Recuerdo hace veinte años, cuando yo tenia unos noventas, que no había cumpleaños para mi ni días felices, la sonrisa era una de esas sensaciones que habían emigrado de mi espíritu y ese concepto de la edad aún sin haber pasado de los cincuenta, era tan real como la losa de una lapida...
Un día llego a mi vida una persona muy especial que si bien no me la cambió de repente, porque las cosas realmente buenas no llegan de repente, fue el principio de un cambio que modificaría mi percepción del amor y la pareja.
Esta imagen la he elegido porque conocí a Conchis hace diez años y como todos los comienzos fueron difíciles y mas porque manteníamos una relación a miles de kilómetros por Internet, Se producían muchos malos entendidos que nosotros solucionábamos con nuestras guerras particulares de almohadas virtuales...pero después de algunas palabras y almohadazos, terminamos siempre con lo que realmente sentíamos, mucho amor el uno por el otro...
Quien no entiende muy bien como se puede producir una unión tan estrecha y duradera con personas tan alejadas unas de otras, yo que estuve casado y viví otras relaciones, tengo suficientes elementos de juicio para asegurar que es tan bella e intensa como las que se producen en la distancia corta y en ocasiones mas.
Aunque en honor de la verdad, también produce muchas lagrimas cuando estas necesitado de ese abrazo suyo que no se puede producir, pero que se suple la mayoría de las veces por la cercanía que las palabras dichas en determinado momento te tocan el corazón...
Mi cumpleaños es mañana y con esta entrada, quiero agradecerle a esa crayolita que me acompaña cada día durante los últimos diez años, el que cada uno de ellos los haya celebrado con el animo de un niño y la felicidad dentro de mi alma. Gracias Conchis.
Ángel Reyes Burgos
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