Caminando hacia el abismo.-Capítulo 3.-Una verdad incómoda.


Capítulo 3.-

Una verdad incómoda.

He recibido una llamada de Pedro pidiéndome que lo vea para hablarme de un asunto importante, la primera impresión que tengo al verle es deprimente, vuelvo a recordar ese sueño que tuve y todo indica que se va a hacer realidad, esta desaliñado y sucio, sus dedos negros evidencia el consumo de heroína inhalado en el papel de plata que deja ese rastro negro como de carbón, pronuncia un buenos días entrecortado y lleno de nerviosismo para espetarme inmediatamente, dame doce euros por favor lo necesito, no puedo estar de pie...en ese momento no puedo acceder al recuerdo de ese niño guapo de mi infancia tan lleno de vida y de carisma, lo que tengo delante es un despojo humano que ha perdido en su rostro todo atisbo de humanidad...le digo que no, no voy a alimentar su problema haciendo que consuma más, sus lágrimas asoman mientras me dice que no me volverá a pedir dinero, que lo necesita para sentirse bien para afrontar una entrevista de trabajo...

Es la primera noticia que tengo de que su empresa había pasado a mejor vida y carecía totalmente de recursos propios, su mujer hacía tiempo que se había ido con los niños y su amante cayó con el en ese pozo de desesperación en lo que se había convertido su vida. A Lola la amante, la reconocí en una esquina apartada a su espalda, era la sombra de esa mujer que un día entró tan voluptuosa en el pub, intentó sonreír al mirarme y una boca sucia y desdentada con algunos dientes negros le confirieron un aspecto repulsivo, me estremecí al ver lo que la droga puede hacer con las personas en tan poco tiempo, aunque ya había visto a muchos en esa situación, esta vez me estaba dando de lleno por mi cariño hacia ese gran amigo de mi infancia...

Retomo mi conversación con el olvidando la visión de Lola, te voy a ayudar hoy Pedro, pero solo a ti, te vas a venir a mi casa a ducharte y cambiarte de ropa y después te acompañaré a esa entrevista de trabajo, Lola que se busque la vida como pueda, si estás de acuerdo vente conmigo.

Al entrar en mi coche veo a Lola salir corriendo para donde estábamos y yo sin hacer caso de sus llamadas acelero y abandono el lugar camino de mi casa, en una esquina, Pedro me pide que pare y le dé el dinero, le doy los doce euros y se encamina hacia dos adolescente que tenían que estar aún en el instituto y dándole el dinero le reclama su mercancía...

En el coche no dejaba de bostezar y moquear, decía que le dolía todo el cuerpo y no se sentiría bien hasta que se pusiera...empecé a aprender palabras extrañas para mi como, mono,  ponerse, bazuco, chute y un sin fin de extraños modismos utilizados entre los drogadictos.

Le pedí que se metiera antes que nada en la ducha, su olor me resultaba insoportable, pero su mayor e imperioso deseo era quitarse el mono y se sentó en el suelo, sacó una jeringuilla sucia del bolsillo y una cucharilla y yo empecé a protestar, de eso nada Pedro, en mi casa no te vas a pinchar...
En ese mismo instante comprendí la tragedia de mi amigo y el punto en el que se había hundido...
haz lo que tengas que hacer pero no delante mía, vete al cuarto de baño y espero que salgas preparado para esa entrevista, te voy a sacar ropa limpia...

Cuando salió del cuarto de baño parecía un hombre nuevo, su rostro había cambiado, su cuerpo parecía más erguido, su humor era de nuevo excelente, pero no me dejé engañar por ese aparente cambio, sabía que en cuanto su cuerpo necesitará una nueva dosis, todo empezaría de nuevo con el, deseaba llevarlo a la entrevista y por muy doloroso que fuera para mi, deshacerme de su presencia a la primera oportunidad que se me presentara, no permitiría de nuevo que entrara en mi casa o me implicara en eso que hizo de parar a comprar drogas con lo que suponía de peligro para mi...

Ya en la calle le pregunté por la dirección de esa entrevista, balbuceo un instante y me confesó que no había tal entrevista, necesitaba imperiosamente esas dosis y al verme no se le ocurrió otra forma de conseguirla conmigo...lo mire a los ojos y en ellos no había remordimientos ni sentimientos, me dije a mi mismo que no volvería a verlo y menos a ayudarlo en ese sentido, se instaló en mi mente un vacío provocado por esa verdad incómoda e intangible que te aprisiona el pecho y de mi mente desapareció ese niño de antaño que tanto quise.

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Ángel Reyes Burgos

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