La manca y el espejo. Rosalia de Castro y Jorge Luis Borges

Que mi dedito lo cogió una almeja, 
y que la almeja se cayó en la arena, 
y que la arena se la tragó el mar. 
Y que del mar la pescó un ballenero 
y el ballenero llegó a Gibraltar; 
y que en Gibraltar cantan pescadores: 
«Novedad de tierra sacamos del mar, 
novedad de un dedito de niña: 
¡la que esté manca lo venga a buscar!»

Que me den un barco para ir a traerlo, 
y para el barco me den capitán, 
para el capitán que me den soldada, 
y que por soldada pide la ciudad: 
Marsella con torres y plazas y barcos, 
de todo el mundo la mejor ciudad, 
que no será hermosa con una niñita 
a la que robó su dedito el mar, 
y los balleneros en pregones cantan 
y están esperando sobre Gibraltar

Rosalia de Castro
¿Por qué persistes, incesante espejo?
¿Por qué duplicas, misterioso hermano,
el movimiento de mi mano?
¿Por qué en la sombra el súbito reflejo?

Eres el otro yo de que habla el griego
y acechas desde siempre. En la tersura
del agua incierta o del cristal que dura
me buscas y es inútil estar ciego.

El hecho de no verte y de saberte
te agrega horror, cosa de magia que osas
multiplicar la cifra de las cosas

que somos y que abarcan nuestra suerte.
Cuando esté muerto, copiarás a otro
y luego a otro, a otro, a otro, a otro…

Jorge Luis Borges

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