Siento debilidad por los niños y no hay una sola vez en la que vea pasar uno junto a mi en sus cochecitos o
en brazo de sus padres o madre, en el que no le dedique una sonrisa o algún gesto cómico para verlos sonreír, quizás por que inconscientemente sean los seres mas agradecido de nuestro mundo.
Los ojos de los niños son vírgenes y absorben con rapidez las malas o buenas vibraciones que les llega a través de los ojos que le contemplan, por eso es tan importante, que cuando miremos a un niño lo hagamos haciendo gala de nuestro mayor cariño y simpatía, pues estas criaturas son muy sensibles al trato y desde la infancia, hay que transmitirles que están en un mundo amable para que se sientan protegidos.
La vida es dura y eso todo lo sabemos, pero ya llegará el momento en que se den cuenta y se vayan adaptando a la situación progresivamente, pues si se es duro con un niño cuando aún no tiene el conocimiento suficiente para entender por que se les grita o por que de tu rostro agresivo cuando lo miras, estás innecesariamente plantando la semilla del miedo y la incertidumbre que lo puede acompañar en su adolescencia.
¿Quien no se queda mirando con ternura a unos cachorros de perros o gatitos? O quien no ha observado el comportamiento casi humano de una madre con su prole, a veces pienso en eso cuando veo el maltrato que algunas madre tienen con sus hijos en plena calle, con sus voces, con la ligereza con que se les escapa la mano y se me viene a la mente esas imágenes que tantas veces vi en el reino animal…
Los niños por supuesto hay que educarlos desde pequeñito, pero cuando aún no tienen suficiente comprensión para saber el por que se les reprende, solo se obtendrá un comportamiento errático y una sensación de inseguridad en sus pequeñas mentes.
Por eso la importancia de que el niño absorba en su etapa de crecimiento, la enseñanza de lo que está bien o mal, pero rodeado por el mayor respeto que se le debe a estas criaturas con sus ojos y mentes vírgenes, para abrírselos a un mundo sin odios…
Ángel Reyes Burgos
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