla al llegar a una cierta profundidad y una masa de cuerpos de animales y cal se dejaba ver…

Con más cuidado a partir de ese momento, se iban sacando trozos más pequeños hasta dar con un cuerpo evidentemente humano. Los policías que supervisaban ese trabajo comunicaron a la jefatura el hallazgo y el fiscal habló con el abogado de Berta…

A la espera de las pruebas de patología, tenemos un cadáver que seguro era su marido.

El muerto sin ninguna duda era Bertín Osborne, aunque no le encontraron ninguna bala en su cuerpo ni orificio que pudiera pensar en muerte por disparo de arma de fuego.

Eso le extrañó mucho al fiscal que siempre miraba esa bala que tenia de un calibre treinta y ocho disparadas y se preguntaba de donde procedía.

Llamó a los operarios de las maquinas y le dijeron que no retiraran ningún escombro procedente de esa especial excavación, envió a una trituradora para convertir los fragmentos grandes en otros del tamaño de pelotas de béisbol…la pistola apareció…

Aunque eso no serviría para nada en el juicio contra Berta por que no había un cuerpo al que asignar la muerte por disparo…y desde luego nunca lo habría porque se lo comieron los cerdos como carne picada, quizás alguno de ustedes tengan de pronto  don de tenista, si así es, puede que le gustara la hamburguesa que se comió…De mi novela Las damas y el te de las cinco. Para seguir leyendo pulse aquí.

La mafia no perdona...


La venganzas de la mafia no tienen fecha de caducidad, cuando Rosario mató a su marido Pascual, se había sentenciado a muerte ella misma y no importaba el tiempo que pasara fuera de España, tendría a su regreso la oportunidad que esperaba su familia.

Ellos no necesitaban pruebas para condenarla…

Cuando ingresó en el modulo de preventivos del centro penitenciario Sevilla 2 a espera de juicio, Rosario estaba en el punto de mira de una reclusa que esperaba para ser juzgada por asesinato en el mismo modulo.

Mientras desayunaba en el comedor, un vigilante entró en su celda y puso bajo su almohada un punzón con una nota…ya sabes lo que tienes que hacer…

En el patio, Rosario estaba sentada sola en el extremo de los asientos de una tribuna que miraba a una estatua de la libertad a escala, construida con la ayuda de los reclusos, la rompe huesos como así le apodaban las demás reclusas por su fortaleza, se sentó detrás de ella, dos reclusas se situaron frente a Rosario para distraer su atención y cubrir la atención de lo que iba a suceder…con una mano sujeto fuertemente la cabeza de Rosario y con la otra le clavó el punzón hasta el mango en la nuca, murió al instante.

Las tres se fueron y hasta los cinco minutos no sonó un silbato de alarma de uno de los celadores que corría hacia donde se encontraba una mujer sentada sangrando.

Nadie vio nada, nadie sabía nada…

Al ver la noticia en televisión, Lucrecia con lágrimas en los ojos dijo…

Nuestro pasado corre más que nuestro futuro…adiós mi niña…

Se había quedado sola y nadie estaría hoy con ella para tomar el té, pensó en las consecuencias si dieran con las cintas de vídeos que había en casa de sus amigas y  se dirigió a la finca y al llegar a la verja unos agentes de servicio le dieron el alto.

Por orden del juez, está totalmente prohibido el acceso a esta propiedad.

Agentes, tengo que recoger efectos personales, son regalos de mis amigas que están muertas y a nadie le puede interesar excepto a mí.

Lo siento Lucrecia, pero solo con una orden del juez puede usted entrar.

Lucrecia dio un giro brusco con su vehículo y se lanzó a la carrera  quemando neumáticos, los agentes se miraron…no quisiera estar en su pellejo…

Al convento llagaba una ranchera descubierta que recogía la fruta que se cultivaba, unas cajas con peras se alineaban en el lateral del camino donde unas monjas recogían sus frutos  para llenar las cajas, el chófer se bajó a subir las primeras a la camioneta, miró a una novicia que levantaba el rostro después de haber depositado unas piezas y un campanillazo sonó en su cabeza…se fue al auto y abrió la guantera para ver un cartel de se busca, tenía una recompensa de 50.000 euros y el hombre dejó lo que estaba haciendo y dando media vuelta salió a toda velocidad hacia la jefatura central de la policía…De mi novela Las damas y el te de las cinco. Para seguir leyendo pulse aquí.

En el dormitorio de Lucrecia...


En una gran estancia en la planta superior, estaba el dormitorio de Lucrecia, destino habitual de las damas después de tomar el té.

En el rincón izquierdo que estaba redondeado en forma de medio punto, una gran cama giratoria presidía el espacio, la pared estaba cubierta de espejos adaptándose a la curvatura. En el techo un gran espejo del mismo diámetro que la cama, 2,80 metros.
Del centro del espejo colgaba un cilindro plateado sujetando cinco pantallas de plasma
Inclinadas a setenta grados sobre la cama. Un reproductor de cabeza múltiple mandaba la señal a las pantallas, cuatro tenían imágenes de las damas grabadas en sus anteriores orgías y otra alternaba los vídeos que las diferentes señoras se tomaron con sus maridos.

No estoy escribiendo una novela porno, por lo que no entraré en detalles de lo que allí sucedía y  cualquier lector, es lo suficientemente inteligente para imaginárselo.
Si puedo decirles, que vi uno de sus vídeos cuando entreviste a Lucrecia en una de las sesiones que me dedicaba para tomar las notas del libro que quería escribiera para que se publicase después de su muerte.
Al lado de sus vídeos, las películas porno son material de educación sexual para niños…

Las sesiones relajantes como a ellas les gustaba llamarlas, duraban hasta las 20.00 P.m.
Después tomaban juntas un baño de burbujas con sales minerales y se vestían para salir a cenar. Cada noche lo hacían en un restaurante deferente y hoy les apetecía marisco y se fueron a la dorada.

El problema del aparcamiento en esa zona,  les impedía tomar las cuatro limusinas y tres se quedaban en la escalinata de la mansión.

Cuando vieron partir a las señoras, el agente de la policía judicial siguió a la limusina hasta su destino y esperó pacientemente en la puerta. El agente del servicio secreto se retiró a sus oficinas a redactar un vació informe de unas horas perdidas.

Terminaron de cenar y el coche las llevó de vuelta a la mansión, cada una se subió en sus respectivas limusinas y se alejaron por la avenida de la palmera hacia la carretera de Cádiz, recorrieron cinco kilómetros y se desviaron por un camino de propiedad privada hacia un campo de grandes alcornoques donde en una zona central aparecía un complejo deportivo con una gran piscina, pista de tenis y un solárium.
Formando como un trébol de cuatro hojas, cuatro mansiones circundaban el espacio. Los cuatro áticos eran de color blanco y las fachadas de color ocre con grandes figuras incrustadas de cerámica de la cartuja, cada una de un color, rojo, azul, amarillo y verde. Las figuras estaban inspiradas en la pintura el jardín de las delicias…

El policía no pudo entrar hasta las mansiones por que una gran puerta de hierro se lo impedía y por orden de su superior se aposto en las cercanías a esperar novedades…
Un coche deportivo paró en la puerta y metió un pequeño paquete por la apertura del buzón, al ir hacia su coche el agente lo paró para interrogarle porque estaba a esas horas de la noche entregando un paquete, le dijo que el entregaba un regalo a la hora que le pareciera bien y que la policía no se lo podía impedir…lo esposo y lo metió en su coche, esto es una investigación judicial y te vienes conmigo a la comisaría, si no colaboras vamos a mirar con lupa todas tus actividades…
El joven visiblemente nervioso balbuceó, OK, les diré lo que quieran saber, el policía arrancó su vehículo y se fueron camino de la jefatura central…

Una llamada de Rosario a la central, que vio por la cámara de vigilancia como se llevaban al joven, hizo cambiar al vehículo de dirección después de recibir una orden por la radio del coche…Volvió a la propiedad privada de las damas y dejó al joven en su vehículo. El agente se marchó moviendo la cabeza contrariado…De mi novela, Las damas y el te de las cinco. Para seguir leyendo pulsa aquí.

La detención del turco...

Dos policías que habían terminado su servicio en una comisaría de Casablanca, salían del vestuario a la calle para dirigirse a tomar unas copas a un bar de la avenida, al pasar junto a un vehículo un hombre sentado al volante leía aparentemente el periódico, a uno de los policías le pareció un rostro conocido y sacó de su bolsillo unas cuantas fotografías y tocó en el brazo al compañero…una de las fotos estaba calificada como muy peligroso…el compañero asintió con la cabeza, si, es ese hombre.
Siguieron adelante hasta rodear el vehículo por detrás y cada uno se dirigió a una puerta.
Se produjeron varios disparos seguidos desde la acera de enfrente… en la puerta de una joyería, dos individuos disparaban contra un coche de donde  asomaba una mano en alto con una placa de policía y la pistola en la otra.

El turco fue a salir del coche para ayudar a sus compañeros sin haberse percatado aún de los agentes que vestían de paisano, la puerta se cerró violentamente sobre sus piernas y los hombres le encañonaban con sus armas. Lo esposaron boca abajo y desde esa misma posición comenzaron a disparar, uno de los individuos cayó al suelo mientras el otro retrocedía dentro.

Levantaron al turco y se dirigieron al coche desde donde se había disparado y un agente que se presentó como policía de aduanas, le pidió que le entregara al turco reclamado por la policía española. Los agentes dijeron que tenía que esperar ordenes de sus superiores y llamaron a la central para solicitar ayuda y una ambulancia.

El lugar se llenó rápidamente de coches y agentes de diferentes cuerpos de la seguridad del estado y un pequeño vehículo blindado del que salieron hombres armados hasta los dientes y protegidos con cascos y chalecos antibalas.
Un mercedes negro, recogió al turco y se lo llevó a la comisaría donde pertenecían los dos agentes que le habían detenido.

El turco llegaba al día siguiente fuertemente escoltado a la jefatura superior de policía de Sevilla, en un primer interrogatorio, dijo que no conocía de nada a Berta, pronto le tiraron por tierra sus declaraciones cuando la policía les mostró otras de testigos trabajadores de la finca en el que reconocían al turco como el hombre que con una furgoneta descubierta llevaba piensos y otros productos a la finca.
El fiscal hizo un trato con el, firmaría una declaración de culpabilidad incriminando a Berta en el pago de servicios para encubrir el asesinato de su marido o lo juzgarían por cómplice de asesinato…el turco accedió y firmo…

En media hora, el fiscal tenía una orden firmada por el juez para detener a Berta por asesinato. Su fotografía apareció en las cadenas de televisión y la prensa, no había un lugar público donde no la mostraran y una Lucrecia abatida lloraba amargamente sola en su casa.

En su mesa, el fiscal repasaba testimonios y pruebas para el juicio contra la dama,  tomó un pequeño sobre transparente que contenía una bala encontrada dentro de los intestinos de un cerdo comprado por un comerciante a la ganadería propiedad de Berta y se preguntaba, ¿A quién mató esta bala?...dos hombres habían desaparecido de la finca en los mismos días, uno su marido sin dejar rastro y otro el profesor de tenis, se afirmó así mismo que solo con la confesión de Berta sabría la verdad después de tantos años.

Lucrecia en su casa, recogía de la caja fuerte todas las cintas grabadas de sus orgías y conversaciones comprometidas y las echaba en un incinerador de basura.

Se dirigió a los tres bancos donde guardaba otros vídeos y el que se hizo con el senador para chantajearlo, pensó que con Tomas muerto, ya no le serviría de nada, pero algo le preocupaba, después de ese accidente de la galería donde murió el senador y cuya cinta acababa de destruir, ella no vio ninguna noticia en prensa o televisión sobre su muerte, no le parecía lógico que un hombre público que llegó a presentarse a la presidencia, pudiera haber pasado desapercibido de esa forma…algo no le cuadraba…De mi novela: Las damas y el té de las cinco, para seguir leyendo pulse aquí.

Una marcha peligrosa...


Corría el mes de octubre de 1932, cuando la comitiva puso rumbo al interior de la sierra que aparecía ya nevada, Lucrecia era la única mujer del grupo y tenía razones poderosas, ella era la madre de esa bestia que nunca tuvo que haber nacido, puso solo una condición, nadie excepto ella podía dar muerte a ese ser,…ella se encargaría de eso. Conduciría al grupo hasta la cueva donde dejó a su hijo. Solo Javier y Eva, sabían que Lucrecia era su madre.

La cueva estaba a más de un día de dura caminata con tiempo bueno, pero las circunstancias eran muy adversa por una sierra sin caminos y nevada, no cesaba de caer el agua nieve que le impedía la visibilidad y dejaban sus manos, pies y rostros entumecidos, tuvieron que hacer varias paradas para descansar y calentarse.
Antes del anochecer, comprobaron en una cueva y la encontraron vacía, en esa cueva solía invernar un oso pardo…era amplia y se instalaron en ella para pasar la noche, un generoso fuego los mantendría calientes y a salvo de animales.

Los despertó temprano una exclamación en el exterior de la cueva, Mierda, ¿quién pudo hacer esto? , el asno que llevaba las provisiones, aparecía descuartizado como si unos cuantos osos los hubiera atacado.
Todo el tronco del árbol donde estaba amarrado, aparecía cubierto de sangre, se notaba en el rostro de la gente la preocupación y el miedo, uno sentenció…si hicieron esta barbaridad en completo silencio, podían haber acabado con todos nosotros…

Lucrecia pidió calma y la necesidad de seguir con la misión, indispensable para la seguridad de todos en la aldea y su tranquilidad. Tomaron un rápido y frugal desayuno y se pusieron en marcha de nuevo bajo una intensa nevada.

El día fue durísimo para todos, no estaban suficientemente preparados para el intenso frío y esa cantidad de nieve que les dificultaba cada paso que daban, aunque tomaron toda la ropa de abrigo que había en la aldea, eran gente muy pobre que carecían de muchas cosas básicas…pero su determinación en la empresa que tenían por delante, les armó de valor para llevarla hasta el final. Descansaron solo una vez a las tres de la tarde para tomar alimentos y enseguida se pusieron de nuevo en marcha.

La nieve les dio una tregua y consiguieron llevar un ritmo más rápido aunque siempre mermado por los treinta centímetros de nieve que había bajo sus pies. A las seis de la tarde, advirtió Lucrecia que la cueva ya no estaba muy lejos y se pararían a descansar, la sierra estaba plagada de cuevas y guaridas muchas abandonada y en una de ellas que parecía todo lo confortable que una guarida puede ser, se dispusieron a cenar y a pasar la noche.

Por la mañana se despertaron sin ningún contratiempo…aunque eso se truncó cuando Andrés el carpintero que se había echado a dormir a la entrada de la cueva para vigilar, había desaparecido sin dejar rastro,  no había signos de violencia ni manchas de sangre pero Andrés no aparecía por ningún sitio…De mi novela Venganza Salvaje, para seguir leyendo pulse aquí.

Empieza la cacería...


Tal como había acordado con Lucrecia,  Javier entró de madrugada en su choza cuando todos dormían, el herrero que estaba haciendo la última guardia, estaba roncando y con una botella de orujo sobre su pecho, se echó a dormir un rato hasta que el toque de campana de Lucrecia le diera vía libre para presentarse a sus vecinos y contarles todo lo sucedido con la muerte de su mujer y su hija.

A la salida del sol, Lucrecia se fue a la zona de reuniones de la aldea debajo de la campana y la hizo sonar insistentemente, rápidamente los aldeanos se reunieron junto a ella para ver que pasaba, había miedo en los ojos y Lucrecia los tranquilizo de inmediato diciéndoles que no había peligro inminente, que el motivo de llamarlos era por el asunto de los asesinatos de la familia de Javier y que iban a saber por el mismo quien los había matado…Una ola de murmullos se extendió entre los presentes, se levantó una voz, ¿es que Javier está en la aldea?, si, pero tenía miedo de vuestra reacción sin conocer los hechos y pensando la mayoría en su culpabilidad y yo me ofrecí para apaciguar los ánimos y deciros que hablará ahora con vosotros…todos callaron cuando con voz firme y autoritaria Lucrecia llamó…Javier, puedes salir.

Desde detrás de su choza, un Javier visiblemente abatido y demacrado se fue hasta donde estaban reunidos y se puso junto a Lucrecia…le acosaron enseguida a preguntas que casi eran una acusación y le sonaban a insultos… ¿Qué has hecho con tu familia?...
¿Dónde están tus amigos que te acompañaban?...Lucrecia mandó silencio a todos, era una mujer de carácter y la primera aldeana y todos las respetan…Javier está aquí para explicarse y vino por propia voluntad, déjenlo hablar.

Todos sabéis que mi hija desapareció cuando estaba en el río, hicimos una partida de búsqueda y esa misma noche cuando estábamos durmiendo junto a una hoguera, me despertó un ruido, eran dos perros que mataron a dos de mi acompañantes destrozándole la garganta y un hombre con aspecto de salvaje primitivo, de dos golpes con una gruesa raíz terminada en forma de maza, le destrozaba el cráneo a otro…conseguí meterme entre unos arbustos para desaparecer rápidamente…

Les contó cómo había caído en una trampa y ese infernal ser, le clavó la cabeza que tenia de mi hija Eva María en una pica frente a mis ojos, yo regresé cuando pude salir del agujero a la aldea para contaros los hechos, pero me encontré con mi mujer rajada, nuestros pequeños arrancados de su vientre y su cabeza que no estaba porque me la llevó a mí como un macabro presente…volví inmediatamente al monte a buscar y dar muerte a ese degenerado ser y a sus sanguinarios perros.

Lucrecia fue a buscarme y contarme lo que pasaba en la aldea y aquí estoy no solo para contaros la verdad, si no para pediros ayuda y preparar una batida en firme para cazar a esos salvajes…Todos asintieron y se ofrecieron para la cacería…

A la mañana siguiente todos estaban concentrados junto a la campana, solo quedaban tres escopetas en el pueblo, las otras se perdieron en la primera batida cuando los hombres fueron asesinados. Un heterogéneo grupo de armas aparecieron, hoces, hachas, grandes cuchillos, rastrillos, todo lo que se pudiera utilizar como arma, cargaron un burro con provisiones y salieron como en una cofradía camino del linchamiento…De mi novela, Venganza salvaje. Para seguir leyendo pulse aquí.

Asesinato de su hijo, Eva y Javier


Cuando llegaron a la aldea, tenían un hijo de seis años, de lo único que huían era de la miseria y unos padres fanáticamente religiosos que les hacia la vida imposible, por quedarse Eva embarazada sin estar casada.
Se instalaron cerca de la choza de Fray Tomás y Lucrecia, en una pequeña tienda de campaña del ejército que Javier le había comprado a un trapero. Al día siguiente Eva se llevó un poco más lejos la tienda pues le confesó a Lucrecia que sentía temor junto a Fray Tomas.

Pronto se encariñó Lucrecia con ese precioso niño y sus padres, les ayudaba en lo que podía, cuando Eva iba  al río a lavar la ropa, si Javier estaba en el monte poniendo trampas, ella cuidaba del niño. Aprovechaba cuando no estaba Fray Tomas para hacer más comida y dársela a hurtadillas a Eva, sobre todo pensaba en ese hijo pequeño para que no pasara hambre, ella que era muy conocedora de los dolores que produce en el cuerpo y el alma la impotencia y la necesidad.

Una mañana temprano, Eva y Javier se fueron al monte a ver las trampas y buscar bayas y tubérculos silvestres, dejaron al niño con Lucrecia porque Fray Tomas no estaba, Eva jamás dejaba al niño si el fraile estaba en la choza. Lucrecia fue a buscar agua al río y cuando volvió, el niño no estaba, se demoró algo más buscando unas setas especiales para sus pócimas y en poco más de media hora, el mal que acechaba tan cerca, se cebó en el dolor de la pareja.

Al regresar los padres del niño, las lágrimas de Lucrecia le alarmaron y entre llantos les explico lo sucedido, buscaron al pequeño hasta que se hizo de noche pero no aparecía por ningún sitio, Fray Tomas llegó por la tarde diciendo que no sabía nada del pequeño.
Al estar a solas con él le preguntó que por que tenía las manos manchadas de tierra y contestó que había estado buscando raíces, Lucrecia lo miró a los ojos y supo que mentía, se propuso averiguar la verdad, solo él podía ser responsable de la desaparición.

Por la mañana temprano, Lucrecia hizo un rastreo en círculos ampliando cada vez más la zona y como buena conocedora de las pequeñas señales de la tierra, se fijo en una pequeña zona que parecía estar disimulada a propósito y con sus manos, levantó la maleza que la cubría y ahondando en la blanda tierra dio con el cuerpo desnudo y ensangrentado del niño, enseguida comprobó que lo habían violado y roto el cuello.

Lucrecia lloró de rabia, impotencia y dolor por la muerte de ese inocente y por saber al instante que era ese fraile de los demonios con quien compartía la cama…

No les dijo nada a los padres del niño que seguían buscando, en su mente tenia trazado el plan para el fraile. Por la noche cuando el fraile dormía, tomo el hacha que tenia junto a la puerta y descargó con toda su furia un golpe sobre la cabeza del hombre, parte del cráneo se desprendió dejando caer sobre la almohada la esencia de lo bueno y lo malo que ese hijo de Satanás tenía en su cerebro. Lucrecia arrastró su cadáver hasta el lugar donde estaba enterrado el niño y lo puso frente a él mirando a los ojos…pequeño, aquí te lo dejo para que veas el asesino que te quito la vida por toda la eternidad…

El cementerio de la futura aldea, tenía sus primeros inquilinos…

De vuelta a Sevilla.

El día amaneció lluvioso, pero eso no impidió que a las dieciséis hora, las damas bajaran de sus limusinas y subieran juntas con sus paraguas de colores, la escalinata de la mansión de Lucrecia en su primer día de estancia en Sevilla, después del largo periodo vacacional en las Barbados. Desde donde observaba el senador, al pasar por debajo parecía como si hubieran puesto en fila las fichas de un parchís.
Un coche camuflado de la policía judicial con un agente de paisano, contemplaba el espectáculo propio de una puesta en escena de una película de Fellini…

Cerca de ese coche había otro con dos agentes del servicio secreto, las ventanillas tintadas para mantener a salvo de miradas exteriores una cámara de video con micrófono láser que obtenía todos los sonidos a considerable distancia.
Las damas sabían estos detalles y no pronunciaron una sola palabra mientras subían.
Rosario como años atrás, no pudo evitar levantar el dedo corazón hacia Don Tomas el senador, que seguía con su rutina y su prismático mirando el cortejo.

Se diría que este grupo tan pintoresco no había cambiado en sus más de veinticinco años juntas, en la puerta de entrada donde Lucrecia esperaba, se dieron un beso protocolario en las mejillas mientras sonreían artificialmente, cuando la puerta se cerró se besaron todas en la boca apasionadamente.

No dijeron una sola palabra hasta entrar en un salón blindado a escuchas electrónicas desde el exterior, en el interior había cámaras de vigilancia colocadas por Don Tomas, pero eso no le preocupaba, el senador solo vería y escucharía lo que Lucrecia quisiera para bien de sus propios intereses.

Se sentaron las cinco en una hermosa mesa circular blanca de madera de roble lacada en blanco, tenia incrustaciones en mármol rosa de diferente parejas en posturas altamente erótica, en el centro una rosa blanca y a los lados cuatro rosas rodeándola, roja, azul, amarillo y verde.

Un joven musculoso y solo vestido con una pajarita y un delantal, trajo un carrito con algunas bebidas, Rosario siempre se tomaba un whisky, las demás damas un jerez dulce.
En esos preliminares del té, todo era muy inocente a pesar de ese Adonis rondando entre ellas, solo era un mero objeto decorativo viviente al que se acercaba alguna de las manos de las damas para aliviar sus tensiones momentáneas.

Las conversaciones seguían una pauta también inocente y ambiguas sin mucho contenido, solo parecía estar pasando el tiempo hasta que llegara la hora del té.
Si daba la impresión que en la atmósfera flotaba un aire cargado de lujuria, las damas se apretaban las manos como impacientes por algo o por pura ansiedad, se notaban inquietas desde que supo por Lucrecia que había cámaras de vigilancia dentro puestas por el senador, pero sobre todo por no poder exhibir todos sus encantos como les gustaba frente a esas cámaras y aplacar su lujuria allí mismo…
Por las cámaras del senador no se preocupaban, tenían tanto contra él, que sabía que no las iba a utilizar en su contra y podían tomarse la libertad de vez en cuando de regalarle un gesto obsceno…

A las diecisiete hora exactamente, un precioso carrito de madera importado de china, hizo su aparición empujado por ese semental que hacia volver las miradas de las damas, sobre todo cuando los miraba por detrás que el delantal no lo cubría y el mozo conocedor de su oficio, se inclinaba sobre el carrito para pronunciar sus atributos, haciendo que los ojos de las damas se movieran al compás de sus caderas…

Una obra de arte en cerámica china, conformaba todo el juego de té y empezando por Doña Lucrecia, una a una pudo paladear de su taza, un té al estilo moruno, muy dulce y con mucha hierbabuena, un verdadero placer para los sentidos.
En una bandeja de plata haba un surtido de pastas, bombones rellenos de licor y trufas.

A las dieciocho horas, las damas se levantaban y se dirigían a una habitación de la planta alta donde todas sus tensiones desaparecerían…de mi novela Las damas y el té de las cinco...para seguir leyendo pulse aquí. 

Cuerpo profanado...


Lucrecia la boticaria, se levanta cada día al amanecer para ir a la sierra a recoger plantas medicinales para sus pócimas, a cincuenta metros de la aldea, su grito hizo un dúo con el canto del gallo, Eva que la habían enterrado la noche pasada, estaba allí colgada como un espantapájaros, desnuda y su cuerpo mutilado por las aves de rapiña.
En sus pechos desnudos, tenía grandes agujeros y trozos de piel y carne colgando, de su vientre mutilado salían los intestinos que colgaban hacia sus muslos, se clavó de rodillas con las manos unida, intentaba rezar pero el llanto se lo impedía…

Dos hombres llegaron corriendo alarmado por el grito de Lucrecia y se pararon en seco al ver tan estremecedor espectáculo, había miedo en sus ojos, también mucha rabia e impotencia…llamaron a voces a los aldeanos que rápidamente y algunos a medio vestir, se congregaron junto a la macabra cruz…

Casi al instante, el nombre de Javier corrió de boca en boca haciéndole responsable de tal atrocidad, Lucrecia alzó la voz rota por el llanto y dijo que Javier era incapaz de hacer eso, pero los argumentos en contra lo estaban sentenciando, era el único que habían visto salir de la casa de Eva el día de su muerte y estaba el hecho de que todos sabían que el primo de su mujer que tan salvajemente estaba mutilada en esa cruz, era el amante de Eva que había desaparecido en la batida de búsqueda de su hija Eva María…

El herrero que llevaba una hoz en la mano, la clavo sobre un tronco caído desahogando su furia, maldito seas Javier, vamos a crucificarte aunque tenga que ir solo a buscarte.
Todos sabían que las bravuconadas del herrero se quedarían en nada, pero la vieja Lucrecia si había tomado una determinación, le pidió el asno al leñador que utilizaba para traer  troncos a su carpintería y se fue sola al monte, ella quería mucho a ese matrimonio que tan desgraciadamente había terminado y conocía la bondad de Javier, lo encontraría para traerlo a la aldea y que tuviera la oportunidad de explicarse antes que algunos cegados por el odio le dieran muerte…

Javier había estado persiguiendo de noche al hombre que sabía le había dado muerte a su mujer y a su hija, le disparó, al no alcanzarle, se perdió de nuevo entre la maleza y no volvió a encontrar su rastro. Desesperado se propuso volver a la aldea y contar lo que había pasado con los vecinos que le acompañaban en la búsqueda de su hija, la muerte de Eva María y de su mujer…

Regresaba hacia la aldea cuando escucho las llamada de Lucrecia, Javier, Javier…los grandes matorrales le impedían ver quien llamaba, pero no le cabía duda que era la buena viejita que tantas muestra de cariño le profesaba a el y a su mujer, corrió hacia la dirección de la llamada y apareció Lucrecia con las riendas del asno en la mano y visiblemente fatigada, se abrazaron y con lagrimas en los ojos le contó lo que sucedía en la aldea y el motivo de querer ella salir a buscarlo.

Javier no podía creer, que esos amables vecinos a los que tantos favores hizo y les mostrara siempre su bondad y su lealtad, le acusaran del asesinato de sus amigos, de su hija y el de su mujer, lloraba amargamente mientras Lucrecia intentaba consolarlo…
Una vez calmado, escuchó atentamente la proposición de Lucrecia…Te vas a venir conmigo a la aldea, métete en tu choza por detrás procurando que nadie te vea, yo tocaré la campana para reunir a los aldeanos y una vez conmigo, les explicaré todo lo que ha pasado y quien es el responsable de los asesinatos, la gente tendrá que tomar partido para cazar a ese bestia, si quieren dormir tranquilos...De mi novela Venganza salvaje, para seguir leyendo pulse aquí.

Las damas desaparecidas.


Avisada Lucrecia de la próxima visita de la policía, aunque sabía que por el momento no tenía nada sólido para arrestarlas, decidió que ya era tiempo de tomarse un largo descanso y dejar enfriar todo el asunto. Llamó a las amigas y esa misma noche tomaron todas un vuelo a las Barbados. Compraron una gran mansión y se dedicaron exclusivamente a su propia felicidad sin negocios o problemas que las distrajeran.

Salían con mucha frecuencia  juntas, a cines, teatros y restaurantes, pero jamás se relacionaban con hombres, sus necesidades las tenían bien cubiertas en la noche cuando en una gran cama giratoria y con espejos en el techo y las paredes, copia exacta de la que tenía Lucrecia en su mansión, se dedicaban a practicar las posturas del Kamasutra…

El topo que tenía en la policía judicial, le informaba de los avances que se hacían sobre el caso de las damas misteriosas como se le había etiquetado…pero el caso por el momento estaba paralizado por falta de pruebas incriminatorias contra ellas y el jefe de policía no encontraba suficientes argumentos para autorizar un viaje de su equipo a las Barbados…por el momento las damas estaban a salvo y disfrutando de su descanso.

En esa feliz etapa de sus vidas, las damas rondaban los treinta y cinco años, pasarían diez años más hasta que decidieran volver a Sevilla asesorada por su topo que decía no había nada que temer.
Un nuevo jefe de policía se había hecho cargo de la comisaría central y archivado la investigación por falta de pruebas incriminatorias, solo parecían hechos circunstanciales
Pero al hacerlo, tuvo el mismo presentimiento que el anterior investigador, demasiadas coincidencias en los asuntos relacionados con esas señoras. Retomaría el caso si esas damas volvían a Sevilla y se produjera alguna nueva contingencia.

En el expediente había una nota relacionada con una visita que le hizo su antecesor a Don Tomas el senador, decidió que iría a entrevistarlo. A la mañana siguiente llamó a su puerta y el criado lo hizo pasar a su despacho.
Don Tomas, vengo a hacerle unas preguntas sobre Doña Lucrecia que tengo entendido era su mujer.
Está usted en un error, solo era una ahijada mía, una señorita que la tome bajo mi protección al salir del internado y cuando se hizo mayor de edad, le deje la mansión de mis padres para que tuviera su  propia vida. No tengo relación con ella y en estos últimos diez años no he sabido donde se encuentra.

El jefe de policía volvió a la central y archivó el expediente en casos sin resolver, aunque en el fondo pensaba que no tenía ningún caso…quizás después de todo las damas no hicieran nada malo.

Cuando el senador se quedó a solas, llamó a su contratista de obras para preguntarle como iban los trabajos que se hacían en el sótano colindante a la medianera de la casa de Lucrecia. Sus padres fallecidos les dejo con los planos de las dos mansiones, donde residía el y la de al lado que le cedió a Lucrecia mediante chantaje, esos planos serian cruciales para el desenlace final que había preparado para las damas…De mi novela, Las damas y el té de las cinco...Para seguir leyendo, pulse aquí.

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