Tarde de ansiedades, solos tú, yo y nuestra tardía aventura sorpresiva, la noche se haría cómplice de los deseos, las sábanas sudaban, todo en el ambiente era sensualidad, todo era necesidad de poseerse, aquel atardecer de fantasías dibujadas en un lejano horizonte, la arena brillaba, ágatas chiquitas resplandeciendo de alegría, se sentía un agradable crepúsculo cubriendo nuestras páginas de un diario aun sin escribir, se sentía la noche de luceros y preguntas de un porqué tanta pasión misteriosa, estrellas y terciopelos de piel de seda y rojos luceros reflejados en la locura y la pasión de los deseos.
Fue una tarde diferente, cada uno regresaba de sus ayeres, cuerpos ansiosos clamando por éxtasis, el placer distinto, los deseos eran fieras salvajes desatadas. Los labios se posaban en ambos cuerpos, lamiéndose, restregándose el uno al otro como fieras hambrientas desesperadas.
Nos lanzamos al abismo sin saber a qué puerto llegar, era necesidad por tenernos, por ser dueños el uno del otro, recorrimos nuestros desiertos, recorrimos nuestras oscuridades, recorrimos nuestras profundidades, nos recorrimos extensa e intensamente, nos tocamos, besamos ansiosos, urgentes, queríamos todo, sabíamos no habría otra ocasión, los sueños se viven una sola vez.
Tanto sexo esperado, tanto deseo por sentir, querían sentir cada uno de sus latidos...
Tu boca es manantial tu boca es lujuria tu boca es pasión tu boca es mi boca...
de: Cinzia Boada
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